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Los rebeldes del covid, le dicen a este par que forma un equipo que parecía improbable. Jay Bhattacharya nació en Kolkata, una ciudad india que vibra de tanta gente y Martin Kulldorff es de Umeå, Suecia, una localidad con una población de 90.000 habitantes. Sin embargo, ambos tienen mucho en común. “Veo a Martin casi como un hermano”, dice Bhattacharya, de 52 años, quien se mudó a los Estados Unidos con sus padres bengalíes cuando tenía 4 años. “Podría decir que completamos las oraciones que dice el otro, como puede ver”. El sentimiento es “mutuo”, confirma Kulldorff, de 58 años.

Altice

Bhattacharya, médico y economista, y Kulldorf, bioestadístico, estudian epidemiología en las facultades de medicina de Stanford y Harvard, respectivamente, y son, a los ojos de sus críticos, peligrosos opositores de las cuarentenas por covid-19. Un colega, de hecho, llegó a acusar a Kulldorff de practicar la “epidemiología trumpista” después de que concediera una entrevista a la revista de extrema izquierda Jacobin en la que pedía un enfoque “radicalmente diferente” para el manejo de la pandemia.

Los dos médicos son los autores, junto con Sunetra Gupta, profesora de epidemiología en Oxford, de la Declaración de Great Barrington. Publicada el 4 de octubre, la declaración es un cri de coeur contra las cuarentenas y otras restricciones económicas que han detenido a una parte del mundo. El trabajo pide, en su lugar, una “protección focalizada”, una política que permita que “aquellos con un riesgo mínimo de muerte” reanuden sus vidas mientras las sociedades se concentran en “proteger mejor a los que están en mayor riesgo”.

Martin Kuldorff Jay Bhattacharya y Sunetra Gupta
Martin Kuldorff , Jay Bhattacharya y Sunetra Gupta, autores de la Declaración de Great Barrington.

The Wall Street Journal entrevistó a los dos hombres por Zoom, Bhattacharya en California y Kulldorff en Massachusetts. El primero habla de una “campaña mediática sistemática” contra la declaración. Dice que Google hizo una “supresión disimulada” del texto en los días posteriores a su publicación. “Si googleas ‘Declaración de Great Barrington’, lo que sucederá es que el sitio web real aparece en la segunda o tercera página, enterrado bajo una larga lista de historias negativas”.

Descubrieron un problema similar con la “inmunidad de rebaño”. La declaración la establece como el punto final que se debe alcanzar después de que las sociedades hayan minimizado la “mortalidad y el daño social”.

“La politización del covid”, dice Kulldorff, “es extremadamente desafortunada. La gente asume automáticamente cuáles son sus creencias políticas en función de sus opiniones sobre la pandemia. Esto es muy extraño, en mi opinión”. Bhattacharya agrega que “los marcadores tradicionales de la identidad política no tienen absolutamente ningún significado” en el contexto del covid.

Para ilustrar el punto, Kulldorff dice que ha defendido al gobierno socialdemócrata de Suecia, que “mantuvo las escuelas abiertas contra las enormes críticas internacionales”, cuestionó al gobierno conservador británico por su cierre, elogió al gobernador republicano de Dakota del Sur por su apertura comercial, y criticó al gobernador republicano pro-cuarentenas de Massachusetts, donde vive… “Para algunos soy socialista, para otros soy conservador”, rio.

Bhattacharya cita un ejemplo de la política del covid que encontró “impactante”. Cuando estallaron las protestas de Black Lives Matter, dice, “1.300 epidemiólogos firmaron una carta diciendo que las concentraciones eran coherentes con las buenas prácticas de salud pública. Eran los mismos epidemiólogos que habían argumentando que esencialmente deberíamos ponernos en cuarentena”. En su opinión, esto aceleró “las críticas apropiadas” contra los firmantes de la carta, “que le habían pedido a la gente que cerrara sus negocios, que no asistieran a las escuelas, que dejaran de ir a los templos religiosos y, sin embargo, dicen que está bien protestar. Simplemente apestaba a prejuicios políticos”.

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Kulldorf adelantó que no revelerá su inclinación política “hasta que esta pandemia termine”. Está convencido de que un científico de la salud pública, tiene que trabajar sin “infundir sus creencias”. Bhattacharya, en cambio, se define como de “centro-derecha”. Lo que sí deja Bhattacharya es una pista: “El covid me ha enseñado que comparto valores con personas con tendencias políticas muy, muy diferentes a las mías. Martin es sin duda un gran ejemplo de esto, probablemente el mejor ejemplo”.

Lo que une a los dos hombres es su repulsión contra la “política actual contra el covid”. Esta política “viola todos y cada uno de los valores que aprecio, todos y cada uno”, asegura Bhattacharya. Agrega que concede una importancia primordial – “derivado, en mi caso, de los compromisos rawlsianos y cristianos” – a la protección de los vulnerables y los pobres en todo el mundo de “la muerte y el sufrimiento evitables”. Los encierros han “fracasado manifiéstamente al inducir el colapso económico que ha puesto las vidas de 130 millones de personas pobres en todo el mundo en riesgo de morir de hambre”.

También valora “las normas de la ética médica que militan en contra de hacer daño a los pacientes”. La política actual de encierro, según su declaración, pide a los niños y adultos jóvenes, “que enfrentan más riesgos médicos y psicológicos por la cuarentena que por la infección del covid”, que acepten este daño “con la falsa esperanza de que este sacrificio protegerá a los vulnerables”

Kulldorff describe los encierros como “el peor asalto a la clase trabajadora en medio siglo, el peor asalto desde la segregación y la guerra de Vietnam”. Las políticas actuales protegen a “estudiantes universitarios de muy bajo riesgo y profesionales de muy bajo riesgo (abogados, banqueros, periodistas, científicos como yo) porque básicamente podemos trabajar desde casa”.

A diferencia de los profesionales privilegiados, dice Kulldorff, la clase obrera “está trabajando, incluidas las personas de alto riesgo de 60 años. Entonces, la clase trabajadora está construyendo la inmunidad de la población que eventualmente nos protegerá a todos”. Bhattacharya agrega que una de las razones por las que “las poblaciones minoritarias han tenido una mayor mortalidad en los EEUU a causa de la pandemia es porque a menudo no tienen la opción de quedarse en casa, incluso si son mayores o tienen afecciones comórbidas”.

Las políticas de cuarentena no solo son “regresivas”, con su impacto dispar sobre los pobres y las minorías; reflejan -dice Bhattacharya- una “especie de monomanía”. El mundo “entró en pánico en marzo, y la atención se centró en el control del covid y nada más”. La gente vio fotos de Wuhan, China y Bérgamo, Italia, y llegó a la conclusión de que tenían que hacer “algo muy, muy drástico para abordar esta cosa dramática que está sucediendo”. Hubo “un sesgo de acción que llevó a la adopción de cuarentenas como una forma de contagio en sí”.

Kulldorff dice que las restricciones del covid-19 violan dos principios cardinales de salud pública. Primero, “no se puede simplemente mirar al covid, hay que mirar de manera integral la salud y considerar el daño colateral”. Entre los daños: una incidencia cada vez mayor de enfermedades cardiovasculares y cáncer y una disminución alarmante de la inmunización. “La gente no va al médico”, dice. Bhattacharya también señala la suspensión de los programas de tuberculosis en la India y de los programas de erradicación de la malaria en otros lugares.

El segundo principio, según Kulldorff: “No se puede simplemente mirar a corto plazo”. Bhattacharya vaticina que contaremos los daños a la salud de estos confinamientos “durante mucho tiempo”. Dice que los esfuerzos anti-covid están sembrando las semillas de otras epidemias: “La tos ferina volverá. La poliomielitis volverá debido al cese de las campañas de vacunación. Todas estas enfermedades en las que hemos logrado avances sustanciales comenzarán a regresar”.

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Ambos hombres dicen que la Declaración de Great Barrington es un llamado a volver a la práctica tradicional de salud pública. “No estamos defendiendo nada realmente novedoso”, dice Bhattacharya. “Es un llamado a pensar de manera integral sobre la salud pública nuevamente, no solo sobre una enfermedad”. La declaración también refleja “las normas del discurso científico abierto, que han sido violadas por los defensores de los confinamientos en nombre de proteger al público de ideas ‘peligrosas’”.

Kulldorff lamenta el cierre de las mentes científicas. Cita “una carta muy extraña”, una carta abierta publicada el 9 de septiembre por 98 miembros de la facultad de la Facultad de Medicina de Stanford criticando a Scott Atlas (un ex miembro de la facultad de medicina de esa casa de estudios), que forma parte del grupo de trabajo sobre el coronavirus del presidente Trump. “Lo criticaron muy duramente por no ser científico, por tergiversar la ciencia”, pero no ofrecieron pruebas, dice Kulldorff. El sueco escribió una carta al Stanford Daily, un periódico estudiantil, invitando a los críticos de Atlas a “una discusión o un discurso científico, pero ninguno de los 98 estaba dispuesto a participar en eso”. Kulldorff agrega que, “al hablar con Scott, a quien llegué a conocer un poco a través de la epidemia, supe que ni uno solo de ellos se acercó a él antes de escribir esa carta, para verificar si él realmente creía en la cosas que le atribuían”.

Kulldorff dedica buena parte de la entrevista a explicar “la inmunidad de rebaño”, que califica como “el término más incomprendido de 2020”. Bromea diciendo que el uso del concepto puede generar “acusaciones de asesinato en masa, y Bhattacharya lamenta su frecuente caracterización errónea”. Las palabras, dice, son un “término técnico que surge de los modelos estándar de propagación de epidemias”. Es el “estado final de cualquier epidemia en el que en realidad ocurre algo de inmunidad después de la infección. Es un hecho biológico. No es algo nefasto o extraño”. Se queja de que muchos medios de comunicación han dicho que “estamos abogando por una estrategia de inmunidad de rebaño. Ese es un término de propaganda. Después de todo, la estrategia del confinamiento hasta una vacuna también terminará con la inmunidad colectiva”.

“Como epidemiólogo -dice Kulldorff- es extraño y sorprendente tener esta discusión sobre la inmunidad colectiva”. La compara con la gravedad: “No habría físicos hablando de si creemos en la gravedad o no. O dos pilotos de una aerolínea diciendo: ‘¿Deberíamos usar la estrategia de gravedad para hacer que el avión aterrice en el suelo?’ No importa cómo vuelen ese avión, la gravedad asegurará eventualmente que el avión golpee el suelo”.

Bhattacharya dice que llamaría a la idea “inmunidad de la población” si pudiera reformularla. La palabra “rebaño -dice- tiene connotaciones que no merece”. Pero enfatiza que la inmunidad colectiva es un principio científico básico, del cual surge la pregunta importante que los epidemiólogos y los responsables políticos deben considerar: “¿Cómo llegamos a ese estado final con la menor cantidad de devastación, la menor cantidad de miseria humana, la menor cantidad de muerte?”. infobae.com

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