La política es una ciencia, un arte, su principal objetivo es garantizar el bien común en la sociedad, lo que significa que sus actores deben poseer una de las principales cualidades para participar en ella, la vocación de servir como condición sine qua non para ejercerla con dignidad y decoro.
Partiendo de los requisitos que exige la política como ciencia, como arte, como vía para poner a la disposición la vocación del servicio, observo con preocupación que el futuro inmediato de la política dominicana proyecta a mi modo de ver, ser una réplica en ciertos aspectos de quienes han tenido la oportunidad de ser sus principales actores.
Los que vemos el panorama político con mayor objetividad en la República Dominicana, observamos ciertos comportamientos que comprometen el presente y el futuro de la nación por el impacto que tiene en la credibilidad de muchos de sus actores y los que aspiran a ser el relevo.
Estoy consciente de que al momento de que leíste estas primeras líneas ya tenías una idea más o menos clara de lo que leerás más adelante, pero si no es así, de todos modos, procuraré ser bien claro en el mensaje que quiero transmitir con la intención de aportar a que se revierta esa realidad y que tome el curso correcto para beneficio de todos.
Hemos visto el gran interés que muchos jóvenes y no tan jóvenes han puesto en la política en los últimos tiempos, unos con cierta trayectoria y otros que no tienen la más mínima idea de lo que significa tan importante ciencia y aquí lo más preocupante en cualquiera de los dos casos. En lo que respecta a los que están participando en política con ciertos conocimientos de ella por su paso por grupos sociales, o en uno que otro partido, muchos de ellos inician con un discurso de reivindicación y de identificación con las causas sociales, sin embargo; cuando tienen la oportunidad de asumir responsabilidades que la política le ha permitido, se evidencia con facilidad la incoherencia entre la palabra y sus acciones y lo que es peor aún se emborrachan de poder y miran por encima de la cabeza de los que le entregaron su apoyo y del pueblo en sentido general. El otro caso es mucho más grave, los que no saben ni la P de la política que llegan de paracaídas, por cuñas, dinero, referimientos, apellidos, familiaridad, amiguismo, entre otros, tienen su objetivo claro desde el principio, saben lo que persiguen, que no es más que poder, servirse, por su cabeza no pasa el servir, van a aprovecharse de las facilidades e influencia que le otorga lo que le han puesto es sus manos, para ellos el fin justifica los medios, obviando todo tipo de leyes, normas y principios para lograr su objetivo.
Entonces, sin son estos los actores que están asumiendo y aspiran asumir la dirección del sistema político y de la cosa pública en la República Dominicana, la hipótesis que estamos planteando de que el futuro es incierto con lo que se proyecta del nuevo relevo político de la patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón, sino se hace urgentemente una profilaxis profunda y se establecen los controles necesarios que garanticen la calidad de los actores que verdaderamente deben participar en la política.
No podemos negar que existen actores actuales y aspirantes con la calidad, la voluntad y la preparación suficiente para participar y jugar el rol que le demanda la buena política, pero lamentablemente están entrando más que no cumplen con el perfil requerido.
Las heridas están profundas, pero estamos a tiempo para sanarlas y lograr que cicatrice o que al menos se aproxime a su esencia.
Por Richard Espinosa
Saludos y bendiciones para usted hermano. Muy de acuerdo con usted. La política ha de ser concebida como un canal para servir, no para servirse.
Me uno a tú comentario estimado Richard, por lo que planteas tan elocuentemente es signo del deterioro social que impera en nuestra sociedad. Si se hace urgente, establecer medidas que impacten positivamente la conciencia colectiva, siendo los partidos políticos los principales portavoces de este cambio de mentalidad en donde cada militante que opte por un cargo público sea evaluado y pasado por un filtro ético y moral que permita arrojar luz a este sombrío panorama que actualmente tenemos de frente.