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JUAN T H

Altice

El arrastre de diputados y senadores es inconstitucional desde el primer día en que comenzó a emplearse; lo sabían los dirigentes de todos los partidos, la sociedad civil,  congresistas, abogados y jueces. Peo se mantuvo. Significa que los derechos de “elegir y ser elegible”, entre otros, fue vulnerado, a sabiendas.

Desde hace años reposaban en los tribunales diversos recursos de inconstitucionalidad del arrastre que nadie quiso conocer en su momento, por irresponsabilidad, por miedo, por intereses políticos muy marcados, y por la falta de institucionalidad en un país donde las leyes son buenas o malas, según los intereses de los sectores políticos preponderantes. Igual que la Constitución, que unas veces es garante de los derechos fundamentales, pero otras veces los niega.

Las “altas cortes” crean jurisprudencia que luego, en casos similares, las niegan. El derecho en nuestro país rara vez está derecho; generalmente se coloca a la izquierda para negarse a sí mismo. ¡Una vaina! Pero bueno, el hecho es que el Tribunal Constitucional eliminó el arrastre, que debe ser extensivo a las provincias pequeñas con los diputados y los propios senadores. La sociedad dominicana está lejos de ser enteramente democrática en la selección y elección de sus representantes. Ojalá que la Junta central Electoral termine lo que comenzó el TC con su sentencia.

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La JCE, que había mantenido el arrastre en seis provincias y eliminado en el resto, algo incongruente, tendrá que acogerse a lo que determinó el Tribunal Constitucional que preside Milton Ray Guevara.

Al eliminar el arrastre, el Partido de la Liberación Dominicana pierde. ¡Y pierde mucho! Más que cualquier otro partido, porque los actuales senadores, que pretenden mantenerse en la posición están anquilosados, no tienen una hoja de servicio a sus comunidades, se han pasado años medrando a la sombra del obsceno e inmoral “barrilito” que los hace millonarios, y a las demás prebendas que reciben mientras sus provincias continúan cada vez más empobrecidas.

No creo que la gente, a menos que esté loca, vote por esos sujetos, una buena parte, por cierto, analfabetos.

Eliminado el arrastre, los candidatos a senadores tendrán que salir a las calles, verles las caras a las personas que abandonaron durante cuatro años, ahora tendrán que buscar sus votos, no podrán valerse de los diputados. Cada quien que se rasque con sus propias uñas, que nadie se recueste de nadie. Es la hora de la venganza popular a través del voto. Ahora puedes votar por el candidato a diputado de un partido y por el senador de otro partido. Es decir, puede votar por quien le dé la gana.

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En las próximas elecciones el PLD –lo digo hoy- perderá el control absoluto del Senado porque la gente no votará por los dinosaurios y crótalos que constituyen una mayoría mecánica para aprueba proyectos, sobre todo préstamos, sin leerlos. La oposición, si selecciona buenos candidatos, como Eduardo Estrella en Santiago, Faride Ruful, en la Capital, Eddy Olivares, en la “Provincia del gran Santo Domingo”, Milcíades Franjul, en Baní, Roberto Santana, en Ocoa, Jesús Feris Iglesias, en San Pedro de Macorís, Pedro Catrain, en Samaná, etc., deberá ganar entre 12 y 20 senadores y senadoras. (No tienen que ser militantes o dirigentes de los partidos, pueden ser personalidades, profesionales, líderes comunitarios con vocación de servicios y conciencia ciudadana)

En la cámara de diputados también se producirán cambios transformadores dependiendo de la calidad de los aspirantes.

En las próximas elecciones veremos cambios en las alcaldías, los diputados y senadores que le impedirán al PLD seguir conduciendo el país hacía el abismo económico, ético y moral. ¡No al PLD! ¡El voto es el mejor fusil que tienen hoy los ciudadanos!

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