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Por Tony Espinal

Altice

Danilo Medina llegó al Palacio Nacional teñido de morado. Y desde que puso pies en la casa presidencial renegó y acorraló la militancia de su partido por ocho años terribles, espeluznantes y  sempiternos. No hay duda, así ocurrió.

Antes de continuar este relato es importante precisar el concepto de militante que podría confundirse con simpatizante. Pues bien, el militante trabaja permanentemente en las actividades políticas programadas por el  partido con el propósito de lograr los objetivos estratégicos. Sin embargo, el simpatizante se inclina por un partido equis hoy y mañana es partidario de otro. Es decir, es  una brújula política. Sobre todo, se deja llevar por donde husmean y   olfatean  los vientos de la tropósfera baja para la consecución de  la plata.

Por el contrario, reitero, los militantes se aferran a los propósitos de la organización. Cabe añadir, que son  quienes asumen los conceptos doctrinarios como una misión evangélica. ¿Y cuáles eran esas concepciones teóricas del PLD? Por supuesto, una de  las  más importantes es  la que  establece que: “el Partido de la Liberación Dominicana es el producto de la necesidad histórica de completar la obra patriótica que iniciaron los Trinitarios y los Restauradores, luchando por la independencia definitiva de la patria, por la soberanía plena del pueblo sobre sus recursos naturales, y por la paz como norma de relación de los pueblos”.

Así pues, la cúpula del PLD de los últimos ocho años se apartó de sus leyes partidarias fundamentales.  Pues,  sepultada la mística que le dio origen al partido de Bosch,   desde el poder político  se procedió a encerrar a los hombres y a las mujeres que coincidían con los postulados, con la ideología Boschista y con los principios del máximo líder y fundador de esa organización política, el profesor Juan Bosch.

Aún más, con el dominio absoluto del gobierno y del partido  en manos  de la gerontocracia morada, y en su línea oportunista y miserable, no sola proscribió  de raíz la teoría oficial del Boschismo. Sino que también se eliminó el papel histórico que el PLD estaba llamado a desempeñar en la sociedad dominicana, la Liberación Nacional.

Para la consumación de ese objetivo, el partido contempló en sus estatutos que: ”debía aglutinar a todos los dominicanos que sin distinción de raza, sexo o religión quieran luchar  en contra de toda forma de explotación del hombre, la corrupción, la injusticia, la desigualdad y cualquiera forma de pobreza material”.  Por el contrario, ese bando de parásitos hizo suyo  y sacó provecho de los males sociales que prohibía y  desterraba el partido.  De los cuales, obtuvo   sustancioso  beneficio. Por esa razón,  empleó  el látigo para aporrear  y  patear  la esencia de la estructura partidaria.

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Claro, es la vulneración más impolítica sufrida  e inmerecida por los miembros  del PLD.  ¿Cuánto pesar?. Se malogró esa perfecta intención programática. ¿Y de qué manera? Autoritaria y despóticamente.  Antes bien, los que no vivieron ni sintieron el absolutismo y  la autocracia fueron, en primer lugar: el  Comité Político que se sirvió del gobierno con hambre e insaciabilidad. Luego,  sus familiares, amigos, vecinos.  En ese festín y banquete, hasta gente de mala notoriedad resultó  premiado con cargo diplomático. Igualmente, las segundas bases se beneficiaron de la entrega sin reserva y arrojo demostrado por los peledeistas para obtener el laurel.

Así también, a propósito de lo dicho,  en el 2016, tras el apoyo del PRD  para  la modificación de la constitución e imponer  la reelección presidencial,  Danilo entregó el gobierno al partido blanco de Miguel Vargas.  Sin dudas, otros convidados a la comilona sabrosa y apetitosa. Pero,  dichoso y venturoso el que pueda aproximarse   a esa  mesa  y  degustar del  suculento banquete peledeista.

Por consiguiente, estas disposiciones del Ejecutivo que contribuyeron y agasajaron a  la oposición política generaron malestar y disgusto en la militancia peledeista.  En cierto modo,  no se entendía  la razón para asumir actitudes de discriminación  incivil que lesionaba y despreciaba a los cuadros del partido. No obstante, hicieron observaciones positivas para que se corrigieran esas decisiones y medidas volubles  y poco solidarias  que segregaba a las bases.  Sin embargo, ese grupo de gambusinos no  hacía caso de nada que germinará  de los organismos medios y bajos del PLD.  En esa tesitura se creo un régimen feudal de castas  semejante al  que existió en la India a finales del siglo XIX.

Ese sistema dividió la población de la India en dos clases sociales diferenciadas.  Por un lado, el grupo superior denominado los brahmanes  que  gozaban de privilegios y ventajas especiales.  Y por otro lado,  los parias, grupo  inferior. Estos estaban condenados a la miseria, a la  humillación y a la  falta de derechos.   Así ocurrió en Santo Domingo con los miembros del PLD en  un gobierno prohijado por un partido de  liberación nacional en sus orígenes, pero que  menguó y degeneró en un  estercolero tras la muerte del escritor de la obra Composición Social Dominicana. En efecto, se convirtió en una jungla de la que  surgieron lobos feroces con camuflaje de ovejas liberales que sorprendieron al pueblo y, posteriormente,  actuaron  como pichones auténticos de  brahmanes.

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En ese contexto  atormentador y torturante  para los miembros del partido morado,  se repitió la acción de minimizar a las bases. Así que,  en las primarias para escoger el candidato presidencial y vice presidencial del PLD para las elecciones de mayo 2020, se arrinconó y se desdeñó a sus miembros. El licenciado Danilo Medina, en franca y flagrante violación a los estatutos  impuso la escogencia de los mismos con la realización de votaciones abiertas. Por consiguiente, repudiando, desfavoreciendo y despojando  a las bases del PLD de un derecho legítimo.

En consecuencia, el Presidente Danilo Medina y los miembros  del Comité Político se extasiaron  e impulsado por  la emoción enloquecedora que  los embargaba establecieron una cacería ciega  de peledeista.  Así es, en todo caso, perdieron los sesos y  golpearon y hostigaron a  la militancia del PLD. De ahí, que como dicen las letras de una bella melodía de  la famosa cantante colombiana de música pop -rock latino, Shakira, expresa que: “se volvieron loco, bruto, ciego, sordomudo, torpe, traste y testarudo”.

O sea, que  su  estado emocional perturbado lo transfirió a ejecutar bizarrías canallescas que se  convirtieron  en un boomerang.  Y con ellas, en efecto,  el PLD vivió  su periodo más  oscuro y de minimización política que  lo encamina, irreversiblemente, hacia el abismo marino. Desde luego,  y Como nos legó el insigne español, Gustavo Adolfo Bécquer, católico, romántico y de vida bohemia, en su obra Rimas y Leyendas.  Bécquer, redundo, escribió, señores omnipresentes, omnipotentes y propietarios de la  existencia  de las  tres siglas PLD,  el siguiente mensaje, “recordándole que hay otra vida más allá de ésta, y que existe el castigo para aquellos que no actúan con rectitud y se hunden en el materialismo imperante. El bien debe triunfar y el mal pierde siempre.” Y  como dicen los religiosos y los que creemos en Dios, aleluya.

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