Por JUAN T H
El presidente electo Luís Abinader continúa dando demostraciones de su interés por hacer un gobierno no sólo decente y respetuoso de la Constitución y las leyes, sino honesto, que no permitirá que su gestión sea empaña por la corrupción porque su único compromiso real es con el pueblo dominicano. ¡Qué así sea, Presidente!
Con lo ahorrado de las instituciones que no tienen razón de existir porque hay otras que realizan la misma función, el nuevo gobierno garantiza que el 100% de la población podrá ser incluida en el Servicio Nacional de Salud, más de dos millones de personas de escasos recursos que aún están fuera. Ese anuncio pone de manifiesto el despilfarro que tenía el gobierno de Danilo Medina y el Partido de la Liberación Dominicana. Y si fuera poco, el flamante presidente ha prometido la reparación y construcción de 30 mil viviendas en poco tiempo.
Si el gobierno de Luís Abinader y el PRM cumplen lo prometido de combatir y castigar la corrupción, habrá dinero para cumplir metas fundamentales anheladas por el pueblo dominicano durante muchos años. Según organismos internacionales, la corrupción le cuesta al país entre un 4 y un 5% del Producto Interno Bruto, eso es igual o superior a la inversión en educación todos los años. Hablamos de una cifra astronómica. Más de 936 millones de pesos en los últimos años. Una cantidad similar se ha llevado la corrupción.
Imaginemos que los 170 mil millones que se programaron en educación para el año pasado, que es más o menos lo que nos cuesta la corrupción se inviertan en salud, construcción de puentes y carreteras, viviendas, seguridad ciudadana, agropecuaria, etc., este país se colocará en otro sitial, no ocuparía los últimos lugares en la ranquin internacionales.
Pero si además de economizarnos el dinero de la corrupción, que es “mucho con demasiado”, terminamos con los irritantes privilegios en el Congreso el salto de garrocha sería gigantesco. Si eliminamos o disminuimos las exenciones fiscales que suman alrededor de 250 mil millones de pesos todos los años, dotaríamos de agua potable y electricidad a todos los hogares.
Le propongo al presidente Abinader, siguiendo su línea de pensamiento y de acción, que el Seguro Nacional de Salud sea único, universal, que incluya los funcionarios públicos, es decir, a los ministros, viceministros, directores generales, etc. ¡Que todos tengan el mismo seguro de salud! Los funcionarios tienen salarios de lujo, la mayoría son millonarios, si quieren tener un seguro médico internacional, que lo paguen con su dinero. (Presidente, reduzca los altos salarios, que nadie tenga un suelto más alto que el suyo, que es el único elegido por el pueblo).
Me pregunto, ¿cuántos millones de dólares gasta todos los años el Estado en seguro médico internacional para funcionarios? De igual modo, presidente Abinader, elimine o disminuya sustancialmente las pensiones y jubilaciones de los funcionarios. Leí hace unos días –no puede ser verdad- que el saliente administrador del Banco de Reservas fue jubilado con casi un millón de pesos mensuales de por vida, sin contar con los millones de jubilaciones. Hace unos años se habló de la liquidación del gobernador del Banco Central superior a los 50 millones de pesos. Estos funcionarios, además de los millones que reciben, también se marchan con seguro médico internacional, seguridad personal y otros privilegios. No presidente, no puede ser, elimine todos esos privilegios y prebendas.
Profesores, médicos, empleados, trabajadores, amas de casas, etc., reciben, después de 30 años de servicio al Estado, pensiones de hambre y de muerte, mientras que un pelafustán con rango de ministro por cuatro años se lleva millones de pesos. (No estoy sumando, por supuesto, lo que esos funcionarios, en su mayoría, se roban)
Ha dicho el presidente Abinader que, cuando no se lo roban, el dinero alcanza. Si alcanza para construir presas, termoeléctricas, y muchas otras obras de interés social, reproductivas. Pero cuando se lo roban, como hicieron los peledeístas durante 20 años, hay que endeudar el país y mantener la gente en la pobreza.
Si nos economizamos el dinero de la corrupción y los privilegios, no habrá muchos iguales más iguales que los demás, salvo el presidente de la República que promete ser un celoso guardián de los dineros del pueblo.