Por Miguel Ángel Cid Cid
El licenciado Julio César Valentín Jiminián, abogado y político, recién publicó el libro Los movimientos sociales dominicanos en el siglo XXI. Es una investigación que resalta las características de los movimientos sociales en boga. La obra retoma un tema manido en los estudios sociológicos realizados en la segunda mitad del siglo XX pasado. El autor debela por qué hoy las protestas logran triunfos resonantes.
La investigación se enfoca, primero: en el avance de las luchas sociales en el país. Diferentes a cómo eran cuatro décadas atrás, en el presente los movimientos sociales son más organizados, sistemáticos y planificados.
Segundo: es una crítica al entonces gobiérnate, Partido de la Liberación Dominicana, por negarse a buscar salidas dialogadas a las propuestas de los protestantes. El estudio es un aporte al conocimiento socio-político de los nuevos movimientos sociales.
La obra identifica los movimientos sociales como entes políticos contenciosos, frente a “los poderes públicos o los espacios de poder”. Una confrontación en “busca de la revocación de medidas” especificas. Cree que, mientras el propósito de los partidos políticos es “la conquista del poder”, los movimientos sociales “se expresan frente al poder”.
Julio César Valentín dice que los lideres que condujeron los movimientos sociales perseguían “la construcción de un “nosotros”, un sentimiento de identidad colectiva, unos propósitos y valores compartidos”. Por ejemplo, dice que pueden identificase las agrupaciones que dirigían las protestas por el 4% del PIB para la educación. Pero, “nadie puede identificar quiénes fueron los líderes o cómo se estructuraba el movimiento”.
Pero los lideres del partido de gobierno fueron incapaces de identificar esos patrones que el autor llama, “métodos o tácticas de dramaturgia”. No descifrar con tiempo el conjunto de dramas, permitió que “las reivindicaciones adquirieran niveles inusitados de visualización y teatralidad”. La llegada de la revolución tecnológica, “de la comunicación y la información” permitió “ampliar los repertorios de acción colectiva”.
El autor observa una relación en la que los movimientos sociales aprovechan el crecimiento de la clase media. Que el buen “desempeño económico dominicano” contribuyó a “la reducción de la pobreza”. Que ésa mejoría empujó, a su vez, la expansión de la clase media. El cambio económico acarreó, en consecuencia, replantear los métodos de lucha. Antes, las demandas sociales eran diferentes, “hoy, los nuevos sujetos sociales recurren a reivindicaciones de nuevo cuño, de nueva generación”.
El autor establece que, en los movimientos sociales dominicanos los cambios son cualitativos, respecto a los intereses representados. Igual acontece con los métodos de lucha y la sistematicidad de los esfuerzos para lograr los objetivos.
El exsenador asegura, con Manuel Castells, que los gobiernos carecen de una comunicación adecuada. La forma de ellos comunicar está chapada a la antigua. “Los gobiernos no logran comunicarse apropiadamente, no logran canalizar o al menos escuchar, sensible y eficazmente, porque están más configurados de acuerdo con los modelos tradicionales de comunicación de masas que con los patrones de la comunicación en red”.
Ése modelo de comunicación ha llevado a que los partidos políticos dejaran de ser los “exclusivos actores de mediación entre sociedad y Estado”. El desvío lleva al autor, a proponer que “las élites deben implementar un cambio de modelo en la forma en que se comporta la política”. Él dice que ya “Es hora de innovar en todos los sentidos”.
Perfil del autor
La forma de hablar rápido revela en Julio César Valentín Jiminián el histrionismo que lo caracteriza. Pero el dramatismo es el elemento de seducción para atraer seguidores en lo personal y en la política. Para muestra, un botón: el partido lo designó suplente de delegado ante la Junta Electoral de Santiago. El hecho bastó, para que se catapultara como el líder peledeísta más popular de la región del Cibao. Para él, una tarea representa un reto para ser, si no el mejor, estar entre ellos.
El autor de la obra es abogado, político, y profesor universitario. Antes publicó Dimensiones Liberales y Progresistas de la Constitución de 1963, además, Constitución, Reforma y Democracia. De la imposición autoritaria al pacto político-social.
En su partido, el PLD, Valentín Jiminián es miembro del Comité Político, el más alto órgano de dirección de la organización. Ha sido fiscal de Santiago, juez de instrucción, Diputado y presidente de la Cámara de Diputados 2006-2010. Luego de presidir el hemiciclo, fue electo Senador de la República en dos ocasiones, cargo que ocupó hasta el 2020.
Tengo la certeza que, en esta nueva obra el Lic. Valentín proporciona un instrumento para hacernos un juicio sobre el rol de los movimientos sociales frente al Estado. Frente al partido. Con la anuencia del autor, creo que llegó el momento de la autocrítica para las cúpulas de los partidos políticos –no solo el PLD–. De cambiar la forma y el fondo de sus prácticas políticas.
Retomando el tema, el autor duda que tengan éxitos “las promesas de desarrollo y generación de riquezas a espaldas de la sostenibilidad y la protección ambiental”. Cree que el siglo XXI inaugura el apoyo a los movimientos ambientalistas. Sin ánimo contradictorio, recuerdo que, los ambientalistas torcieron el pulso del gobierno en 1981 con la construcción de la Carretera Cibao-Sur.
Atañe a los partidos políticos, las autoridades del gobierno y a los lideres sociales intermedios estar al acecho. Los dos primeros para interpretar de manera correcta las luchas que vendrán. Y los segundos, los lideres sociales, porque deberán estar listos para poner de manifiesto la creatividad que caracterizó los movimientos que le antecedieron. Sobre todo, porque, dice Valentín, “no se sabe a ciencia cierta cuál será el resultado final de este proceso”. Es decir, Marcha Verde puede volver con más bríos.
Pero que Marcha Verde regrese confirmaría que, la ciudadanía es “cada vez más vigilante, impaciente, reflexiva, implacable y dispuesta a la movilización contra cualquier acto que considere reprochable o corrupto de parte de funcionarios públicos”.
Hoy los movimientos sociales se distinguen por dejar atrás los “métodos de tumulto del siglo XX pasado”. Lo anterior tiene doble interpretación. Primero, ¿Será que el exsenador está satanizando los métodos del pasado? O, segundo, ¿Será qué, él reconoce la capacidad de transformación, de resiliencia de los movimientos sociales?
En suma, las élites políticas y oligárquicas dominicanas comenzaron a ver los movimientos sociales como “un clavo en el zapato”. Los movilizados en Marcha Verde protestaban contra la corrupción, no contra el presidente de turno. Pregunto:
¿Por qué se hicieron de la vista gorda negándose a dialogar? ¿Por qué no fueron donde el zapatero de la esquina, a que le sacara el clavo al zapato? Las elites, dice el autor, deben aprender a respetar el “poder de la gente en las calles y de una ciudadanía en movimiento”.
Ficha técnica
Valentín Jiminián, Julio César. LOS MOVIMIENTOS SOCIALES DOMINICANOS EN EL SIGLO XXI. — Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 2022. 323 páginas.
Consta de siete capítulos, las conclusiones y un apéndice. El prólogo de la obra corresponde al Dr. Leopoldo Artiles Gil, director de la escuela de sociología de la UASD. La redacción es sencilla, pero sigue las normas de escritura propias de los textos científicos-investigativos.
Vale resaltar que, la critica del investigador a la cúpula peledeista, es una crítica a sí mismo. Que el mea culpa de Valentín –en un partido poco dado a reconocer equívocos– es un acto de valentía de alto riesgo.
Miguel Ángel Cid
Twitter: @miguelcid1