El miedo ha sido objeto de fascinación y estudio por parte de la comunidad científica a lo largo de los siglos. Todo envuelto en una permanente lucha por intentar descifrar el origen del pánico.
Es un hecho que el miedo existe y puede desatar una amplia gama de reacciones en los seres humanos, desde el franco susto hasta una suerte retorcida de emoción eufórica.
No en vano existen rituales y costumbres como Halloween o las películas y literatura de terror y horror que giran en torno a experimentar esta sensación y vivir la experiencia de su inducción bajo parámetros fijos y por lo tanto relativamente seguros.
Pero el miedo va más allá de esa simplicidad y un grupo de científicos han dedicado todas sus fuerzas a finalmente descifrar cómo se origina. Hoy, por fin, tenemos un avance inquietante.
Así es la molécula del miedo
Sucede que un grupo de investigadores internacional acaba de publicar en la última edición de la revista Cell Reports un estudio en donde descifrar el proceso molecular que da origen al miedo en el cerebro, todo tras reaccionar ante determinados estímulos externos.
La molécula clave en el estudio es denominada como CGRP y sería la que permite que las neuronas agrupen señales sensoriales amenazantes en una sola señal unificada.
Aunque dichas neuronas se encuentren en distintas regiones del cerebro el proceso de unificación de señales sucede y esas señales agrupadas de ahí pasan a la amígdala, que las traduce como miedo:
“La vía cerebral que detectamos funciona como un sistema de alarma central. Nos emocionó descubrir que las neuronas CGRP se activan mediante señales sensoriales negativas de los cinco sentidos: vista, oído, gusto, olfato y tacto. “
Es lo que señala Sung Han, autor principal del estudio y profesor asistente en los Laboratorios de Biología de Péptidos de la Fundación Clayton del Instituto Salk (California, EE.UU.), quien enfocó el proyecto en la lectura e interpretación de este tipo de señales multisensoriales.
El paradigma previo concebía que el miedo se originaba a partir de múltiples señales, pero ahora la presencia de la molécula CGRP define esencialmente al miedo como un proceso molecular.
Para probarlo los científicos usaron un grupo de ratones genéticamente modificados, a los que equiparon con un pequeño dispositivo para determinar el flujo de señales de las neuronas CGRP en base a los flujos de calcio tras reaccionar a distintos estímulos de su entorno.
Los roedores se enfrentaron a estímulos amenazantes, como golpes, sonidos estruendosos y simulaciones de ataques de aves. Al final, se registró que la actividad de 160 neuronas CGRP aumentaba justamente cuando el ratón se enfrentaba a esos estímulos de miedo.
De modo que las neuronas CGRP son necesarias para formar las señales y recuerdos de las propias amenazas. El miedo por lo tanto es molecular.