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Por JUAN T H  

Altice

El discurso del presidente Luís Abinader ante la Asamblea Nacional fue bueno, pero muy largo. Casi tres horas (dos horas 40 minutos) es mucho tiempo. Es difícil que alguien se siente frente a una televisión a ver una exposición tan larga o sentarse frente a un radio a escuchar pacientemente. Sin mayores pretensiones, yo lo hubiera reducido considerablemente sin que perdiera su esencia.   De todos modos, la pieza estuvo bien estructurada y bien pronunciada. El presidente Abinader se ha convertido en un experto leyendo a través del teleprompter y exponiendo sus ideas. Lejos está aquel candidato presidencial que apenas podía pronunciar un discurso.   Ahora, sin ser un orador consumado, como los del pasado, es un brillante expositor, capaz de producir emociones llegándole al auditorio credibilidad y confianza, como ocurrió cuando se refirió a la crisis haitiana. Sus palabras calaron hondo en la sensibilidad de todos los dominicanos.  

No hay dudas que Luís Abinader maneja los temas que trató en su discurso, que lo leyó y lo releyó varias veces en la medida que iba -lápiz en manos- quitándole y poniéndole sin dejar de lado en ningún momento el elemento político. Abinader no llegó al poder a improvisar; sabe lo que hace y dice lo que piensa. No olvidemos que es economista, con estudios especializados tanto en el país como en el extranjero, lo cual le permite darles un rigor analítico y académico a sus palabras, con un manejo exacto de los números, por eso sus discursos suelen estar bien documentados con cifras y estadísticas que es difícil desmentir, dejando a los opositores sin muchos argumentos o sin críticas sustanciales a la hora de responderle. Se puede estar -y de hecho lo están- en desacuerdo, pero no decir que habla tonterías o mentiras.  

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Creo que lo más importante del discurso no estuvo en los datos sobre el manejo de la economía, de la agricultura, del turismo, de la construcción de obras públicas que se realizan en el país, que es de rigor, que todos los gobiernos realizan, mal que bien, lo importante es cómo y en qué áreas se realizan para cumplir con los objetivos de desarrollo que se plantea su administración. No creo que fuera la solución a la crisis económica fruto de la guerra, ni de la salida que le dio el régimen a la pandemia del coronavirus, etc., el punto es cómo se hizo de manera exitosa.  

Todos los gobiernos hacen cosas buenas. Nada es tan malo que no tenga algo positivo o bueno, la cuestión es cómo se hace, a quien beneficia lo que se hace. Y creo que lo que hace el presidente Abinader, dejando el pellejo en la calle, es beneficioso para el país, para la mayoría de los dominicanos.  

La lucha contra la corrupción, los planes para transformar la policía, los planes de ayuda a los sectores más carenciados, la lucha contra el narcotráfico, la seguridad nacional, los avances en salud pública, en educación, los aumentos de salarios, etc., todo eso está bien. Y es bueno destacarlos.  

Quisiera detenerme, como lo hizo el presidente, en el tema haitiano. El mandatario fue recurrente al abordar la crisis haitiana y las repercusiones que tiene para los dominicanos. Ciertamente el peligro más grave del país lo constituye Haití. Sin duda alguna. El llamado a las fuerzas políticas para unirse en un pacto por la nación, al margen de las creencias partidarias, es correcto, sobre todo ante la indiferencia de la mal llamada “comunicad internacional” que pretenden echar sobre los hombros de República Dominicana la crisis del hermano país. No hay solución a la crisis haitiana en territorio dominicano, reiteró el presidente. Yo, por principios, no creo en los muros que separan a los pueblos; pienso que el mejor muro es el desarrollo de la frontera dominico-haitiana, con zonas francas, escuelas, hospitales, etc., pero hemos llegado a un punto en que defender la zona fronteriza es indispensable para salvaguardar la integridad y el territorio nacional.  

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Finalmente, quiero decir que, si algo me quedó bastante claro, fue el aspecto político reeleccionista del discurso. La consigna, “cuatro años más”, quedó plasmada en el discurso del señor presidente. Toda la pieza oratoria sirvió para justificar la re-postulación presidencial. Si se ha hecho tanto en tan poco tiempo, ¿por qué no darle cuatro años más a un hombre que transformará la República Dominicana convirtiéndola en un antes y un después? En cuatro años no se completa la labor de un presidente. Luís merece cuatro años más. Además, la Constitución se lo permite. Siendo así, ¿por qué no si lo ha hecho bien?  

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