Por Luis González Fabra
Ante una ciudadanía aterrorizada. Llena de miedo. Sin capacidad de defensa. La delincuencia dominando el ambiente. La violencia. El crimen. El asalto. Salen por todas partes. En el momento menos pensado. En la calle. Al salir de la iglesia. A la entrada del supermercado. En la farmacia. A tu lado en el concho. Manejando el taxi. Camino a la escuela de tus hijos.
El gobierno no tiene respuesta.
Aumentar el patrullaje mixto compuesto de policías y guardias no ha sido efectivo. Ese remedio se ha aplicado más de cinco veces en los últimos tres años. No ha servido de nada.
Han practicado “Barrio Seguro”. Nada. Han tirado Harley Davidson a los callejones. Nada. Aumentaron el sueldo a los policías. Y nada. Dotaron a la policía de una nueva ley. Nada. El nueve once. Nada. Sigue en aumento la delincuencia. El robo. El asalto, El crimen. Estos tres jinetes se pasean por la ciudad como dueños y señores del ambiente.
Al lanzar militares a las calles en patrullas armadas de apoyo policial están atacando los síntomas, no la enfermedad.
La seguridad ciudadana no se consigue con acciones militares. Ni con los policías reprimiendo jóvenes en los barrios. Ni haciendo redadas indiscriminadas que sirven para cometer abusos.
No, así no es.
El tema es muy delicado y complejo para pretender poner la solución solo en las manos de policías y militares.
El tema ha sido muy estudiado, aquí y en el extranjero. Todos los estudios coinciden en que la desigualdad social, el desempleo en los jóvenes, las drogas y la incompetencia de las instituciones responsables de velar por la seguridad del ciudadano, son factores determinantes de esta problemática.
Hay también causas “inmediatas” como son la impunidad y el sistema de corrupción administrativa que convierte en millonarios en el corto plazo a quienes detentan una función pública donde se manejen recursos o poder de decisión.
Estas causas producen frustración y cortan las expectativas de futuro de muchos jóvenes. Los ejemplos de nuevos ricos gastando a borbotones en frivolidades el dinero obtenido fácil. El nepotismo. Conducen a cuestionar si vale el esfuerzo sacrificarse en estrecheces y dificultades sabiendo que hay canales abiertos para hacer fortuna en forma menos sacrificada.
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En el pasado mes de marzo Participación Ciudadana dio a conocer los resultados de un estudio realizado en 18 barrios de Santo Domingo y el Distrito Nacional, utilizando grupos focales y los resultados indicaron que “los niveles de pobreza, la exclusión social, la ausencia de políticas públicas que garanticen derechos de calidad a la población, generan una situación difícil que reproduce la violencia y la delincuencia en el país”.
Es indispensable trabajar con la gente en los barrios, no con policías, sino con trabajadores sociales capacitados para organizar a la juventud al mismo tiempo que se desarrollan políticas públicas y programas que garanticen la inclusión social de los jóvenes.
Ese mismo estudio al que hacemos alusión indica que “se deben realizar actividades culturales y deportivas en los barrios, con programas de cultura de paz. Espacios para la creatividad. Enseñar los deberes y derechos en la comunidad. Control y desarme. Educación ciudadana”.
Es clave para evitar la delincuencia el disminuir la pobreza y trabajar para impedir la exclusión de los mercados laborales.
Nada de lo antes señalado se consigue en una sociedad en desorden donde las comunidades no actúan como un colectivo social compuesto por ciudadanos, sino que su comportamiento es de individuos. Cada quien se ocupa de sus propios intereses sin interesarse por los demás.
El problema es que el trabajo social con los jóvenes, en los barrios, con la familia, no es posible mediante los llamados “operativos”. Se trata de programas bien p y planificados, ejecutados por organizaciones permanentes como ONGs, las escuelas, las iglesias, ministerios de Cultura, Deportes, Educación, Consejo de la Niñez y la Adolescencia, las universidades, y otros organismos que han sido creadas oficialmente con esos fines pero que no cumplen con sus responsabilidades, en algunos casos porque no les asignan presupuesto y en otros porque se limitan a ser recipientes de ácaros políticos.
Es un trabajo arduo. Difícil. Pero si queremos una mejor sociedad esa es la mejor manera de lograrlo.
Las patrullas mixtas sirven por unos días, los programas educativos son herramientas para la paz permanente.