Algunas personas dijeron que empezaron a bañarse menos durante la pandemia. Mientras nadie se queje, dicen que planean mantener el nuevo hábito
Por Maria Cramer
nytimes.com/es
Robin Harper, una asistente administrativa en un prescolar en Martha’s Vineyard, creció duchándose a diario.
“Es lo que se hacía”, dice. Pero cuando la pandemia del coronavirus la obligó a encerrarse en casa y alejarse del público en general, empezó a ducharse una vez a la semana.
La nueva práctica le pareció virtuosa en términos del medioambiente, práctica y liberadora. Y ha llegado para quedarse.
“No me malinterpreten”, dice Harper, de 43 años, quien ha vuelto al trabajo. “Me gustan las duchas. Pero es una cosa que me he quitado de encima. Soy madre. Trabajo a tiempo completo, y es una cosa menos que debo hacer”.
La pandemia puso patas arriba el uso de los pantalones con cierre y cambió los hábitos de alimentación y de bebida de la gente. Ahora hay indicios de que ha provocado que algunos estadounidenses se vuelvan más espartanos en lo que respecta a las abluciones.
Los padres se han quejado de que sus hijos adolescentes renunciaron a las duchas diarias. Después de que los medios de comunicación británicos informaran de una encuesta de YouGov que mostraba que el 17 por ciento de los británicos había abandonado las duchas diarias durante la pandemia, muchas personas en Twitter dijeron que habían hecho lo mismo.
Heather Whaley, una escritora de Redding, Connecticut, dijo que su uso de la ducha se había reducido en un 20 por ciento en el último año.
Después de que la pandemia la obligara a encerrarse, Whaley, de 49 años, dijo que empezó a pensar por qué se duchaba todos los días.
“¿Lo necesito? ¿Quiero hacerlo?”, dijo. “El acto de ducharse dejó de ser un hábito y se convirtió en una cuestión de hacer algo por mí misma, algo que disfrutaba”.
Harper, que sigue usando desodorante y se lava a diario “las partes que hay que limpiar” en el lavabo, dijo que estaba segura de no ofender a nadie. Su hija de 22 años, quien es exigente con el baño y se ducha dos veces al día, no ha hecho ningún comentario sobre su nuevo hábito de higiene. Tampoco los niños de su colegio.
“Los niños te dirán si no hueles bien”, dijo Harper. “Los niños de 3, 4 y 5 años te dicen la verdad”.
La tubería de agua en interiores y la movilidad social lo cambiaron todo
Las duchas diarias son un fenómeno bastante nuevo, dijo Donnachadh McCarthy, un ecologista y escritor en Londres que creció tomando baños semanales.
“Nos bañábamos una vez a la semana y nos lavábamos debajo del fregadero el resto de la semana —las axilas y las partes íntimas— y eso era todo”, explica McCarthy, de 61 años.
Cuando se hizo mayor, se duchaba todos los días. Sin embargo, después de que una visita a la selva amazónica en 1992 revelara los estragos del desarrollo excesivo, McCarthy dijo que empezó a reconsiderar cómo sus hábitos diarios estaban afectando el medioambiente y su propio cuerpo.