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VISIÓN GLOBAL

Altice

El pan es uno de los alimentos con un alto contenido político, y junto con el arroz, y en menor medida el pollo, conduce a los Gobiernos a temer su escalada, dado el ingrediente explosivo que encierra una salida de control de su precio.

Ha habido etapas en las cuales el Estado se ha visto precisado a sacrificarse mediante mecanismos que le han permitido un manejo sobre el precio del pan, tomando en cuenta que es el alimento de más fácil preparación para el desayuno o la cena de miles de hogares pobres o de ingresos modestos en la República Dominicana.

El pan es bíblico, pues es el alimento principal que aparece en aquella famosa multiplicación que, conforme el Evangelio de Mateo, hizo Jesús, quien con solo cinco panes dio de comer a cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños, y aún quedó pan para llenar 12 canastas.

Es decir, que el pan ha estado presente desde los tiempos más remotos de que se tenga memoria, y sigue siendo uno de los alimentos más consumidos a nivel global.

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De ahí que, aterrizando a los días presentes, el Gobierno no puede permitir que ese renglón se le vaya de control sin adoptar cuantas medidas sean económicamente viables para evitar su impacto.

Un subsidio directo a las panaderías es impracticable y constituiría una grave distorsión que eventualmente pudiera servir para alimentar la corrupción o al menos la codicia de algunos.

Ahora bien, la fuente original del problema está en el precio de la harina de trigo, materia prima que se ha disparado en el mercado internacional.

Y en razón a que los molinos de harina son pocos y bien organizados, en un momento dado el Gobierno pudiera subsidiar—aplicando un estricto control y a pena de sanciones—a los molineros, de forma tal que el quintal de su producto no se eleve más allá de un precio que las autoridades pueden negociar.

Bajo esas condiciones los fabricantes de pan no tendrían la excusa del incremento de la harina para justificar, a su vez, el aumento del pan con todas las implicaciones de crispación social que ello conllevaría.

¿A cuánto podría llegar ese subsidio focalizado y por un tiempo razonable? Yo no lo sé, pero es un cálculo bien sencillo para quienes manejan las informaciones económicas del Gobierno.

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Mantener la paz social aun cuando signifique un poco de distorsión de los lineamientos económicos de estos tiempos, bien vale la pena si de por medio está garantizar la tranquilidad del país, cuyo principal esfuerzo tiene que estar dirigido a lograr salir de la crisis sanitaria en las mejores condiciones posibles.

En ese sentido, no vale que un sector de los productores de pan haya asegurado a las autoridades que no tiene intenciones de incrementar el costo de venta al público de ese producto, ya que uno conoce estos juegos de espejos con reflejos de luces incluido.

Lo que queremos resaltar es que no se dude que en unos días ese mismo sector se despache con un anuncio de aumento del precio, bajo cualquier alegato.

Por esta circunstancia es que consideramos oportuno evaluar el subsidio directo a los procesadores de trigo. Analizarlo les costaría poco a los funcionarios del área.

Por Nelson Encarnación

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