La Violencia Contra la Mujer: Un Problema Ancestral y Global
La violencia contra la mujer es una problemática tan antigua como las primeras creencias religiosas, especialmente las cristianas. Estas tradiciones han cargado a la mujer con culpas históricas, como la de Eva en el relato bíblico, quien fue condenada a “parir con dolores” por desobedecer a Dios, una figura masculina que simboliza el poder patriarcal.
Reconocer que la violencia de género es un problema mundial no es suficiente. Mujeres en todo el mundo son víctimas de agresiones físicas, violaciones, humillaciones y asesinatos. Este fenómeno, tristemente cotidiano, exige respuestas urgentes y efectivas.
El Rol Histórico y Social de la Mujer en la Sociedad
Es común afirmar que la mujer representa la mitad de la humanidad y es la madre de la otra mitad. Sin embargo, esta realidad no ha garantizado su equidad ni respeto. El sistema capitalista no ha resuelto la desigualdad, y tampoco lo han logrado los modelos socialistas, donde las mujeres siguen relegadas a roles estereotipados en el trabajo y la sociedad.
La idea de que los hombres dominan por ser más fuertes o por su participación en la guerra es un argumento obsoleto y absurdo. El mito del “sexo fuerte” masculino no justifica la violencia ni la desigualdad.
Feminicidios: Un Problema Multicausal que Requiere Acción
Hablar de feminicidios como un fenómeno multifactorial ha dejado de ser solo un debate académico. La cultura machista, arraigada y perpetuada incluso en instituciones educativas y religiosas, sigue justificando estos crímenes y frenando el avance hacia la igualdad.
¿Cómo Frenar la Violencia Contra las Mujeres?
La pregunta clave es: ¿Cómo detener las agresiones físicas y psicológicas contra las mujeres? ¿Debe educarse solo a los hombres? ¿Quién y cómo educa a las mujeres para que no sean tratadas como propiedad o “cosas”?
Además, es urgente garantizar la inserción de la mujer en el mercado laboral, la ciencia y la tecnología en condiciones de igualdad, sin discriminación salarial ni prejuicios. También es necesario eliminar el concepto posesivo de “mío” (mi mujer, mi marido), que alimenta la violencia de género.
Históricamente, la propiedad privada no existía en las sociedades primitivas, donde todo era compartido debido a niveles bajos de producción. Retomar la idea de colectividad podría ser un paso para superar las relaciones de dominación actuales.
El Papel Ambivalente de los Medios de Comunicación
Con la creciente visibilidad de los feminicidios, surge una reflexión sobre la responsabilidad de los medios -televisión, radio, prensa, redes sociales y cine- en la difusión masiva y en ocasiones morbosa de estos crímenes. La constante exposición puede generar un efecto contraproducente, naturalizando o trivializando la violencia contra las mujeres.
Democracia, Género y Sociedad: Contradicciones Cotidianas
Las mujeres escuchan a líderes políticos de todo el mundo hablar sobre la necesidad de ampliar libertades y construir sociedades más justas y participativas. Sin embargo, muchas se preguntan con razón: ¿cuándo llegará esa democracia a sus hogares? En las calles, la lucha por la igualdad avanza, pero en el ámbito privado, muchas enfrentan dictaduras sin respaldo popular.
Es innegable que las mujeres han conquistado espacios importantes en la política, los negocios y la academia. Sin embargo, estos logros han sido costosos. Lo que un hombre obtiene con facilidad, para una mujer implica sacrificios enormes, a veces hasta la pérdida de su dignidad.
Un Llamado a la Lucha y la Transformación Social
La lucha por la igualdad de género debe continuar, con trabajo, estudio y sacrificio, durante el tiempo que sea necesario, ya sean décadas o siglos. Solo así se podrá construir una sociedad que valore y respete a las mujeres, otorgándoles el lugar justo de igualdad y dignidad.
El problema es estructural y está arraigado en el diseño del Estado y sus instituciones políticas, académicas, culturales, religiosas, civiles y militares. Sociedades marcadas por la corrupción, la ignorancia y la pobreza extrema no pueden generar justicia ni equilibrio emocional. La sexualidad no puede ni debe definir la violencia ni justificar los asesinatos de mujeres.
Reflexiones Finales desde la Literatura
En mi libro De amores y otros dolores escribí: “El hombre que mata a una mujer se mata a sí mismo sin saberlo”. En Noches de Insomnio afirmé: “El amor no mata, ama”. Nadie asesina por amor; matan el odio y el rencor. Los llamados “crímenes pasionales” son una invención periodística machista que solo perpetúa la violencia y el atraso.

