Por JUAN T H
¿Qué está pasando que de repente la gente se percata de que nada está bien, que todo está por hacer, que los hospitales están deteriorados, que las escuelas requieren de reparación, que no hay libros escolares, que no hay almuerzo para los alumnos, que la Universidad Autónoma de Santo Domingo necesita dinero, que no puede continuar acumulando déficits, que hay delincuencia en las calles, que el transporte público es deficiente, que las calles están deterioradas al igual que las autopistas, que los alimentos de primera necesidad están muy caros, que el precio de los combustibles está por las nubes, que el gobierno en sentido general no ha hecho nada en los casis dos años de gestión, etc.?
¿Por qué la gente le reclama al presidente Luís Abinader en menos de dos años lo que no le pidió que hicieran los gobiernos del PLD (Leonel Fernández-Danilo Medina) en 16 años?
¿Qué está pasando? ¿Percepción o realidad? ¿Acciones políticas organizadas por los corruptos ante la amenaza de ser sometidos a la justicia? Tengo constancia que alcaldes, senadores, diputados y ex funcionarios de los gobiernos pasados están detrás de las protestas que buscan crear un clima de ingobernabilidad tratando de dañar la buena imagen del presidente Luís Abinader.
En este país siempre hay razones para las protestas, precisamente porque los gobiernos que hemos tenido no han no pagado la enorme deuda social con el pueblo. Pero en el marco de la realidad actual la huelga que pretendió paralizar la zona más productiva y próspera del país, como el Cibao, no tiene justificación.
Durante 16 años el Partido de la Liberación Dominicana gobernó el país sin mayores dificultades. Todo de lo que la gente se queja hoy, estaba peor durante esos años de pandemia morada a pesar de los inmensos recursos que manejaron, pero la estructura de comunicación era tan grande y tan poderosa, que los ciudadanos no parecían darse cuenta; estaban como hipnotizados, como zombis caminando por las calles, drogados con las mentiras que les vendían a través de las “visitas sorpresas”, la aparición del presidente Danilo Medina en la primera plana de todos los diarios los lunes de cada sema, al igual que los martes, miércoles, jueves, viernes, sábados y domingos. No había un día que el presidente Medina no ocupara los primeros planos; no había un día en que un ministro no fuera invitado a los programas de radio y televisión de mayor rating. La agenda comunicacional se elaboraba en el Palacio Nacional donde laboraba el brasileño de Odebrecht, Joao Santana, a quién tanto le agradeció Danilo Medina su trabajo de comunicación.
Todos los comunicadores de la red, que eran más de tres mil, decían lo mismo: “el país está bien”, “el país está bien”, “la economía crece”, “la economía crece”, “el presidente Danilo es el mejor presidente del mundo”, “el presidente Danilo es el mejor presidente del mundo” … Todos los días la misma cantaleta, las mismas mentiras, que repetida mil veces en los periódicos, en las redes sociales, en la radio y la televisión, se convertían en verdad. (Fake News)
Las bocinas, pitos, cornetas y megáfonos, jugaron su papel de esconder los actos bochornosos del PLD. Los resultados del trabajo comunicacional no se pueden negar, fue exitoso; no es casual que muchos comunicadores anhelen el regreso del PLD al poder, incluso algunos que hoy dicen estar con el gobierno del PRM, por conveniencia coyuntural.
Los del PLD -hay que admitirlo- eran, y siguen siendo, muy buenos en comunicación estratégica, en convertir mentiras en verdades, en vender un producto electoral mediocre y sin liderazgo real como Danilo Medina, lo vendieron -y la gente lo compró- como si fuera lo “ultimo de los muñequitos”.
La verdad es que los gobiernos del PLD hipotecaron el país cogiendo dinero prestado, la verdad es que se robaron el país en 16 años, la verdad es que montaron un narco Estado, la verdad es que nadie estaba seguro en ningún lugar, la verdad es que los plátanos llegaron a costar 35 y 40 pesos la unidad, la verdad es que el “ajo” era tan caro como el petróleo porque una mafia de Palacio lo acaparaba, la verdad es que la corrupción no se detuvo en la puerta de ningún despacho durante los gobiernos del PLD que encabezaron Leonel Fernández y Danilo Medina, la verdad es qué, como dijera la fallecida presidente de la Cámara de Cuentas, Licelott Marte de Barrios, con el dinero de la corrupción se pudo construir otra República Dominicana, desarrollada, prospera y segura.
La gente parece despertar de su letargo y se da cuenta que todo está mal. Si todo está mal ahora, después de 16 años de gobiernos morados, es porque no hicieron nada, porque la incapacidad, la vagancia y el robo, no lo permitieron.
Para los que llegaron ahora, para los que acaban de despertar del largo sueño inducidos por una costosa campaña mediática anestésica, debo decirles que Luís Abinader encontró un país devastado por el ciclón batatero morado que azotó todo el territorio nacional, que llegó al gobierno en medio de una pandemia y una crisis económica que se agravó con la guerra de Rusia, Ucrania, Europa y Estados Unidos; debo decirles que no ha sido fácil enfrentar todos los problemas heredados más los que se han presentado en el camino, en menos de dos años.
Por suerte el presidente se llama Luís Abinader, no Danilo Medina, ni Leonel Fernández, porque entonces nos estaría llevando el Diablo. Gracias a la honestidad de Abinader, a su capacidad de trabajo, a su entrega, no hay desabastecimiento de alimentos, los empleos se han recuperado, el turismo y la economía.
Pienso, sin embargo, que el mandatario requiere de acompañamiento, porque no todos los funcionarios están haciendo el trabajo que demanda la situación. Talvez sea necesario remenear el árbol y producir algunos cambios y movimiento. Del mismo modo considero que el PRM no está jugando el rol de partido oficialista. Aunque es cierto que el PRM tiene que resolver los problemas internos procurando fortalecerlo como brazo político organizado y disciplinado.
Y finalmente debo decir, que en materia de comunicación el gobierno sigue débil. Como dijera Abinader, no se trata de gastar más, se trata de gastar bien y mejor.