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Por JUAN T H

Altice

Me pregunto, ¿cómo pudo el ex Procurador Jean Alan Rodríguez montar un entramado de corrupción tan grande siendo el jefe del Ministerio Público sin que nadie lo denunciara, sin que nadie lo supiera, sin que ninguna institución pública o privada lo advirtiera? ¿Cómo pudo ocurrir algo tan escandaloso ante los ojos de los demás fiscales, abogados  jueces y medios de comunicación dedicados a la “investigación”? ¿Dónde estaban los mecanismos de control del Estado para impedir un desfalco de 12 mil millones de pesos como el que denuncia el “nuevo” Ministerio Público “Independiente”? Me resulta inverosímil creer que Jean Alan haya sido capaz de montar una mafia tan fantástica, tan espectacular, de esas que solo se ven en el cine norteamericano. Creo estar viendo una saga de Netflix, con un guion largo y aburrido y un final  incierto que durará años.

Tanto latrocinio no pudo materializarse sin la complicidad de muchos, incluyendo al presidente de la República de entonces, artífice, a mi juicio, de la campaña en contra de la hoy Procuradora Mirian Germán Brito, y de muchos otros actos deleznables ocurridos en los ochos años de mandato de su mandato, quien, a pesar de todos los indicios en su contra no ha sido imputado.

El ex presidente Medina aparece en todo el expediente de 12 mil y tantas páginas como responsable directo e indirecto del fenómeno Jean Alan, él, y solo él, es creador de ese depredador, al igual que muchos otros que extrañamente no han sido perseguidos ni han sido sometidos a la justicia por los mismos hechos, en menor o mayor proporción.

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El expediente del caso Medusa responsabiliza al ex presidente Medina en casi todas sus partes. sin embargo no está sometido a la justicia. Sólo el hecho de haber ordenado la entrega de diez mil 500 millones al ex Procurador con un “papelito manuscrito”, supongo que lleno de faltas ortográficas, era suficiente para imputarlo y enviarlo directo a Najayo con una medida de coerción similar a la de Jean Alan o la de sus hermanos y jefes de seguridad. No hay ninguna razón, que no sea política o temor, para que Medina no corra la suerte de su subalterno. ¡Ninguna!

Me llama poderosamente la atención la magnitud, el volumen del expediente, la cantidad de personas y empresas señaladas o  acusadas. Creo que pudo simplificarse, hacer más pequeño el caso, más manejable, más breve y  sustancioso. Un expediente tan complejo y grande era innecesario. El Ministerio Público no ha hecho más que ponérsela difícil al tribunal, lo mismo que hizo Jean Alan con el expediente de Odebrecht, que después de años solo quedan dos condenados que en apelación tendrán que ser absueltos o ratificar las penas para complacer a la opinión pública.

El caso Medusa, por lo que observo, va para largo. Se tomará años. terminará el cuatrienio de Luís Abinader sin que el Ministerio Público haya logrado condena alguna. Leer más de 12 mil páginas en un juicio, escuchar a más de 40 imputados y los representantes de 22 empresas, con sus respectivos abogados, periodistas, etc., será una locura. Correrá mucha agua debajo del puente antes de ver terminado el expediente de Jean Alan y compartes.

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Estoy convencido de que los jueces tendrán que hilar fino, encartando y descartando, porque el expediente tiene muchas inexactitudes, muchas “revelaciones” y testigos pocos creíbles; falsos testigos, “pruebas” que tendrán que ser descartadas por los jueces durante el proceso. Por ejemplo, el “testigo clave” del Ministerio Público, Rafael Canó, jefe del gabinete de Jean Alan, segundo al mando, responsable directo de la mafia, que  sospechosamente no está acusado y que salió huyendo del país, no tiene calidad ética  ni moral para acusar a nadie, que no sea así mismo. Será su palabra contra la de Jean Alan y los demás implicados en el entramado.

Hay gente que debería estar en el expediente y no lo está, que ha sido protegida, como se verá en el juicio preliminar. Recordemos que la única persona que no era parte del Ministerio Público durante la gestión de Jean Alan era la Procuradora Mirian Germán, el resto estaba ahí compartiendo y departiendo con el imputado. Todos con algún nivel de responsabilidad por complicidad u omisión.

De todos modos encendamos los televisores, sentémonos cómodos en nuestros asientos, compremos muchas palomitas de maíz, gaseosas, cervezas, algunas botellas de ron, y sigamos viendo la serie de Netflix que apenas estamos en el  primer capítulo. Y son como cincuenta, de dos horas cada uno.

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