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Por JUAN T H 

Altice

Estoy convencido: los haitianos no vienen -en masa- a territorio dominicano, los traen. Los traen los malos dominicanos, los malvados que se enriquecen con la pobreza y la miseria de sus vecinos. 

El tráfico de ciudadanos haitianos se produce gracias a las mafias que operan, tanto en territorio haitiano, como dominicano, con la complicidad de funcionarios, civiles y militares, de ambas naciones. Es un negocio que deja enormes beneficios. (incluso las deportaciones o repatriaciones me temo que sean parte del negocio, porque sacamos mil de nuestro territorio, pero entran dos mil. Es como sacarle agua al mar) 

Alrededor de 35 mil parturientas haitianas fueron atendidas en los hospitales públicos del país, cinco mil más que el año anterior, según las autoridades. El número aumenta todos los años. De hecho, los haitianos consumen el 14% del presupuesto nacional de Salud Pública, de acuerdo con lo expresado por el ministro Daniel Rivera. Según el ministro, “las maternidades de Mao, en Valverde, Santiago y Pedernales, el 75% de las parturientas provienen de Haití, obligando a las dominicanas a desplazarse hacia centros de salud privados, donde suele haber más garantías. Sostiene, además, que el 75% de los pacientes en los programas de VIH y tuberculosis, provienen del vecino país. (Una tragedia) 

La contribución de la República Dominicana en materia educativa dirigida al pueblo haitiano es también singular y especial. En escuelas, colegios y universidades el país acoge a más de 60 mil estudiantes. En nuestras escuelas no se les exige a los muchachos ninguna documentación, en el entendido que la educación es un derecho humano fundamental.  (Las visas para estudiantes universitarios sobrepasan por mucho la cantidad de alumnos, porque parece haber otra mafia en los consulados) 

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Haití le cuesta mucho a la República Dominicana, no solo en salud, pues sólo a través de los Comedores Económicos invierte, en sólo raciones alimenticias, casi 45 mil millones de pesos todos los años. Si nos vamos a otros renglones de la economía, como la producción agropecuaria, y otros rublos, pollo, huevos, etc. Haití ha vuelto a convertirse en el segundo socio comercial del país gracias al aumento de las exportaciones por más de mil millones de dólares. 

Hay una gran desigualdad en las relaciones bilaterales entre ambas naciones, no obstante. Los dominicanos “vamos forzados” con Haití, por razones económicas, políticas, sociales, culturales, históricas y geográficas. Haití es una realidad. La República Dominicana también. Pero distinta. Haití colapsó hace años, con un Estado fallido y jodido. Las instituciones desaparecieron, la seguridad ciudadana es inexistente. En Haití falta de todo, cosa que no ocurre con sus vecinos que, precariamente, cumple con niveles superiores de institucionalidad y desarrollo en todos los renglones. El país dominicano no ha colapsado. Solo hay que subirse a un helicóptero y sobrevolar la isla. La parte haitiana está totalmente desértica, sin bosques, sin ríos. Parece un desierto.  

La situación de pobreza, marginalidad y miseria en un país que dejó de ser país, es un caldo de cultivo para el surgimiento de las mafias y las bandas que operan tanto en Haití, como en la República Dominicana, no en la zona fronteriza.  

El tráfico de haitianos no terminará mientras el gobierno no combata severamente las mafias y las bandas que burlan la frontera, los retenes, chequeos, etc., con una facilidad y una impunidad asombrosas. Insisto, las parturientas haitianas no vienen, las traen. Y tiene un costo. No es gratis. Las mafias de dominicanos y haitianos tienen acceso libre a los hospitales públicos donde, por razones de supuesta humanidad, y por razones económicas espurias, son atendidas gratuitamente. 

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(Una mujer con siete u ocho meses de embarazo no puede arriesgarse en su condición de salud, salir sola, cruzar la frontera y trasladarse a un hospital de Santiago, Mao, Santo Domingo o cualquier otro, simplemente para parir. Es inconcebible. Se requiere de una logística, de una estructura mafiosa que actúa en complicidad con autoridades civiles y militares de ambos países) 

Empresarios del transporte, terratenientes, dueños de grandes plantaciones agrícolas, empresarios de la construcción, del sector turístico, militares y funcionarios, son los responsables del tráfico de ilegales, del incumplimiento de las normas y de las leyes migratorias. 

El tráfico de haitianos y de haitianas es un negocio muy lucrativo. La pobreza de los haitianos está enriqueciendo a los ricos haitianos y dominicanos, ante la mirada indiferente de los “buenos dominicanos” que no hacemos nada para evitar que esos grupos desalmados continúen utilizando la pobreza haitiana para mantenernos enclaustrados en un círculo vicioso del cual no saldremos nunca a menos que se tomen medidas drásticas y contundentes. No importa que el Muro que se levanta en la Frontera llegue al cielo, que los drones vuelen bajito, que se ponga un guardia armado cada dos metros, el tráfico continuará mientras no desaparezcan las mafias dirigidas por haitianos y dominicanos. 

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