Al presidente Luis Abinader Corona me une una valoración objetiva. Me consta que es un mandatario tolerante, abierto al disenso y con vocación democrática. Pero también me consta que dentro de su gobierno operan islas de poder que se manejan como estructuras paralelas, con autonomía dañina y agendas propias, muchas veces en contradicción con la línea programática y la visión presente-futuro presidencial del gobernante.
Estos “gobiernitos” internos dentro de la administración del mandatario Abinader están generando desorden, debilitamiento institucional y, lo más preocupante, una peligrosa desconexión entre el presidente y la base social y política que lo llevó al poder. Si no se toman decisiones contundentes, si no se impone el orden desde el despacho presidencial, estos grupos terminarán desestabilizando su gobierno y dejándolo solo antes de tiempo.
La situación se agrava aún más con la actitud de varios presidenciables del oficialismo, que actúan como si ya estuvieran en campaña para reemplazar a Luis Abinader, olvidando quién les abrió el camino. Se muestran engreídos, arrogantes y prepotentes. No responden llamadas, denigran, menosprecian y discriminan a los dirigentes, líderes comunitarios y colaboradores que fueron clave en la conquista del poder en 2020.
Hoy, muchos de los que antes defendían el proyecto con pasión y entrega se sienten traicionados y desplazados. Y lo que se percibe en el ambiente político no es solo descontento, sino una operación silenciosa para eliminar políticamente al presidente Luis Abinader como líder antes de que termine su mandato. Quieren aislarlo, debilitar su liderazgo y apropiarse de la estructura partidaria del PRM, la cual él construyó con esfuerzo, honestidad y visión de país.
Presidente Abinader, creemos que aún está a tiempo de corregir el rumbo incierto de aquellos que hoy aspiran a sustituirlo en la Presidencia de la República y en el liderazgo del Partido Revolucionario Moderno. Escuche a su pueblo, retome el contacto con las bases, recupere el control de su gobierno y su estructura partidaria. La historia no perdona a los que se duermen confiando en quienes no le son leales.
El país no necesita más caudillos, ni figurones, ni más islas de poder dentro del poder, ni gobiernitos dentro del gobierno. Los dominicanos queremos y necesitamos para progresar, funcionarios comprometidos con su obra de gobierno y servidores públicos que funcionen. En fin, queremos y añoramos líderes valientes, comprometidos, entregados a las mejores causas del país, que enfrenten la corrupción y combatan por la transparencia, aunque duela; que actúen con firmeza, coraje y decisión, como lo ha hecho usted hasta ahora. Antes de que sea demasiado tarde.