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Sadam Suriel del Orbe

Altice

El presidente de la Cámara de Diputados y discípulo del profesor Juan Bosch, Radhamés Camacho, actuó que puso de manifiesto el comportamiento de los discípulos de Bosch que contradice el ejemplo que pregonó el profesor, en circunstancias como estas.

A mediados de la década de 1970, el profesor Juan Bosch y el PLD comenzaron a fundar y a organizar los Comité Intermedio en la ciudad capital y luego en el interior para difundir los ideales de boschistas y peledeístas a nivel nacional.

Aulio Ortiz, santiaguero y boschista, propuso el método de los Esfuerzos Concentrados, mejor conocido como mano a mano, para captar simpatizantes y seguidores al recién partido fundado.

En una ocasión el prof. Bosch iba rumbo a uno de esos Esfuerzos Concentrados en el perímetro del Comité Intermedio Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, ubicado en el ensanche Capotillo, y en un hecho similar que ocurrió ayer con Camacho y el fanático en el play, hubo alguien que le voceó “ladrón”, por lo que don Juan detuvo el jeep en que viajaba y junto a su seguridad, dio reversa y entró caminando al hogar para decirle a la gente de allí reunida, que él ni había robado ni había matado. Pues la gente de allí le pidió excusas y expliqué que el irrespeto fue de un individuo que pasaba por allí, pero no de esa familia.

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De ahí nació la consigna “Ni mato ni robo”, por eso estamos con Juan Bosch”, resulta virulento que los discípulos del profesor Bosch, no pueden tener el grado de honestidad y transparencia para interpelar directamente a cualquier ciudadano que les voceo cualquier improperios que atente contra su integridad, y acuden al uso del poder y de la fuerza como mecanismo de defensa.

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Y no es justificando a la actitud del joven, porque creo que el derecho de libre expresión es un derecho relativo mas no absoluto; me asiste en la medida que yo cumpla con sus limitaciones. De hecho, una vez me pasó algo similar con el diputado, Julio Romero, en ese momento se le acusaba de violar sexualmente a una menor de edad, y yo, junto a un gran amigo mío, Darwin Alonso Méndez Pérez, nos lo encontramos en un lugar público, y le vocee: “Eyy! Mira que está ahí; “el violador”, por suerte; su seguridad privada ni él me escucharon, pero mi amigo Méndez, me orientó y me corrigió al instante, y me dijo: “no vuelvas hacer eso; eso estuvo muy mal, debes de respetar a las autoridades aunque ellos no se respeten”.

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