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Santiago, RD.- El ex presidente Hipólito Mejía hizo un llamado dramático a la acción mancomunada de los sectores público, privado y todos los actores que de uno u otro modo contribuyen al deterioro del equilibrio de la naturaleza. Planteó que se trata de un asunto de supervivencia.

Altice

Puso como ejemplo el Plan Sierra que ha logrado demostrar que se puede vivir en una situación de equilibrio entre la naturaleza, el hombre y la siembra de futuro mediante la reforestación y cuidado del bosque y las aguas.

También destacó la importancia del fomento, cuidado y desarrollo de las ciencias de los ríos intervenidas de manera inconsciente y dañina para la conservación de las fuentes de agua.

Criticó, acerbamente, la falta de políticas públicas dirigidas a la reforestación que contribuirá a crear un régimen de lluvias que permitirán atender las necesidades de agua para humanos, animales y para la agropecuaria.

Se refirió, por ejemplo, al efecto dañino de la sequía que obliga a la emigración de pueblos, que provoca la muerte de animales de cría, e impide el desarrollo y crecimiento de la producción agrícola.

Destacó que el cambio climático es uno de los principales retos que experimenta la humanidad hoy día.

Apuntó que “los desafíos que hoy enfrenta la humanidad en cuanto al clima, no tienen precedentes. Un informe emitido a finales del año pasado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), expresa que la temperatura del planeta alcanzará el umbral crucial de 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales para el año 2030, lo que precipitará gravemente el riesgo de sequías extremas, incendios forestales, inundaciones y escasez de alimentos para cientos de millones de personas en todo el mundo”

Mejía dijo que “esta realidad nos obliga a definir una agenda propia y a ejecutar nuestro propio plan de acción con medidas mitigantes y de adaptación a todos los niveles, entiéndase: agricultura, industria, minería, turismo, energía, transporte, cuencas hidrográficas, obras públicas, salud y educación, entre otras.

“El plan de acción necesario para enfrentar los retos que nos presenta el cambio climático”, señaló enfáticamente, tiene que contemplar ideas nuevas. (no podemos esperar resultados distintos, haciendo lo mismo), contar con la voluntad y apoyo efectivo de los gobernantes; y, por último, este plan tiene que involucrar a los empresarios, a la sociedad civil y a los grupos comunitarios en todo el territorio nacional”

Mejía recordó que “cuando ejercimos la posición de Secretario de Estado de Agricultura, en el periodo 1978-1982, procedimos a crear la Subsecretaría de Estado de Recursos Naturales, y el Servicio Nacional de Conservación de Suelos y Aguas, con el mandato de promover la protección y conservación de nuestras cuencas hidrográficas.

También resaltó que “consecuentemente, una de las primeras medidas tomadas después de juramentarnos como presidente de la República en el año 2000, fue promulgar la ley 64-00 que creó la entonces Secretaría de Estado, hoy Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Esta Ley y los reglamentos que le acompañan contienen las normativas que se necesitan para que la República Dominicana pueda responder con eficacia a los retos medioambientales de nuestros tiempos”.

El ex presidente pronunció una conferencia sobre “El cambio climático y su impacto en la agricultura”:, cuyo texto completo se copia a seguidas, durante ”El Tercer Foro Regional del Parlamento Centroamericano” en la sede de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.

“EL CAMBIO CLIMATICO

Y SU IMPACTO EN LA AGRICULTURA

Señoras y señores:

“Me siento muy complacido de compartir algunas reflexiones con los participantes de este Tercer Foro Regional del Parlamento Centroamericano, sobre uno de los temas de mayor trascendencia en la época actual: me refiero a la amenaza que significa el cambio climático para la sostenibilidad de los recursos naturales que conforman el hábitat de las especies vivientes, incluyendo el hombre.

“Por mi formación técnica y mis convicciones ciudadanas, siempre he valorado la importancia del medioambiente, como recurso para la agricultura y como espacio natural para una calidad de vida sana y productiva.

“Por ello, cuando ejercimos la posición de Secretario de Estado de Agricultura, en el periodo 1978-1982, procedimos a crear la Subsecretaría de Estado de Recursos Naturales, y el Servicio Nacional de Conservación de Suelos y Aguas, con el mandato de promover la protección y conservación de nuestras cuencas hidrográficas.

“Consecuentemente, una de las primeras medidas tomadas después de juramentarnos como presidente de la República en el año 2000, fue promulgar la ley 64-00 que creó la entonces Secretaría de Estado, hoy Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Esta Ley y los reglamentos que le acompañan contienen las normativas que se necesitan para que la República Dominicana pueda responder con eficacia a los retos medioambientales de nuestros tiempos.

“Las evidencias científicas confirman que el calentamiento global y los daños causados al planeta son el resultado de la interacción del hombre con la naturaleza a través de actividades económicas y patrones de consumo incompatibles con el ambiente. Así, las causas y consecuencias del deterioro ambiental no pueden analizarse de manera separada de los procesos económicos llevados a cabo por el hombre a través del tiempo.

“Por ello, resulta inútil tratar de encarar los problemas climáticos sin una perspectiva amplia que abarque el conjunto de factores que lo generan, incluyendo aquellos de orden social y cultural como son la pobreza, la mala distribución del ingreso, la exclusión social y la corrupción.

“En las últimas décadas, teorías neoliberales de corto plazo han dominado la escena de las políticas públicas y los programas de desarrollo a escala mundial. La privatización de los bienes públicos, el abandono del papel regulador de los Estados y el debilitamiento de las instituciones de control, han provocado una rápida aceleración de los daños al medioambiente y a la naturaleza.

“Los recursos ambientales se venían analizando solo como factores externos al modelo de crecimiento utilizado. El capital social y cultural, como son el conocimiento, el capital institucional, el capital humano y los valores morales no entraban en la ecuación de optimización. En este modelo el único beneficio perseguido es el monetario.

“Ese paradigma de crecimiento ha producido una secuela de hechos lamentables, como son el calentamiento global, la disminución de la capa de ozono, cambios en los regímenes de lluvias, disminución de la biodiversidad, deshielo de los glaciares, aumento de los niveles de los océanos, suelos fértiles transformados en desiertos, incremento de los incendios, así como muchos otros desastres naturales, ahora desbordados.

“En el ámbito humano y social, el impacto de este paradigma económico no es menos comprometedor. Sus resultados han sido el endeudamiento masivo de los países emergentes, tensiones entre países por el control de las fuentes de energía, convulsiones migratorias, colapso de los sistemas de salud y protección social, derrumbe de los sistemas de pensiones y el aumento de la pobreza; y todo esto, sin olvidar la corrupción y el deterioro moral que corroe a nuestras sociedades.

“Una de las primeras voces de alarma sobre lo que estaba aconteciendo en el planeta como resultado de las intervenciones del hombre, nos llegó a través del informe del Club de Roma en el año 1972, previo a la gran crisis del petróleo.

“En dicho informe se expresaba que, de seguir nuestra tendencia de crecimiento, nos enfrentábamos a una “situación crítica de la actual civilización” y en otro comentario se afirmaba que ¡lo que antes era una amenaza ahora comenzaba a ser una realidad!

“Los desafíos que hoy enfrenta la humanidad en cuanto al clima, no tienen precedentes. Un informe emitido a finales del año pasado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), expresa que la temperatura del planeta alcanzará el umbral crucial de 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales para el año 2030, lo que precipitará gravemente el riesgo de sequías extremas, incendios forestales, inundaciones y escasez de alimentos para cientos de millones de personas en todo el mundo.

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“Señoras y señores, como vemos, hemos llegado a un punto en que se hace inevitable adoptar un nuevo paradigma de crecimiento.

“Es necesario que se deje a un lado la retórica y se asuma en los hechos un enfoque de desarrollo sostenible que, como expresa el Reporte Brundtland, de las Naciones Unidas, es “un desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer las generaciones futuras”.

“Esa es la responsabilidad que tenemos con nuestros jóvenes, con nuestros hijos y con nuestros nietos.

“Debido a la estrecha relación que existe entre medioambiente, agricultura y alimentación, lo que está aconteciendo con el planeta y los fenómenos climáticos, es de alta prioridad el diseño de políticas públicas que contribuyan a mitigar sus efectos de cara al presente y al futuro, por ello, felicito al Parlamento Centroamericano por incluir este importante tema en su agenda legislativa.

“Podemos decir que, de todas las actividades productivas del hombre, la agricultura es la más expuesta y sensible al clima, ya que la domesticación de las especies cultivables que conocemos hoy, y que son la base de la alimentación humana, es el resultado de un dilatado proceso de adaptación a las condiciones climáticas y a los requerimientos nutricionales, cuya selección conllevó varios miles de años.

“Se estima, por ejemplo, que la domesticación del maíz se inició 8 mil años antes de Cristo y ello dio lugar al establecimiento de los primeros pueblos sedentarios que se conocen en América.

“Las evaluaciones realizadas por organismos especializados como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), proyectan impactos dramáticos en los sistemas de producción de alimentos y nutrición de la región.

“De acuerdo con estudios de la FAO, el 23 por ciento del daño ocasionado por el cambio climático se manifiesta en el sector agropecuario, y esto podría incrementarse, si la sequía y la falta de agua siguen produciendo pérdida de empleos, tierras y desplazamientos humanos.

“En un reciente estudio de la CEPAL en Centroamérica, este organismo proyecta que, si no se toman medidas oportunas de adaptación e innovación, ello resultará en una disminución significativa en la producción de alimentos tales como el frijol, maíz y otros granos básicos, a partir del próximo año hacia el 2050. Esos porcentajes de disminución variarían desde el 22 por ciento en Guatemala hasta el 45 por ciento en Nicaragua.

“En el cultivo del arroz, que como sabemos requiere de mucha agua para su desarrollo, hacia finales de este siglo los rendimientos a nivel regional podrían experimentar disminuciones por encima del 50 por ciento, especialmente en Nicaragua y Guatemala.

“Por otro lado, como todos sabemos, la República Dominicana es muy vulnerable a los fenómenos climatológicos, especialmente ciclones, tormentas e inundaciones.

“De acuerdo con el Índice Climático Global, 2019, de 181 países analizados, nuestro país ocupa la posición número 12 de los países más afectados por eventos climáticos extremos entre 1998 y 2017.

“Se calcula que un total de 257 mil 117 personas fueron afectadas por desastres entre 2015 y 2017.

“En el caso dominicano, la sequía y la falta de prevención comienzan a producir efectos que obligan a limitar la siembra de arroz y cultivos menores con resultados catastróficos para los pequeños productores, cuya única fuente de ingreso y alimentación son sus cosechas.

“La ganadería, por otra parte, constituye una de las actividades productivas donde con más severidad está impactando la sequía, situación ésta que amerita un mayor nivel de atención gubernamental.

“Esta realidad nos obliga a definir una agenda propia y a ejecutar nuestro propio plan de acción con medidas mitigantes y de adaptación a todos los niveles, entiéndase: agricultura, industria, minería, turismo, energía, transporte, cuencas hidrográficas, obras públicas, salud y educación, entre otras.

“El plan de acción necesario para enfrentar los retos que nos presenta el cambio climático tiene que contemplar ideas nuevas. (no podemos esperar resultados distintos, haciendo lo mismo), contar con la voluntad y apoyo efectivo de los gobernantes; y, por último, este plan tiene que involucrar a los empresarios, a la sociedad civil y a los grupos comunitarios en todo el territorio nacional.

“El primer paso del país en esa dirección, es terminar de aprobar la Ley de Ordenamiento Territorial, la cual tiene años en el Congreso, sin que se le haya dado la importancia que la misma amerita.

“Esta ley marco debe establecer un plan regulador del uso de los suelos del país, incorporar el concepto de cuenca hidrográfica a nuestro sistema de planificación y demarcar geográficamente la vocación agrícola, ganadera, minera, industrial, forestal y urbanística de cada lugar de nuestro territorio.

“La mayor contribución que podemos hacer a la mitigación de los daños provocados por el cambio climático es tener buenos programas de conservación y manejo de las cuencas hidrográficas.

“Los bosques que capturan dióxido de carbono, las aguas que alimentan nuestros ríos y las temperaturas que regulan el clima dependen de la existencia y condiciones de nuestras cuencas.

“El Plan Sierra, situado en el pulmón natural de esta provincia de Santiago, nos ofrece un modelo exitoso de cómo unir esfuerzos entre el sector público, el sector privado y las comunidades, a fin de realizar proyectos sostenibles de desarrollo y garantizar un manejo armonioso entre naturaleza y ser humano.

“De las 47 cuencas hidrográficas principales que tiene el país, agrupadas en 6 regiones, ocho son prioritarias: Yaque del Norte, Yuna, Yaque del Sur, Ozama, Artibonito, Higüamo, Soco y Nizao, que en conjunto ocupan unos 26 mil kilómetros cuadrados, equivalentes a un 54 por ciento de nuestro territorio nacional.

“Dentro de estas cuencas hidrográficas se encuentran 50 áreas protegidas, que incluyen parques nacionales, reservas científicas, áreas recreativas, refugios de vida silvestre, reservas forestales y reservas biológicas, entre otras, las que constituyen un invaluable patrimonio natural de la nación.

“Estas albergan una considerable biodiversidad, así como el mayor número de especies endémicas de las Antillas.

“Las cuencas hidrográficas de nuestros ríos han sido sometidas a procesos de degradación, resultado de la deforestación, la expansión de la frontera agrícola y el sobrepastoreo de ganado.

“Estos procesos han comprometido la base de recursos, afectando la protección y conservación de la diversidad biológica que albergan estos ecosistemas.

“Es importante señalar que en estas cuencas se localizan un total de 14 presas, y de ellas se alimentan 88 acueductos. De estas presas, 6 son hidroeléctricas.

“Podemos afirmar entonces, que las cuencas son las madres de las aguas del país y su protección es vital para que nuestra población no se vea sometida al triste drama de la escasez de agua, como ha estado pasando en los últimos tiempos.

“Sobre el tema del agua, es necesario decir que el país tiene adecuados recursos hídricos para satisfacer la demanda de este líquido vital. Sin embargo, la ausencia de suficiente infraestructura de almacenamiento y un riguroso plan de manejo de las aguas, tanto para uso humano como agrícola, mantiene todavía un número superior al 25% de la población sin suministro de agua en sus hogares.

“El mal manejo de las presas, debido a la falta de un protocolo que defina claramente las prioridades entre la generación eléctrica y el riego agrícola, conduce a conflictos de uso que perjudican enormemente al sector productor de alimentos, sobre todo en tiempo de sequía.

“Ante los desafíos que el país enfrenta en cuanto al agua, se requieren mayores inversiones en la construcción de embalses, proteger las presas actuales de la sedimentación, rehabilitar los sistemas de riego agrícola, y transformarlos de canales abiertos a sistemas presurizados.

“Esta última medida podría elevar la eficiencia del riego agrícola hasta en un 90 por ciento, lo que actualmente se estima en apenas un 25 por ciento.

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“También ha sido un error costoso el no acompañar las presas de planes de conservación y protección de las laderas circundantes, ya que se estima que la sedimentación ha reducido en un 20% la capacidad de sus embalses.

“Justamente, cuando hablamos de desarrollo sostenible nos referimos a la aplicación de medidas que protejan esas inversiones ya realizadas.

“La presa de Ámina, la presa de Guayubín, la presa de los ríos Soco, Chavón y Sanate, en el éste; la conclusión de la presa de Guaigüí, y muchas otras, son obras necesarias que se enmarcan en la estrategia de desarrollo sostenible que estamos planteando y cuya construcción debe iniciarse sin dilación alguna.

“Señoras y señores, queda claro que la importancia de la inversión en reforestación y protección de los recursos naturales no renovables es una necesidad que no requiere de mayor explicación.

“Resulta una constante en el mundo, que aquellos países que han destruido su foresta y sus recursos naturales son los que viven hoy en la extrema pobreza.

“Una vista comparativa entre el territorio haitiano y el dominicano muestra de manera elocuente como estas dos naciones, que comparten una misma isla, que tenían climas y riquezas similares, hoy presentan niveles de desarrollo muy diferentes.

“Este es un ejemplo de lo que NO podemos permitir que suceda en nuestro territorio.

“Ahora me referiré al impacto del cambio climático en el drama de las migraciones. Tan severo es el efecto de los fenómenos naturales en muchos lugares, que hay autores que han acuñado el concepto de refugiados climáticos, dada la realidad de que cada vez un número mayor de personas se ve obligado a abandonar su lugar de origen a causa de la crisis alimentaria y de agua que se presenta en muchos lugares del planeta.

“Estudios de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la CEPAL estiman que, dentro de las próximas tres décadas, entre 50 y 350 millones de personas tendrán que migrar debido al cambio climático, y entre mil y dos mil millones sufrirán escasez hídrica.

Si estas predicciones se cumplen estamos frente a una verdadera catástrofe mundial.

“Pero no pensemos que estos fenómenos se proyectan para un futuro lejano ni para regiones remotas de nuestros territorios.

“En esta región, en que la población rural depende en un alto porcentaje de la agricultura, para producir sus alimentos y generar ingresos, las sequías que han azotado nuestro país y Centroamérica, han sido devastadoras para la población rural, la cual se ha visto obligada a abandonar masivamente su hábitat para poder sobrevivir.

“No cabe duda de que el cambio climático es una causa profunda de la pobreza y la marginalidad social, y si no enfrentamos sus efectos, será muy difícil tener éxito en la lucha contra el flagelo del hambre y la desnutrición en la región.

“Por otro lado, el turismo es una de las actividades económicas que sufre el embate del cambio climático. Las playas se contaminan con toneladas de algas, y las barreras coralinas se destruyen por la contaminación de las aguas. El ecoturismo, que tiene como soporte los recursos de la naturaleza y que es una importante fuente generadora de ingresos para las comunidades, puede verse seriamente afectado si no se le presta la atención debida.

“Recientemente visité la provincia de Samaná y pude constatar el estado de deterioro en que se encuentra el salto de agua El Limón, debido a la ausencia de planes de protección y manejo sostenible de las áreas circundantes.

“No podemos permitir que este importante patrimonio natural desparezca por la negligencia y descuido de las autoridades responsables de su protección.

“Otro aspecto de interés en la sostenibilidad ambiental del país es el que se refiere al sector de generación eléctrica, ya que es el único emisor de Gases de Efecto Invernadero en cantidades significativas, estimándose que aporta el 61.9 porciento de las emisiones del país.

“En el 2018, solamente el 16.5 por ciento de nuestra energía eléctrica fue generada a partir de fuentes renovables (hídrica, solar, eólica y biomasa).

“El 40.9 por ciento de la energía producida proviene de plantas que utilizan Fuel Oil, que es un combustible costoso, contaminante y técnicamente ineficiente. También se usa carbón mineral, que es una fuente por todos reconocida como altamente contaminante.

“Es imperativo que el país ejecute una política energética más acorde con los compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. La República Dominicana reúne condiciones excelentes para generar una mayor cantidad de su energía a partir de fuentes renovables. Esto es necesario no solo por su efecto en el medio ambiente, sino también, en lo que se refiere a la competitividad de los sectores productivos.

“Ya hay varios países que se acercan a la meta de contar con 100 porciento de energía limpia eólica, hidroeléctrica, solar y geotérmica, tres de los cuales están en Latinoamérica: Costa Rica, Brasil y Uruguay; dos en Europa: y uno en África.

“Señoras y señores, la magnitud y complejidad de los desafíos que nos plantea el cambio climático nos obligan a desarrollar capacidades locales sobre la base de una mayor inversión en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías, las que contribuyan a gestionar eficazmente los riesgos y las incertidumbres que conllevan los desastres naturales.

“Mantener la productividad de la agricultura, la generación de energía limpia, la reducción de las emisiones de la industria, desarrollar infraestructuras resistentes y crear capacidades para la adaptación de la sociedad a las amenazas del clima, requerirán de nuevas iniciativas y muchos conocimientos.

“En el esfuerzo de generar respuestas y soluciones a los nuevos problemas, el sistema educativo y las universidades deben desempeñar un rol de vital principalía. Por eso me alegra hablarle a la comunidad académica aquí reunida, ya que es la educación el principal recurso que necesitamos para enfrentar los desafíos del cambio climático.

“En este sentido, el Programa Regional Centroamericano para la Educación, Capacitación y Sensibilización sobre Cambio Climático en los países del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) tiene un importante papel que desempeñar, definiendo una agenda regional de cooperación e integrando los centros educativos y los centros de investigación a este esfuerzo.

“Queridos jóvenes de hoy y adultos de mañana, les digo, honestamente, que los efectos del cambio climático y el desafío que significa para el bienestar futuro de nuestro país, me preocupa en lo más hondo de mi conciencia ciudadana.

“Por eso, decidí apartarme por un período de la tranquilidad de mi hogar para buscar servirle a nuestro país desde la presidencia de la República.

“A ustedes jóvenes y mujeres que se encuentran en este magno auditorio, les pido que se unan a este esfuerzo de propiciar un gobierno de transición hacia la institucionalidad del país, la innovación y la inclusión social.

“Este no es un camino fácil. Existen muchos intereses, sobre todo de grupos del pasado que se han beneficiado impunemente de los recursos del Estado.

“Señoras y señores, la República Dominicana tiene, al igual que los países miembros del PARLACEN, retos capitales; y la protección del medio ambiente es uno de esos retos impostergables que tienen que ser asumidos con mucha voluntad y pasión por gobernantes y gobernados.

“Es tiempo ya de comprometernos para hacer de nuestros países un lugar más justo, más solidario, más incluyente y menos autodestructivo.

“Es tiempo de asumir con responsabilidad el cuidado de NUESTRA CASA COMÚN, como le ha llamado el Papa Francisco al Planeta que habitamos.

“Amigos todos, actuemos hoy, porque mañana puede ser demasiado tarde.”

Muchas gracias

Hipólito Mejía

11 de septiembre del 2019

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