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Por Rafael Polanco

Altice

Periodista y politólogo

Salir a transitar en tiempos de lluvias es exponerse a una verdadera odisea, pues las vías se convierten en verdaderas lagunas, producto de la improvisación a la que nos tienen acostumbradas las autoridades oficiales, gobiernos tras gobiernos.

Al escribir este trabajo me retrotraje al año 1984, cuando la capital abarcaba todo lo que es hoy el Distrito Nacional y la Provincia Santo Domingo.

Ocupaba entonces la Sindicatura el doctor José Francisco Peña Gómez, líder máximo del entonces poderoso Partido Revolucionario Dominicano (PRD), quien se molestó con una crónica de mi autoría, en el desaparecido periódico El Sol, titulada: Cuando llueve la capital es un solo lago.

Estamos hablando de 36 años atrás, pero, desgraciadamente, las cosas siguen iguales o peores, porque para esa época la población no alcanzaba el millón de habitantes en la demarcación y no había la cantidad inmensa de vehículos que transitan en estos tiempos por nuestras vías.

Sin dudas que la corrección de los problemas de drenaje pluvial que afectan a toda la geografía de las dos provincias y de gran parte del país, implica la inversión de una cuantiosa suma de dinero que los cabildos no poseen ni por asomo.

Los municipios creados con la división que se hizo del área geográfica de la antigua capital dominicana, en busca de descentralizar las funciones que antes eran responsabilidad de una sola alcaldía no están en capacidad de dar respuesta por si solos a un problema de esa dimensión.

Tampoco se advierte que el tema esté en la agenda de trabajo de los políticos que han ocupado por años y que ocupan actualmente las distintas alcaldías de las poblaciones que padecen esa situación.

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Parecen no tener ojos para ver las lagunas que se forman cuando llueve, los hoyos que entorpecen el tránsito y que muchas veces son causas de accidentes o los badenes que se forman, producto del acumulamiento de agua y de desperdicios.

Lamentablemente, pasado los períodos de campaña, en los que se anda en búsqueda de votos para alcanzar esas posiciones, las preocupaciones de los ediles pasan a ser otras, por ejemplo, buscar recursos, aunque para ello tengan que atropellar a los ciudadanos, a los que antes visitaban o convocaban para convencerlos de las bondades de sus proyectos políticos.

Ahora los buhoneros que laboran en las calles, los dueños de talleres de mecánica, desabolladura y pintura, ebanisterías, carpinterías y fritureros, que antes eran potenciales votantes a los que había que ganarse, molestan porque ocupan parte de las vías públicas.

Resulta que esos chiriperos ocupaban esos lugares en plena campaña electoral, pero ni por asomo se les hizo ver la necesidad de reubicarlos para poner la casa en orden, como quieren hacer ahora, sin importar que con esa acción provoquen que se vayan a la quiebra.

Soy de opinión que hay que enfrentar esa situación, pero con soluciones humanitarias y que permitan a estos ciudadanos producir los recursos necesarios para garantizar cubrir las necesidades básicas de ellos y de sus familiares.

Estimo necesarias campañas de educación y concientización de los ciudadanos para que dejen de lanzar basura a las calles, que obstruyen los imbornales y tapan las alcantarillas y para que coloquen los desperdicios frente a su vivienda cuando vean aproximarse los camiones recolectores.

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Pienso que todos debemos estar conscientes de que la solución de esos problemas no va a llegar del cielo, hay que elaborar planes que involucren a los cabildos, al Ministerio de Obras Públicas, a INAPA, la CAASD y cuantas instancias del gobierno tengan que sumarse para resolverlos.

Estimo que los políticos convertidos en funcionarios, legisladores, alcaldes y regidores tienen que dejar de coger piedras para los más chiquitos, los ciudadanos votan para que ellos coadyuven a solucionar los males que los afectan, no para que los golpeen con acciones desaprensivas.

Ta bueno ya de demagogia y politiquería, creo hoy y siempre que tenía mucha razón el licenciado Jacobo Majluta Azar cuando afirmó que República Dominicana es un país rico, pobremente administrado.

Luis Abinader Corona apenas comienza su mandato. Muestra que tiene interés en hacer las cosas bien y para eso necesita que quienes les acompañan en la dirección de la administración del Estado, en todas las instancias, se pongan en sintonía con su accionar.

No basta decir, la gente los quiere ver hacer y que cierren la llave de la corrupción. Para que los recursos alcancen y solucionar los graves problemas que afectan a la población por tiempo indefinido, hay que parar el robo al erario y recuperar lo que se compruebe ha sido sustraído en el pasado o en el presente, caiga quien caiga.

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