Un gol en la prórroga de Firmino en un contragolpe dio el Mundial de Clubes a los ‘reds’. Es su primer título intercontinental. Bien Martínez Munuera en el VAR
Un señor de Stuttgart de nombre Jurgen y apellido Klopp acabó con 127 años de sequía del Liverpool en su intento por ser el mejor club del mundo. Ninguno de los 21 entrenadores anteriores de los ‘red’ pudo levantar el trofeo que les acredita como el equipo más poderoso del planeta. Desde hoy lo es. Por méritos suficientes lo es. Y eso que le costó ante un Flamengo extraordinario. Pero Klopp ya tiene otro argumento más, uno incontestable, para considerarlo el mejor entre los mejores: el Mundial de Clubes.
El Liverpool comenzó con fuerza, en su línea de intensidad habitual, pero, al igual que en semifinales, no encontró los espacios por los que poder clavar sus puñales de ataque. Enfrente se encontró con un gran Flamengo, que resistió los primeros envites y pudo llegar incluso a dominar el partido a base de mover el balón. Si algo hay que hacer para contener al Liverpool de Klopp es precisamente eso: asegurar pases y no aceptar un correcalles.
Poco a poco el tiempo de la final se ralentizó. Estuvo inteligente Jorge Jesus, pues imprimió un ritmo de partido en el que no se encuentra nada cómodo el Liverpool. Un conjunto acostumbrado a la vertiginosidad y el riesgo como el de Klopp tuvo que plegar velas y apagar motores. Aún así, Firmino tuvo la oportunidad más clara de marcar como había hecho en las semifinales, pero esta vez su remate se estrelló en el poste. También Alisson trabajó de lo lindo, especialmente en un remate abajo de Gabigol. Es un seguro de vida el portero brasileño del Liverpool, siempre con ese aire de hippie perdido en Alaska al estilo Into the Wild.
Lo que reflejó la final, además de la mejoría evidente de Flamengo con respecto a equipos sudamericanos de ediciones anteriores, es que el Liverpool anda corto de plantilla. Klopp sólo hizo un cambio en los 90 minutos, Lallana por Oxlade. Por supuesto mantuvo a su tridente, aunque no estaban protagonizando su mejor día. El fichaje de Minamino en invierno viene a proporcionar algo más de fondo de armario a un equipo que aspira a seis títulos.
La final estaba en punto muerto, pero las emociones llegaron a paladas. Para empezar, en el minuto 91 del tiempo reglamentario, el árbitro qatarí pitó penalti por falta de Rafinha sobre Mané pero la acción fue anulada por el VAR. Martínez Munuera, por cierto, el representante español en este Mundial, acertó de pleno porque la jugada era fuera y ciertamente discutible. Mal día para que los críticos con el videoarbitraje se reafirmen en sus tesis. Rafinha, Flamengo y su apasionada afición respiraron. El partido se fue a la prórroga.
La final estaba para pocos errores. Lo que no sabía Flamengo es que el Liverpool castiga no sólo errores, sino también excesos de alegría. Así, una subida de Filipe Luis por la izquierda –de las pocas que protagonizó- la aprovechó el cuadro inglés para dibujar un contragolpe lanzado por Salah, aclarado por Mané y culminado por Firmino. Puro Liverpool. Puro Klopp. No hay equipo en el mundo –y muy pocos en la historia- que tracen los ataques al espacio como hacen los reds. Había pocas dudas en torno a este Liverpool, pero la final de Doha lo atestigua un poco más. Klopp es un técnico legendario, único en la historia del club. Desde ahora, además de The Normal One es el dueño del mundo… as.com