Bartolo García
Santiago de Los Caballeros, RD.– La carrera de Al Horford es una de esas historias que trascienden el deporte y entran en el terreno de la inspiración. Nacido en Puerto Plata y emigrado a temprana edad a Estados Unidos, Horford se formó académicamente en colegios y universidades norteamericanas, donde también desarrolló la disciplina y destreza que lo han convertido en uno de los jugadores dominicanos más exitosos en la historia del baloncesto profesional.
Su llegada a la NBA marcó un antes y después para atletas dominicanos. Primero con los Atlanta Hawks, luego con los Philadelphia 76ers, Oklahoma City Thunder y, más recientemente, los Boston Celtics, Horford ha mostrado constancia, profesionalismo y una ética de trabajo que sirven de ejemplo para la juventud de República Dominicana y el mundo.

Hoy, con 40 años, el veterano pívot vuelve a sorprender al unirse a los Golden State Warriors, demostrando que la edad no es obstáculo cuando hay disciplina, preparación física y pasión por lo que se hace. Su impacto fue inmediato, enviando un mensaje claro: todavía tiene mucho que aportar al más alto nivel.
En su más reciente actuación, Horford jugó 29 minutos y registró 13 puntos con un eficiente 5 de 8 en tiros de campo y 3 de 4 desde la línea de tres puntos. Pero lo más destacado fue su defensa, logrando limitar a la superestrella Nikola Jokic a un 35 % de acierto en tiros (8-23), algo que solo jugadores con inteligencia defensiva y experiencia de élite pueden conseguir.
Con casi cuatro décadas de vida, Horford se mantiene competitivo gracias a su velocidad lateral, su inteligencia para ubicarse en la cancha y su capacidad para proteger el aro. Con sus 6’10’’ de estatura, aporta presencia en la pintura, pero su mayor valor en el esquema moderno radica en su habilidad para abrir la cancha lanzando triples con extraordinaria eficiencia.

Antes, los Warriors contaban con Kevon Looney como pieza clave en los rebotes, aunque sin tiro exterior. Cuando Looney coincidía con Draymond Green, la ofensiva dependía casi exclusivamente de Stephen Curry. Ahora, la presencia de Horford permite mayor libertad ofensiva: el “pick and roll” fluye, Curry tiene más espacios y jugadores como Jimmy Butler o Jonathan Kuminga encuentran pasillos abiertos para atacar.
Lo que Horford aporta va más allá de puntos o rebotes. Es liderazgo, lectura del juego, comunicación defensiva y experiencia en escenarios de alta presión. Muchos jugadores pierden relevancia en esta etapa de su carrera; Horford, en cambio, sigue siendo una pieza estratégica al más alto nivel del baloncesto mundial.
Su trayectoria también destaca por su comportamiento fuera de la cancha. Madre y padre orgullosos, esposo ejemplar de la ex Miss Universo Amelia Vega y padre de una hermosa familia, Horford ha logrado equilibrio entre éxito profesional y estabilidad personal.
Su imagen pública es la de un atleta íntegro, responsable y disciplinado. Ha mantenido su reputación sin escándalos, mostrando compromiso con su familia, respeto por su país y dedicación a su profesión. Es, sin duda, un modelo a seguir para la juventud dominicana.

Su historia recuerda que el éxito no es casualidad: es el resultado de preparación, sacrificio, educación y valores sólidos. Su paso por colegios y universidades estadounidenses fortaleció su visión de vida, pero él siempre ha llevado consigo el orgullo de ser dominicano.
Hoy, en un deporte donde la velocidad, fuerza y juventud predominan, Horford sigue siendo relevante gracias a su inteligencia y disciplina. Su presencia en Golden State representa una nueva página en una carrera extraordinaria.
A los 40 años, no solo compite: enseña, inspira y demuestra que la grandeza se construye con tiempo y carácter. Su legado trasciende estadios y estadísticas. Es el reflejo de lo que puede lograr un joven dominicano cuando sueña en grande y trabaja con determinación.
En una liga que premia lo extraordinario, Al Horford sigue brillando. Y desde Puerto Plata hasta San Francisco, su historia seguirá siendo inspiración para generaciones.

