Por Narciso Isa Conde
Entra un nuevo año y cuestiones muy importantes en materia de gestión estatal-gubernamental van de mal en peor. Entre los grandes males que afectan significativamente a nuestro pueblo y a nuestra Nación sobresale el hecho de ser gobernados por grandes empresarios, por EE.UU. y una partidocracia que les sirve a ellos y se sirve del patrimonio del país. Esa combinación de plutocracia capitalista y partidocracia resulta fatal. Las evidencias sobran.
Otra cuestión es que las políticas públicas se deciden en función de su rentabilidad electoral en el corto plazo, de la mano de asesores de imagen, al lado de las encuestas, desplegando las más nocivas iniciativas y tolerancias populistas, prácticas publicitarias clientelistas y medidas que complacen todo tipo de negocio y garantizan el financiamiento empresarial de una campaña electoral permanente ejercida desde el propio Palacio Nacional, instituciones y cargos públicos.
Pero las cosas no se quedan ahí. A esto se agrega que en tales circunstancias la expansión del capital, su incontenible concentración y su afán de obtener cada más ganancia y más poder, aplastan las necesidades de los seres humanos y sus derechos fundamentales, incluso los formalmente consagrados.
Tal realidad en tiempo de pandemia -agravada por los conflictos de intereses que genera una relevante presencia empresarial en cargos públicos y funciones ejecutivas fundamentales (presidencia, vicepresidencia, ministerios, direcciones, congreso…)- le imprimen alta gravedad al tema en cuestión.
La vacunación no es panacea, pero es necesaria y está bien poner empeño en ella. Lo malo es el negocio con las vacunas, la unilateralidad con se aplica ese recurso y el descuido sanitario para favorecer ese y otros negocios; lo malo es obstruir otras medidas que previenen la enfermedad, limitan el contagio, fortalecen el sistema inmunológico o remedian situaciones críticas, al tiempo de reducir secuelas y males, gastos y comercio inescrupuloso.
El turismo, que como gran negocio interesa tanto al propio presidente de la República y a los poderosos grupos económicos que financiaron su campaña e hicieron lobby a su favor en EE.UU., es asumido con alto grado de libertinaje y colocado sistemáticamente por encima de la salud de nuestro pueblo.
También poderosos intereses privados (mineros y no mineros), y especialmente la Barrick Gold que financia un presupuesto deficitario, se burlan de la crisis ambiental y del grave problema del agua.
Igual ocurre con un gran número de negocios, con las enfermedades como negocio, con las obras de infraestructuras emprendidas, los préstamos, las APPS… para favorecer proyectos privados o prestos a ser privatizados. Pasa con las vacas sagradas o impunes protegidos, escogidos por razones de clase y de conexiones políticas, militares y policiales.