Por JUAN T H
Si yo fuera dirigente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), tras los pésimos resultados de las elecciones del pasado mes de febrero, me olvidaría de los intentos por recuperar el poder, por lo menos en las elecciones de mayo cuando se elegirán senadores, diputados y al presidente de la República.
Aunque disminuido, por diferentes razones que podríamos explicar en otra ocasión, el PLD ratificó su condición de partido grande, con presencia orgánica (dirigencial) en todo el territorio nacional. De hecho, el PLD es hoy, por hoy, la segunda fuerza política del país.
He dicho en otras ocasiones que Abel Martínez es un candidato sin condiciones, que no conecta con la gente, sin liderazgo, (acaba de perder su provincia, Santiago), sin arraigo dentro de su organización, que no concita emociones; en definitiva, Abel Martínez no es buen candidato. No prende, ni prenderá en el mercado electoral. No gusta. Los números de las encuestas lo colocan en un lejano tercer lugar. Ahí se mantendrá. No hay ninguna posibilidad de avanzar, desplazar a Leonel Fernández, que es “buen candidato”, pero con una altísima tasa de rechazo y sin un partido fuerte que lo respalde. Leonel acaba de recibir una derrota aplastante. Los más de dos millones de inscritos que dijo tener, desaparecieron. No era verdad. Nunca fue verdad. Los números de la Junta Central Electoral lo dicen.
Si yo fuera dirigente del PLD o asesor estratégico del Comité Político, me olvidara de una alianza con la Fuerza del Pueblo y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), virtualmente desaparecido. No gastaría tantas energías en Abel, ni recursos económicos, porque Abel no saldrá del sótano, como no pudieron hacerlo Las Águilas en la temporada pasada. ¿Qué hará el equipo cibaeño para la próxima temporada? Reorganizarse, contratar buenos refuerzos, garantizar un experimentado capataz que conduzca el equipo hacia una nueva victoria.
Es justo lo que debe hacer el PLD. Si yo fuera dirigente de ese partido, trataría de ganar una cuota importante de poder en el Congreso, diputados y senadores, convertirme en “la segunda mayoría”, con representación en el Consejo Nacional de la Magistratura y en otros órganos del primer poder del Estado, que es el Legislativo. El PLD puede obtener buena cantidad de diputados y senadores, con buenos candidatos, que los hay, con posibilidad de ganar, incluyendo algunos fuera de la militancia peledeísta, con arraigo provincial y valores éticos y morales.
Yo me olvidará de ganar las elecciones presidenciales con Abal Martínez, que no tiene “nada en la bola”, que, si me lo permiten, le sugeriría que se concentrara en ganar senadurías u diputaciones en Santiago, Santo Domingo y otras provincias. Como “segunda mayoría” -insisto- el PLD podría ser un contrapeso importante, dando por hecho que el PRM, con Luís Abinader a la cabeza, ganará, no solo la presidencia de la República, sino la mayoría de los senadores y diputados.
En el 2028 el presidente Abinader tendrá, constitucionalmente tendrá, un “Nuca Jamás”, como el que pesa sobre los hombros de Danilo Medina. En el PRM se producirá una guerra, que ojalá sea bien llevada, entre Carolina Mejía, David Collado, Guido Gómez Mazara, Wellington Arnaud, José Ignacio Paliza, Yayo Sanz Lovaton, entre otros, que nadie sabe cómo puede terminar. (Me dicen que un grupo de empresarios de Santiago trata de convencer a la vicepresidenta Raquel Peña para que se anime a buscar la nominación, lo cual sería un elemento perturbador para los viejos pretendientes)
Cuando Juan Bosch decidió abandonar al PRD en el año 1973 para formar al Partido de la Liberación Dominicana no logró destruir al PRD, que era una marca, con una historia gloriosa, el partido que trajo la democracia al país tras el ajusticiamiento de Trujillo. El PRD tenía en el doctor José Francisco Peña Gómez “un astro con luz propia” que logró mantener a flote al partido y conducirlo, en 1978, al poder con don Antonio Guzmán.
En el PRD, tras la partida de Bosch, se quedaron muchos de sus dirigentes y líderes más importantes, como Hugo Tolentino Dipp, Milagros Ortiz Bosch, Antonio Guzmán, Bonaparte Gautreaux Piñeyro, Tirso Mejía Ricart, Ana maría Acevedo, Hipólito Mejía, Tony Raful, Ivelisse Prats, Salvador Jorge Blanco, Jacobo Majluta, Eligio Jáquez, Chu Vásquez, Pedro Franco Badia, César Cedeño, entre muchos otros. Bosch no pudo acabar con el PRD, como Leonel Fernández tampoco ha podido con el PLD, a pesar de sus esfuerzos en ese sentido.
El PLD sigue siendo una fuerza política considerable. Leonel trabaja para disminuirlo y fortalecerse. Sabe que sólo quitándole dirigentes y militantes puede crecer, como lo hizo con el Partido Reformista y el PRD, que prácticamente los destruyó. La Fuerza del Pueblo solo puede fortalecerse disminuyendo al PLD, donde está su origen. Él fue el líder y guía de ese partido durante casi 20 años. no le puede sacar gente al PRD ni al Reformista, porque ya no tienen gentes. Los perremeísstas jamás formarían parte de la FUPU. Él no lo sabe, pero la carrera política de Leonel Fernández parece haber llegado a su fin. Alguien con autoridad debería decírselo. El PLD, con Danilo Medina a la cabeza, puede contribuir al final de la carrera política del tres veces expresidente de la República.