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VISIÓN GLOBAL

Altice

Nelson Encarnación

Hay quienes tienen la convicción de que el Partido de la Liberación Dominicana se encamina a una segura división como resultado final del trance en que se encuentra, en el cual la incertidumbre marca la tónica.

Sin embargo, la lucha actual difiere muy poco de otras anteriores, tras las cuales el PLD ha encontrado el camino de la unidad para acudir fortalecido a los siguientes comicios.

Esa poca diferencia tiene un nombre y se llamaría reforma constitucional mediante la cual el presidente Danilo Medina entre en escena buscando un tercer período de Gobierno. Saltada esa eventualidad, el PLD tiene una fórmula salvadora de su unidad y se llama “Leo-na”, es decir, Leonel-Navarro.

No hay que ser tan agudo para avizorar que sin Danilo en la lucha directa, las perspectivas se plantean claras hacia un desenlace previsible en las primarias de octubre en las cuales el expresidente Leonel Fernández está supuesto a ganarlas con una mayoría holgada.

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Llegado ese momento y ya con la vista fija en la obligatoria unidad, surgiría Andrés Navarro como un candidato ideal para ser escogido por Leonel para acompañarle en la candidatura vicepresidencial.

Esto, por varias razones. Una de ellas es que Navarro, quien acaba de salir del Gobierno y lanzar su proyecto—en el PLD ni en ningún otro partido hay todavía precandidatos—por su temperamento apunta a ser el menos beligerante y agresivo de los aspirantes internos, lo que se constituye en una figura que, eventualmente, reúne las condiciones indispensables para completar una fórmula presidencial.

Asumo el riesgo que supone lanzar semejante idea a estas alturas del proceso peledeísta, pero lo hago consciente de que desde la perspectiva de un observador situado a una distancia prudente, vale la pena jugarse el vaticinio.

En 2009 me atreví a insinuar que un binomio ganador en 2012 sería la “Fórmula Dama”, es decir, Danilo-Margarita, cuando sonaban tambores de reelección para un tercer mandato de Leonel, los cuales nunca contaron con el respaldo—ni explícito ni soterrado—del entonces presidente.

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Al final, y para garantizar la unidad del PLD, se fraguó la fórmula Dama, aun cuando una fracción del sector afín al presidente del PLD lanzó la precandidatura de la entonces primera dama, provocando serias fricciones momentáneas, pues como recordamos, doña Margarita retiró sabia y oportunamente, dicho proyecto.

Es en un contexto algo parecido que no me resulta aventurado perfilar un probable escenario que guarde relación con aquella experiencia, tomando en cuenta el talante de Navarro que bien pudiera representar a un sector peledeísta sin miedo para el otro.

Conste que la intención no es mellar el proyecto presidencial de Navarro, sino mirando un poco más allá de la curva.

 

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