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Por Franklin Rosa

Altice

Los países pobres no pueden soportar una cuarentena restrictiva que aniquile su sector productivo y que enferme la salud mental de su pueblo, hay que seguir en la trinchera del trabajo productivo y creador de riqueza  combatiendo por la vida y hacer lo imposible para que la pandemia impacte lo menos posible a los sectores vulnerables de la población.

Estamos en el medio del bosque de la gran tragedia de la humanidad, sin norte, sin brújula, detrás de una ilusión, la vacuna,  que en medio de la incertidumbre no se sabe en qué tiempo será realidad.

Lo países ricos pueden soportar un largo tiempo aplicando la renta universal para los desempleados y personas vulnerables,  pero los países pobres pueden quebrar y transformarse en Estado fallido, siendo aplastado por las deudas y su poca capacidad de pago.

Esta delicada situación por la que atraviesa el país y el mundo exige que seamos lo más pragmático posible y  planifiquemos a largo plazo el convivir con esta pandemia endémica del mundo  y  en una conjunción de gobierno-pueblo asumamos la responsabilidad de la apertura de la sociedad y la economía.

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La única fórmula posible que tenemos a manos para mitigar la pandemia y evitar los brotes que pueden colapsar los sistema de salud es aplicar con todo rigor la bioseguridad que está indicada en las famosas tres C.

La primera C que debemos aplicar con todo rigor es:

Evitar los espacios  cerrados.

Está comprobado que la forma más activa de contagio del virus son los ambientes cerrados con poca ventilación, por eso en todos los  países han prohibido  los cultos en iglesia, los gimnasios, los sitios de baile, discotecas  y los restaurantes cerrados, y en las oficinas  públicas y privadas se les exigen que  cumplan disminuir el personal en un 50%   alternándolo cada 7 días.

La segunda C que debe aplicarse:

Evitar la concurrencia.

Todo lo que signifique  aglomeración de personas, reuniones, asamblea, mítines  están prohibidas y en muchos países  solamente  se permiten reuniones de menos de 10 personas.

La tercera C debe implementarse de forma rutinaria entre personas:

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Evitar los encuentros cercanos.

Esta norma es la que expresa en la práctica el distanciamiento social o físico  conjuntamente con el uso obligatorio de las mascarillas y mantener una distancia entre personas de 6 pies o 2 metros,  esta norma debe cumplirse en el transporte  público  como el metro, autobuses y carros de concho.

La aplicación de esta norma de manera estricta obliga a que la educación  en colegios y universidades sean no presenciales  por la concurrencia  y la imposibilidad de mantener el distanciamiento  físico.

La apertura total restringida para los hoteles y para toda la economía  obliga a aplicar todas las normas de bioseguridad del protocolo contra el COVID-19,  e imponer consecuencias judiciales  a los que las  incumplen.

En este sentido apoyamos la flexibilización del toque de queda y  que se aproveche  este tiempo que  falta de toque de queda  para la planificación de la apertura total de la  economía  con todas las restricciones que reduzcan la movilidad social, la concurrencia y el encuentro cercano entre personas.

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