Este 2022 que apenas comienza, promete ser un buen año para el pueblo dominicano, conducido acertadamente por el presidente Luís Abinader que está “dejando el pellejo” trabajando todos los días para que así sea.
El Partido Revolucionario Moderno debe reorganizarse mejor, crear estructuras sólidas, disciplinadas y dotadas de una línea política programática estratégica de cara al futuro, involucrarse más en las acciones gubernamentales para contribuir exitosamente con el mandatario, si quiere mantenerse en el poder más allá del 2024 cuando concluye su primer cuatrienio.
El partido -lo he dicho otras veces- es el brazo político del gobierno; Abinader precisa de un partido fuerte, grande, con la mayoría de sus dirigentes unidos tras un propósito común: el bienestar del pueblo. Por lo tanto, tiene que universe alrededor de la figura del presidente, como lo está haciendo, por ejemplo, el expresidente Hipólito Mejía, su hija, Carolina Mejía, alcaldesa de la capital y secretaria general del PRM, entre otros. No puede haber un divorcio entre el partido y el gobierno, por el contario contrario, tienen que transitar juntos el mismo camino.
Todos los indicadores económicos dicen que el país va bien, que está en buenas manos; la crisis sanitaria será resuelta. La pandemia será cosa del pasado en pocos meses. El turismo se recupera a pasos agigantados. Nuestro país es un destino hermoso y cada vez más seguro. La inversión extranjera es y será cada vez mayor. la seguridad jurídica está garantizada. Terminó la extorsión y el chantaje a los inversionistas. La criminalidad y la delincuencia se reduce gracias a los planes y la inversión económica en los barrios.
El porcentaje de “Ni-ni” (Jóvenes que no estudian ni trabajan) que es la más altos en la región, han comenzado a bajar. La transformación de la Policía Nacional, para beneficio de la población, es un hecho. En pocos meses veremos los resultados. El Ministerio Público, bajo la correcta dirección de la magistrada Procuradora General Mirian Germán, continua sus investigaciones para sancionar los actos de corrupción, tanto del presente como del pasado, sin importar quien o quienes sean los imputados. La ley no discrimina, ni hace excepciones, es igual para todos, por lo menos es lo que establece la Constitución.
Los empleos perdidos por la pandemia se han recuperado y creado otros. La inversión en salud pública aumenta y seguirá aumentando. “Cuando el dinero no se lo roban, alcanza”, ha dicho el presidente Abinader. Con el dinero que se economiza el Estado, como en el caso del peaje sombra de la carretera de Samaná, se construyen obras reproductivas de carácter social. Los hechos hablan por si mismos. Nadie los puede negar.
No hablo por hablar, este 2022 promete ser un año de crecimiento, de estabilidad y sostenibilidad en la aplicación de políticas públicas beneficiosas para toda la población. El dinero seguirá alcanzando, como dice el presidente, porque nadie se lo está robando. Y aquel que lo intente pagará las consecuencias en los tribunales y en las cárceles, no importa la cercanía con su entorno familiar, partidario o político, porque, como dijera el presidente de Singapur, Lee Kuan Yew, “el político que esté dispuesto a combatir la corrupción tiene que estar dispuesto también, a meter a la cárcel a sus amigos y familiares”. Fue el presidente Lee quien aseguró que “el peor enemigo de un gobierno corrupto es un pueblo culto”.
El libertador Simón Bolívar lo dijo con otras palabras igualmente memorables; “un pueblo ignorante es ciego de su propia destrucción”. Hay que educar, pues, para combatir con éxito las inconductas; hay igualmente, que producir un régimen de consecuencias drástico con el imperio de la ley.
POR JUAN T H