Uruapan, México.– La noche del sábado se tiñó de luto en plena celebración del Día de Muertos en Uruapan, Michoacán, cuando el alcalde Carlos Manzo fue asesinado a tiros frente a cientos de personas que participaban en los actos festivos.
Los hechos ocurrieron momentos después de que el alcalde inaugurara el tradicional festival de la vela, uno de los eventos culturales más importantes del municipio. Manzo se dirigía a los asistentes micrófono en mano y con un niño en brazos, celebrando la tradición junto a las familias presentes.
Minutos luego de su intervención, se escucharon cinco disparos que desataron el pánico en la plaza principal, abarrotada de ciudadanos y visitantes. Testigos grabaron el momento en el que comenzaron las detonaciones y mostraron cómo la multitud corrió desesperada para ponerse a salvo.
Videos difundidos en redes sociales captaron los esfuerzos de los paramédicos intentando reanimar al alcalde, quien fue trasladado de emergencia tras recibir impactos de bala. Sin embargo, falleció poco después.
El Gabinete de Seguridad federal confirmó, en un comunicado preliminar, que uno de los presuntos atacantes fue abatido y otros dos fueron detenidos, gracias a la acción inmediata de fuerzas de seguridad desplegadas en la zona.
Manzo, alcalde independiente, había sido una voz crítica contra el crimen organizado en la región y, en múltiples ocasiones, pidió mayor apoyo al Gobierno estatal y federal ante la escalada de violencia en Michoacán.
El asesinato ocurre en un contexto delicado, ya que Uruapan es considerado un punto estratégico para grupos criminales que buscan controlar rutas y territorio.

En agosto pasado, policías municipales —en coordinación directa con el propio Manzo— detuvieron al presunto líder local del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), René Belmonte, alias “Rino”. Ese operación fue celebrada públicamente por el edil.
Tras aquella detención, Manzo insistió en solicitar refuerzos del Estado mexicano para garantizar seguridad ante potenciales represalias. Sus declaraciones señalando al CJNG como una amenaza evidente fueron ampliamente difundidas.
Fuentes locales indican que el alcalde solía acompañar patrullajes municipales como un gesto de respaldo directo a las fuerzas del orden y a la población. Su postura frontal contra el crimen lo posicionó como una figura valiente, pero vulnerable.
Tras el ataque, las autoridades reforzaron la presencia militar y policial en Uruapan, mientras personal ministerial realiza peritajes en la zona del atentado.
El asesinato de Manzo se suma a una serie de agresiones contra funcionarios municipales en México, especialmente en regiones afectadas por el narcotráfico, generando preocupación en organismos nacionales e internacionales por la seguridad de autoridades locales.
Líderes políticos y sociales en Michoacán han exigido una investigación exhaustiva para identificar a los responsables intelectuales del crimen, así como la implementación de medidas urgentes que eviten que hechos similares continúen.
La comunidad de Uruapan, aún conmocionada, suspendió las actividades festivas programadas. Calles y altares que horas antes celebraban la vida se convirtieron en escenarios de dolor y silencio.
La muerte de Carlos Manzo deja un vacío en la administración local y despierta nuevas alarmas sobre la violencia que persiste en regiones vulnerables del país, donde el Día de Muertos —símbolo de tradición y memoria— terminó marcado por una tragedia que sacudió a todo México.

