Testigo del tiempo / J.C. Malone
Las recientes protestas en México, que demandaron seguridad pública a la presidenta Claudia Sheinbaum, no fueron “hechos aislados”. En los últimos 12 meses, 142 pueblos se levantaron contra sus gobiernos, de acuerdo con el Carnegie Endowment for International Peace (Fondo Carnegie para la Paz Mundial).
El mundo tiene 195 naciones; en 142, los pueblos se levantaron contra sus gobiernos; evidentemente, la “democracia representativa” sufre una crisis profunda, global. Protestas callejeras orgánicas, espontáneas, sin estructuras organizativas u organizaciones políticas detrás, destituyeron gobiernos en Sri Lanka, Nepal, Madagascar y Bangladesh.
Los pueblos no se sienten “representados” por sus “representantes”: la “democracia representativa” fracasó a nivel mundial. Los pueblos se hartaron de hacer filas para cambiar gobiernos sin cambiar su situación real.
El cuatro de julio próximo se cumplen 250 años de la fundación de los Estados Unidos, la principal democracia mundial, que inspiró sistemas de gobierno similares.
El pueblo estadounidense, inconforme con la clase política, eligió a Donald Trump en 2016, un empresario sin experiencia ni ctrayectori política. En 2020, inconforme con Trump, eligió a un político tradicional, Joe Biden, que tenía casi medio siglo de experiencia en la política cuando fue elegido.
En 2024, el pueblo eligió a Trump nuevamente, y antes de cumplir un año gobernando, siete millones de estadounidenses tomaron las calles para protestar contra él.
No es un hombre ni el otro; es que el sistema solo funciona para empobrecer a los pobres y enriquecer a los ricos, sin satisfacer las expectativas populares. Nadie tiene fe en la democracia porque se redujo a elegir un gobierno, pagarle impuestos para que reparta el dinero con un grupúsculo elitista microscópico.
En Europa protestan contra la migración indocumentada que sus gobiernos incentivaron.
Según la ONU, en 2024 había 304 millones de inmigrantes en el mundo, en busca de mejores oportunidades, mayormente en países ricos, donde los ciudadanos demandan lo mismo.
Sin garantizar oportunidades económicas ni seguridad pública, los gobiernos no tienen razón de ser; la “democracia representativa” se reduce a una estafa vulgar. Los pueblos seguirán protestando.

