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Por Miguel Ángel Cid Cid

Altice

Me pidió un lector que precisara mejor mi tesis sobre el político saltapatrás. Como soy sensible a la petición de mis lectores, me puse de inmediato a la tarea, pues siento tener una deuda impagable con ellos. Aunque, salvo su atención, ninguno me ha prestado nada.

Generalizaría si señalo que el político miente siempre. Sí se puede afirmar que uno nunca sabe cuándo dice la verdad. En una breve hojeada, por ejemplo, a un tomo de historia nacional, salta a la vista el perfil del político que hace exacto lo contrario a lo que promete. Asume el poder y todo es olvido. El poder parece que tiene una suerte de trampolín dialéctico, pero invertido.

No se trata de que éste asuma la opinión de Lenin en su ensayo “Un paso adelante, dos pasos atrás”. Allí el dirigente comunista ruso se debatía en una dura lucha dentro del partido por prevalecer como el líder, aun viviendo a salto de mata en su exilio ginebrino. Un paso adelante que fracasa, implica un repliegue para redireccionar la marcha.

El término tampoco guarda ningún sesgo peyorativo. De hecho, en el diccionario no existe. La palabra saltatrás (saltar y atrás) es la que más se le acerca, aunque se refiere a otro ámbito, a otra dinámica.

El saltapatrás auténtico no da pasos ni adelante ni atrás, sino saltos mortales. Es decir, a la más mínima oportunidad se lanza de cabeza, da la vuelta en el aire y cae como Balbuena, para’o.

Ilustremos con cinco ejemplos al saltapatrás en el actual país político:

– Primero. Leonel Fernández Reyna, expresidente de la República y del PLD. Él es el más culto, curtido y astuto de todos. En la campaña de 1996 denunció que un 20% del PIB se lo llevaba la corrupción. Prometió implantar un programa anticorrupción que incluía la independencia del Ministerio Público, la autonomía de la Justicia, etc. Pero después de tres periodos de gobierno suyo, ¿qué pasó? Mandó a un cuadro suyo al Ministerio Público y tejió una red que atrapó y secuestró a la justicia.

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Luego duró ocho años en fila para volver a encaramarse al poder. Pero Danilo Medina le encebó el palo y le puso una capa adicional de vaselina. Entonces, desesperado, dio dos asombrosos saltos hacia atrás, después de perder las primarias de su partido el 6 de octubre 2019. Como cayó fuera de su partido, entonces compró otro y se alió a su principal enemigo político. A pesar del riesgo de la voltereta, cayó para’o.

– Segundo. Ito Bisonó Haza, Ministro de Industria y Comercio. Los saltos de Ito se remontan a sus ancestros, quienes borraron los rasgos haitianos de su apellido. Para españolizar las raíces haitiano-francés, saltaron del apellido Bisoneaux al de Bisonó. Su abolengo está en el arte, pues es hijo de Sara María Ivonne Haza del Castillo. Sí, la espléndida soprano Ivonne Haza.

Miembro de número del PRSC, Joaquín Balaguer lo ayudo a simular y moderar los saltos mortales. Pero a Don Elito lo llamó la providencia – no se sabe si divina o infernal. Entonces el pupilo quedó abandonado a su suerte y riesgo. A partir de entonces ni las ranas superan los saltos de Ito.

El salto más reciente, pizarra en mano, le dio reputación. Bisonó Haza convenció a los ciudadanos de la estafa perpetrada por el gobierno con los combustibles. Con el triunfo del PRM, Bisonó dio el salto mortal que lo delató, pues perdió la pizarrita donde tenía la fórmula mágica. Ahora no hay forma de que los hidrocarburos bajen de precio.

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– Tercero. Félix Bautista, Honorable Senador de la República por la provincia San Juan de la Maguana. Antes de seguir a Leonel Fernández, aseguró su reelección en el senado, luego saltó con fuerza al partido de su líder y guía. Fue lo mejor que hizo porque, en el interior del partido morado, Félix brincaba feliz como Maco Pempen de la tendencia de Leonel a la de Danilo y viceversa.

– Cuarto. Miguel Vargas Maldonado, excanciller de la República y presidente del Viejo Gran Partido. Miguel, un hombre grande, corpulento y musculoso, salta con el brío de un felino, pero para atrás. En su momento, el PRD pudo vencer al PLD, pero en el salto de Maldonado, encorbatado de azul, quedó sujetado y tirado en la gatera.

– Y el quinto lugar corresponde al saltapatrás perfecto. Max Puig Miller, presidente de la APD, partido hijo del PLD. Max se ha pasado la vida predicando democracia, donde dice que el poder debe ser para defender a las grandes mayorías en la transformación profunda de la sociedad. Saltó a una senaduría por el PLD, luego cayó impertérrito como Ordenador de los Fondos Europeos. Luego fue Secretario de Estado de Medio Ambiente y Secretario de Estado de Trabajo. En todas esas funciones olvidó su relamida y pomposa retórica.

Miguel Ángel Cid

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Twitter: @miguelcid1

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