Por JUAN T H
Todos los imperios han caído, no importa su tamaño ni su poder político, económico y militar. Ningún imperio ha sobrevivido en el tiempo, ni aquellos que en algún momento se creyeron predestinados por la providencia. Ni siquiera Roma, “ciudad eterna”, la “ciudad de Dios” escapó a la destrucción. Desapareció el Imperio Persa, el Imperio Ruso, el Imperio Británico, el Imperio Chino, durante la dinastía Qing, el Imperio Frances, el Imperio Español, el Imperio Romano, el Imperio Bizantino, el Imperio Otomano y la dinastía Han, el Imperio Alemán, el Imperio Japonés, (La Casa Imperial), entre muchos otros, más grandes, más pequeños, más débiles, más poderosos. El Imperialismo de Estados Unidos es relativamente joven. Nace, históricamente tras la guerra, la rebelión de 13 Estado que proclaman la independencia en 1775.
Los países imperialistas avasallan utilizando su poder militar imponiendo, no sólo gobiernos, formas de gobernar; también imponen su lengua, su cultura, su comida, sus deportes y su religión; violan sus mujeres, matan a sus hijos. (Por ejemplo: Los imperialistas romanos que mataron y crucificaron a Jesucristo, (Por cierto, no existe ninguna evidencia física científica sobre la existencia de ese persona, mito y leyenda), a quién, según el relato bíblico, sustituyeron por barrabás. Es decir, prefirieron al ladrón que al santo mesías que vino al mundo a redimir a los humanos de sus pecados (¿¡), Los romanos imperialistas fueron los mismos que años después impusieron el cristianismo a sangre y fuego en todos los territorios que dominaron. (Las Cruzadas, las Inquisiciones, etc., fueron parte de las matanzas provocadas por esos cristianos, incluyendo el exterminio de los indígenas latinoamericanos, principalmente en La Isla Española, donde, en tan solo 30 años, los mataron sin piedad, como si fueran bestias esclavizadas, no seres humanos: hombres, mujeres, ancianos y niños. (“Los indios vivos se convirtieron en cristianos muertos, escribió el poeta Pablo Neruda)
El imperio norteamericano (Imperialismo Yanquee) se ha extendido por prácticamente todo el mundo gracias a su poder económico, (a través de una moneda falsa y ficticia que se llama “dólar”, sin ningún respaldo que no sea el de las bombas, incluyendo la Atómica, los misiles de corto y largo alcances, sus cada vez más destructivos submarinos atómicos, los aviones y portaaviones cada vez más veloces y destructivos, y la proliferación en todo el planeta de imponentes bases militares, etc.
Con todo ese arsenal, casi imbatible, el Imperialismo Norteamericano ha impuesto gobiernos, dado golpe de Estado, asesinado a lideres importantes en todas partes del mundo, incluyendo en su propio territorio (Martín Luther King, entre muchos otros. (Siempre hay excepciones como el caso del comandante de la revolución cubana, Fidel Castro, a quien no pudieron asesinar a pesar de haberlo intentado centenares de veces)
La historia de la humanidad no había conocido un imperio tan poderoso (ni siquiera el Imperio Romano, Otomano, japonés, ruso, Frances, etc.) como el de los Estados Unidos, con apenas el cinco por ciento (o el 6) de la población mundial. Alrededor de 8 mil 200 personas. ¡increíble!
En resumen: no es posible que el 5% de la población del mundo (Estados Unidos) sea el gendarme del mundo, el Policía que lo controla todo, el que decide quien vive y quien muere, con países tan grandes como China con más de cuatro mil 500 personas, la India, con una población similar o mayor, rusia, el país más grande del mundo territorialmente, Brasil, que en sí mismo es un continente, Canadá, que es otro de los territorios más extensos del planeta, México, con más de dos millones de kilómetros cuadrados al igual que Colombia, etc. Este no es ya un mundo unipolar, es multipolar. La correlación de fuerzas ha cambiado. Estaos Unidos es un punto en el mapa del mundo. El sistema geopolítico ha dado un cambio radical. El mercado internacional no es el mismo, ni las relaciones entre los pueblos. Hay que respetar los acuerdos y tratados multilaterales, la soberanía y la independencia de cada pueblo, cuestiones que el gobierno norteamericano no quiere aceptar. Ya no puede imponerse por la fuerza como en años anteriores.
Nada es eterno en el mundo, ni siquiera el propio mundo. El planeta se extinguirá, de un modo u otro, más tarde o más temprano. Es la ley de la vida, la dialéctica de la naturaleza. Todo lo que nace, crece, se desarrolla y muerte. La raza humana se destruye a sí misma, es depredadora, destruye el medio amiente, extrae los recursos naturales del planeta, tierra y mar, indiscriminadamente sin tomar en cuenta los daños que durante siglos le ha causado. El planeta muere. El hombre lo está matando lentamente. (“Tanto nadar para morir en la playa”)
Estados Unidos va en declive vertiginosamente, como el tango famoso, “cuesta abajo en su rodada”, enfrentando a través de los inaceptables aranceles y sanciones unilaterales y abusadores a prácticamente todos los países del mundo, sin tomar en cuenta si son aliados o enemigos, si están cerca o lejos de su territorio. ¡Una verdadera locura!
Pero, afortunadamente, la mayoría de los países han dado la cara. Han dicho ¡No! Los países se están uniendo, formando bloques importantes. China, el coloso asiático, el oso ruso, Jamón, México, Brasil, Canadá, Groenlandia, los africanos y hasta los países árabes, donde los conflictos étnicos, religiosos y bélicos no terminan nunca, entre otros. Ya no más. China ha dicho que está preparada no solo para una guerra comercial, sino incluso militar. Mientras tanto, la economía norteamericana se derrumba, la bolsa de valores desciende, los millonarios comienzan a perder millones, la industria se debilita, el costo de la vida aumenta, el desempleo crece. Los inmigrantes reclaman sus derechos con el respaldo de la mayoría de sus países. El sueño americano desaparece. La teoría Monroe ya no tiene espacio en el firmamento latinoamericano de hoy.
Los pueblos muchas veces se equivocan. La historia lo confirma. Fue la gente, el pueblo alemán, quien eligió a Hitler, quien provocó, con su ambición, su xenofobia, su esquizofrenia y sadismo patológico, quien condujo al mundo a la Segunda Guerra Mundial que solo al pueblo ruso le costó más de 20 millones de muertos, sin contar los 8 millones de judíos. (En total más de 50 millones de seres humanos)
Razones de sobra tengo para pensar que Adolf Hitler, que llegó al poder en circunstancias parecidas, pero en otros tiempos y otro espacio político, tras la Primera Guerra Mundial, se parece mundo al actual presidente Donald Trump que ordenó el asalto al Capitolio sin pagar ninguna consecuencia posterior. Al contrario, fue electo presidente con todos los poderes.
El pueblo norteamericano eligió, abrumadoramente al presidente Donald Trump, dándole demasiado poder sin estar preparado mental, política ni culturalmente. Confío en que el pueblo norteamericano, y, el mundo, puedan detener esta locura. El mundo, de verdad, como decía el escritor Eduardo Galeano, está patas arriba. Trump lo tiene patas arriba.
¿Hacía dónde va el mundo hoy? Francamente no lo sé. Como dijera el filósofo: Yo solo sé que no se nada. Pero tengo miedo. Temo lo peor. Lástima que en este país parece que todos vivimos de espalda a lo que está sucediendo en el planeta.