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El balear emerge con un gran triunfo ante Djokovic en su 59º duelo y el viernes jugará las semifinales de Roland Garros contra el alemán Zverev

Altice

Por Nacho Albarrán

La madre de todas las rivalidades en el tenis mundial vivió otro capítulo inolvidable en Roland Garros. El capítulo 59 de los duelos de leyenda entre Rafa Nadal y Novak Djokovic terminó de noche, sobre la 1:15 de la madrugada, con protagonismo y victoria del balear, que se aferró a su jardín de arcilla en la Philippe Chatrier (6-2, 4-6, 6-2 y 7-6 (4) en 4h:12). Con garra y un tenis sublime en muchos momentos, se dio la oportunidad de sumar su 22º título de Grand Slam y le quitó una al serbio de igualar con él a 21. Los calificativos se acaban para ese gigante que es Nadal. Había dejado caer que el de este martes podría ser su último partido en el major parisino, pero, si no media ningún contratiempo, jugará otro el viernes en las semifinales contra Alexander Zverev, que privó a la Armada de un derbi histórico al apear a Carlos Alcaraz.

“Para ganar a Novak hay que estar al máximo, y yo lo estuve de manera inesperada”, dijo Rafa. “No hay un lugar más importante para mí en mi carrera. Nos vemos en dos días”, añadió después de acortar a una sola victoria la ventaja que tiene Djokovic en el cara a cara global: 30-29 ahora. En Slams, el español aumenta su ventaja (11-7), también en tierra (20-8).

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Nadal jugó como los ángeles en el primer set y en los tres juegos iniciales del segundo. Con energía, profundidad y precisión echó para atrás a Djokovic, que no encontraba respuestas. El español tenía cerca el 2-0. Sin embargo, el balcánico empezó a manejar las direcciones con su revés, movió de un lado a otro a su rival en descarada busca del desgaste y revertió una situación de doble break con paciencia y dedicación en juegos muy largos, algunos de más de 10 minutos, con la diferencia de que en este caso, al contrario que al principio, era Rafa el que sufría con sus saques. Pese a sus intentos de evitar la igualada a base de garra, Nole se apuntó la segunda manga y parecía en control de la situación.

Pero Nadal estaba muy motivado y salió a por todas, a buscar la reacción inmediata. Así encontró el quinto break del partido, con un despliegue estremecedor de entrega y calidad ante cierto exceso de confianza de su rival. Cada servicio estaba siendo un calvario para el manacorí, por la presión incesante de Djokovic. Sin embargo, supo salvar situaciones peligrosas y rompió de nuevo. Doble break, como en los dos primeros parciales. Esta vez aprovechado.

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Reacción de campeón

Sabedor de que había dejado escapar una buena ocasión de tomar el mando, el león de Belgrado apretó en el cuarto parcial. Lo abrió con un 3-0. Nadal taponó la sangría y persiguió el contrabreak hasta encontrarlo cuando Novak sacaba con bolas de set para igualar el choque, con unas defensas felinas y un ganador de drive impresionante. Después protegió su servicio. Djokovic, nervios de acero, hizo lo mismo. Pequeña tregua antes de la última batalla. Un desempate. Nadal arrancó con un minibreak, fruto de un error del serbio. Luego puso una bola, que parecía ir para afuera, en la línea. Y con otra pasó a su archienemigo cuando este dudó si subir o no la red. La siguiente la echó por detrás de la línea, por muy poco, pero después Nole le ayudó con error de bulto con su derecha. Fue el principio de su fin, porque Rafa no lo dejó escapar y una dejada mal ejecutada le dio la puntilla a Djokovic (6-1). Un revesazo paralelo del genio balear puso fin a la historia. ¿Continuará? as.com

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