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Por JUAN T H

Altice

Dice el ex presidente de Uruguay, Pepe Mojica, que “la política siempre se impone sobre lo jurídico”, lo cual es cierto. La razón es simple: Quienes la conciben y la aprueban son los sectores de poder económico, político y social, los dueños de  bancos, empresas monopólicas, medios de comunicación, etc. Es decir, los dueños del país.

La Constitución no está al margen de los intereses de clases, por el contrario, es un  instrumento de dominación de un grupo sobre los demás. El Estado, lo explican muy bien Juan Bosch y Federico Engels, es el instrumento de explotación y dominación de la burguesía y la oligarquía sobre los trabajadores, campesinos y empleados. Es por eso que Engels sentenció: “Mientras exista el Estado no habrá libertad”. El poder de la violencia (Fuerzas Armadas, Policía Nacional, etc.) permite que un sector reducido se imponga sobre las grandes mayorías. El pueblo no reprime, al pueblo lo reprimen. Es por  eso que Mao Tse-Tung decía acertadamente que “el poder nace del fusil”.

El “cambio” supone una ruptura con el orden jurídico establecido que le da legitimidad al sistema imperante. No es cambiar para que todo siga igual, no, es dotar al país de una nueva legislación, que no tiene que ser comunista, ni socialista, como pudiera pensarse, diciéndolo yo, pero si plural, participativa y equitativa donde todos los ciudadanos de un modo u otro estén representados y garantizados sus derechos fundamentales como el derecho a la vida, la educación, la salud, el empleo digno y de calidad, la vivienda, la seguridad social, etc.

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En nuestro país es necesario una modificación de la Constitución, acorde con estos tiempos, donde todos estemos representados, no un grupo hegemónico dueño de los medios de producción y de toda la estructura del Estado.

El PRM es un partido del sistema, no es un partido socialista, ni mucho menos comunista. No llega al poder tras  una revolución armada. Luis Abinader no es Salvador Allende que pretendió establecer el socialismo mediante unas elecciones. El resultado fue obvio: Un golpe de Estado y centenares de miles de muertos y desaparecidos. El presidente electo Luís Abinader es un burgués, un demócrata lleno de sueños e ilusiones, con valores éticos, morales y  religiosos como la honestidad y el trabajo, que quiere que  el país avance, que prospere junto a la gente. Y es bueno. Pocas veces hemos tenido un presidente con esas intenciones. Los que creyeron que podían producir cambios en la estructura de dominación y explotación terminaron desterrados, encarcelados o muertos.

Un principio marxista dice que “el ser social justifica la conciencia social”. Y es verdad, un obrero o campesino no puede pensar ni actuar igual que un pequeño burgués o un burgués, un terrateniente o hacendado. La elección de Luis representa un cambio, ciertamente, pero no radical, no barrerá los cimientos de un Estado donde el clientelismo, la corrupción, el tráfico de influencias, han primado por décadas, sin cambiar el orden jurídico.

La elección de Luís, es un salto cualitativo, lo creo sinceramente. Luís quiere terminar con la corrupción y la impunidad, quiere un gobierno decente, humilde, que escuche, respetuoso de las leyes que rigen el país. La elección de Luís no es un salto al vacío.

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Para Luis, el PRM y sus aliados políticos, económicos y sociales producir cambios significativos tienen que proponer un cambio sustancioso de la Constitución de la República. Yo prefiero una Constituyente. Lo ideal es que las fuerzas progresistas formen un pacto por la transparencia, la honestidad y el trabajo para reformular la carta magna, que sea pétrea, que ningún aventurero pueda destruir para satisfacer ambiciones personales o grupales, como dijera el ex presidente Leonel Fernández durante la campaña electoral. No hacemos nada con un “Procurador Independiente” sin un régimen de consecuencia, sin cambios en el sistema de justicia sin nuevas. Sería perder el tiempo inútilmente. No significa que debemos sentarnos de brazos mientras se realiza esa transformación. No. podemos hacer mucho contra la corrupción y la impunidad. Doña Milagros Ortiz Bosch siempre ha predicado con el ejemplo. Luis y doña Raquel Peña, estoy seguro, también  lo harán. Los demás funcionario estarán obligados, pues de lo contrario serán sometidos a la justicia y encarcelados. Esa es la promesa.

El PRM, la Fuerza del Pueblo, Alianza País, entre otras agrupaciones, junto con sectores económicos, religiosos, trabajadores y campesinos, pueden trabajar en comisiones para elaborar un proyecto de Constitución y presentarlo al país para su aprobación posterior por el Congreso. Solo así podremos dar un salto de garrocha sin violencia ni sobresalto. Sin atentar contra la gobernabilidad, dejando atrás para siempre la incertidumbre, los retrocesos, un  paso hacia delante y dos hacia atrás.

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