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Por JUAN T H

Altice

La corrupción es un flagelo que impide el desarrollo de los pueblos, porque un pequeño grupo integrado por corruptos y corruptores, tanto del sector público como privado, se roban el presente y el futuro de la mayoría de los ciudadanos, condenados eternamente a la pobreza y el subdesarrollo, es por eso que en muchos países el uso ilícito de recursos públicos es castigado con la muerte, como en la República Popular China, que todos los años fusila entre tres mil y tres mil quinientas personas todos los años. En esos países la corrupción se castiga con cárcel y muerte. Un condenado a muerte lo menos que recibe es cadena perpetua. ¡Sin apelación!

En países como la República Dominicana, donde la corrupción es vista como “un mal necesario”, parte de la cultura, sin ninguna consecuencia, lo que impide el progreso de la mayoría del pueblo. Mientras unos se enriquecen desde una posición en el Estado, otros viven en la miseria, muchos en la pobreza extrema, sin recursos para una buena alimentación y una vida digna.

Los gobiernos van y vienen. Igual que las denuncias de corrupción.

Durante los 20 años de la “Era del Partido de la Liberación Dominicana”, que encabezaron los expresidentes Leonel Fernández (12 años) y Danilo Medina (8) las denuncias de malversación de fondos superaron las doscientos, en la mayoría de los casos, con evidencias que bien pudieron producir condenas muy duras y largas, pero nada pasaba, la impunidad y complicidad, eran la norma.

Convertido en un partido hegemónico que controlaba todos los poderes del Estado, incluyendo los poderes fácticos, no quedó un sector económico, político y social, que no se corrompiera, creando estructura mafiosas y gansteriles que permitieron el enriquecimiento de pequeños grupos en todas las áreas productivas. La mayoría de los dirigentes del PLD acumularon grandes fortunas, pasando de dirigentes políticos a dirigentes empresariales.

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El PLD era, además de partido hegemónico, una poderosa corporación que fue sacado del poder por la ambición de sus principales dirigentes: Danilo quiso reelegirse, dispuesto a dar un golpe de Estado (no blando), mientras Leonel se oponía al intento, yéndose del PLD y formando la Fuerza del Pueblo. Sin la división es posible que la historia fuera otra. Pero no se pusieron de acuerdo. Danilo y Leonel se convirtieron en enemigos acérrimos. Con el partido dividido, acosado por las denuncias de corrupción, agotado por los 20 años de ejercicio malévolo del poder, no le quedó más remedio que aceptar la derrota.

 Esa coyuntura fue aprovechada por el Partido Revolucionario Moderno y su candidato Luís Abinader que finalmente ganó las elecciones del 2020. Han pasado más de cuatro años y aún no se ven los resultados de la lucha contra la corrupción. Casi cinco años y todavía los expedientes no muestran las consecuencias del robo de los dineros del pueblo. Al contrario, los jefes de las bandas políticas que saquearon el Estado continúan en las calles, hablando y disfrutando de sus fortunas.  

La mayoría de los funcionarios del PLD acusados de corruptos están en sus casas después de haber logrado la variación de las medidas de coerción impuesta por los jueces. De algún modo el ministerio público ha fracasado. No hay condenas. Los casos de corrupción no han alcanzado el “carácter de la cosa irrevocablemente juzgada”. ¡penosamente!

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Las denuncias de corrupción han continuado durante el gobierno del PRM. En la mayoría de los casos sin la contundencia ni las pruebas físicas que puedan conducir al sometimiento judicial. La mayoría de las denuncias han sido en las plataformas digitales, sin el sustento necesario para demandas judiciales formales que conduzcan sometimiento, y, consecuentemente a la cárcel.

Pero las acusaciones de malversación tienen que estar basadas en hechos, no en especulaciones y conjeturas vacías, sin pruebas. Hay que detener las redes sociales. Gente que utiliza la inteligencia artificial para dañar reputaciones, ofender y denigrar. ¡No puede ser! El morbo no debe ser el elemento primario en las acusaciones y denuncias.

Las acusaciones a funcionarios públicos deben tener una base jurídica para que se produzca una acción contundente de parte del ministerio público, aprovechando la designación de la magistrada Yeni Berenice Reynoso como nueva Procuradora General de la República, aunque, debo decir, ella ha tenido un rol protagónico en la lucha contra la corrupción desde hace varios años, sin que los resultados hayan sido positivos. Parecería que la corrupción no solo la desbordó a ella, sino al propio sistema de justicia. Espero que ahora, investida de Procuradora, los resultados de la lucha contra la corrupción, de este gobierno y de los anteriores, ofrezca sus frutos, que los corruptos de este y de los otros gobiernos, sean condenados, como espera el pueblo dominicano.

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