El Palacio Nacional de República Dominicana: De símbolo histórico a reflejo de la crisis política
En 1937, el dictador Rafael Trujillo, quien gobernó la República Dominicana desde 1930 hasta 1961 y fue responsable de múltiples crímenes, ordenó la construcción del imponente Palacio Nacional. Para ello, contrató al renombrado arquitecto Guido D’ Alessandro Lombardi, que rápidamente diseñó los planos de esta majestuosa obra inaugurada en 1944, coincidiendo con el primer centenario de la Independencia Nacional.
Este edificio, de estilo medieval y ubicado “en el mismo trayecto del Sol”, fue concebido para un país pobre, con una población de apenas tres millones. En aquel entonces, “los campesinos no tenían tierra”, y todas las excentricidades del tirano se cumplían rigurosamente, bajo pena de muerte.
La decadencia del Palacio Nacional bajo gobiernos recientes
Sin embargo, nunca antes el Palacio Nacional había sufrido una degradación tan profunda como durante las administraciones del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), especialmente en los dos mandatos de Danilo Medina. Hoy, este emblemático edificio es comparado con un burdel político, un espacio donde la corrupción y la impunidad operan sin ningún reparo.
Los últimos decretos y escándalos evidencian que la corrupción le cuesta al país un alarmante 4% del PIB, cifra equivalente a lo que se destina a la educación, sector que también ha sido víctima de saqueos descarados. Esta “prostitución” no es solo sexual, sino un símbolo de la corrupción y el desorden institucional que afectan a la nación.
Un símbolo de corrupción y desorden institucional
La República Dominicana se ha convertido en una especie de “Sodoma y Gomorra”, donde el narcotráfico, la delincuencia, el crimen organizado y la corrupción oficializada conviven sin control. En cualquier país con respeto por las leyes, la sede de gobierno es un lugar sagrado, consagrado al debate serio y responsable de los asuntos de Estado. Aquí, en cambio, el Palacio Nacional es un “lupanar político”, donde la ética y la moral han desaparecido tras años de corrupción sistemática.
El contraste entre la Casa Nacional del PLD y el Palacio Nacional
Curiosamente, la “Casa Nacional” del PLD ha sido más respetada por sus dirigentes que el propio Palacio Nacional por los presidentes de la República. Algunos atribuyen esta diferencia al persistente espíritu de Juan Bosch, cuyo legado moral aún parece recorrer las oficinas y pasillos, recordando una ética política olvidada y repudiada dentro del partido.
Sin embargo, el viejo profesor fue desterrado del PLD y sus restos simbólicamente relegados al “reservorio de las aguas negras” de la política dominicana, un reflejo de la crisis moral que atraviesa el país.
Los símbolos silenciosos del Palacio Nacional
Los dos leones de mármol que custodian las escalinatas del Palacio parecen murmurar con asombro ante lo que ocurre en sus salones históricos: el Salón de las Cariátides, el Salón Verde y el Salón de los Embajadores, incluso en el despacho presidencial donde, según Joaquín Balaguer, la corrupción se detenía durante sus mandatos.
Comparativa con otros palacios presidenciales en el continente
El Palacio Presidencial haitiano, construido en 1920, fue sede de algunos de los tiranos más sanguinarios del continente hasta su destrucción por el terremoto de 2010, que cobró la vida de más de 300,000 personas. Otros palacios y estatuas de dictadores han sido derribados por la naturaleza o por la ira popular en diferentes países, símbolos de la resistencia y deseo de justicia de los pueblos.
Esperanza y reclamo popular
Desde mi posición en el tiempo, solo queda esperar la rabia justa de un pueblo que merece recuperar la dignidad y el respeto por sus instituciones. El Palacio Nacional debe volver a ser un símbolo de soberanía y justicia, y no un reflejo de la corrupción y decadencia que hoy lo envuelven.

