Si el plan anexionista se ejecuta como lo elaboró el presidente Ulisses Simpson Grant, los dominicanos asumen automáticamente la ciudadanía norteamericana, como cuando Estados Unidos adquirió a Luisiana, Florida, Texas, Oregón, California.
República Dominicana Iba a tener un gran desarrollo económico, pero iba ser un territorio poblado por negros.
Grant ideó anexar a República Dominicana a la unión americana para que sea el hogar de los esclavos liberados por Abraham Lincoln.
Grant y sus colaboradores creían que traer a Santo Domingo a los negros frenaría el terrorismo. Los blancos que creían en la supremacía racial fundaron agrupaciones como el Ku Klux Klan para azotar, ahorcar, quemar vivos a niños y mujeres, incendiar las viviendas de los indefensos negros.
Se ensañaban contra esos seres honestos y trabajadores, que su único delito era ser negros.
La guerra civil (con más de 600 mil muertos) y el asesinato de Lincoln fue causada por el odio racial y porque los acaudalados sureños vieron que su sistema de producción, fundamentado en la mano de obra esclava, estaba amenazado con su liberación.
En su libro “La cuestión racial y el proyecto de Anexión”, el historiador Bernardo Vega narra que el sucesor de Lincoln fue Andrew Johnson (1865-1869), que basó su política exterior en la adquisición de los territorios de Alaska, Canadá, Samaná e Islas Vírgenes.
Además de dar continuidad a esos procesos, Grant trató de adquirir a la República Dominicana, con dos propósitos: atraer a grandes capitalistas norteamericanos para la producción y exportación (explotación minera) y ser el hogar de los negros.
“La raza emancipada del Sur hubiese encontrado un hogar agradable, donde sus derechos civiles no hubiesen sido cuestionados y donde se demandaría tanto su mano de obra que el más pobre entre ellos hubiese encontrado los medios para ir allí”, exponía Grant en sus memorias recogidas por Vega en su libro.
Y seguía explicando: “en los casos de gran opresión y crueldad, como de los que han sido víctimas, comunidades enteras hubiesen buscado refugio en Santo Domingo”.
Por Roberto Valenzuela