Por: Carlos Ricardo Fondeur
En los tiempos del apogeo del trujillato, entre los años 1940-1960, existía un personaje tétrico, que se creía (y la propia tiranía lo aupaba) un superhombre. Le llamaban ELHOMBRE ENTERO. Así como existía un Porfirio Rubirosa que abrazaba a las mujeres previamente escogidas, cual pulpo de tentáculos que impúdica e impunemente agregaba a su extensa lista los nombres de hijas de los anti-trujillistas, de esa manera existía la versión de un hombre, que se creía ENTERO, poseído de dones superiores y tenia poderes especiales para la tortura y la maldad. El Hombre Entero tenia tentáculos cual pulpo. Tenía al torturador experto. Tenía al experto en inteligencia militar a sus pies. Tenía al sepulturero a quien también asesinaba brutalmente. El Hombre Entero era un personaje cruel de nuestra otrora sociedad. Era como la continuación de Las Cruzadas en nombre de Dios y del cual al ser recibido el sacro día del bautismo, recibió laudos y bendiciones.
En el país por todos lados existen nombres de calles, plazas y monumentos en loor del HOMBRE ENTERO que, erguido, trajeado elegantemente, con sus finas botas de cuero importado, se paseaba en cualquier momento por cualquier lugar del país, colocando en las puertas de los barrios pobres de las ciudades y zonas rurales un letrero que rezaba “Aquí el Hombre que Manda es Trujillo” Altivo, era un jinete de tez blanca, alto, trajeado en zafarrancho cuando necesitaba ser tomado en miedo, militar de armas en mano que le devaluaba el sentido etimológico de su mote: EL HOMBRE ENTERO. Portentoso hombre frente a los “pedazo de hombre” que eran su antónimo, fuste en manos elaborado en cuerno de vaca y crin de caballo, golpeaba en la cara a quienes veía el sinsabor de ver colocar en la puerta de su casa el rotulo que rezaba “Aquí el que Manda es Trujillo”. “Aquí el que manda soy yo, carajo!”, decía mi abuelo materno. Mi abuela le respondía:¿Tú?. Ya ustedes saben. Dentro de este vehículo dejo su vida terrenal EL HOMBRE ENTERO, Rafael Leónidas Trujillo Molina, el 30 de mayo de 1961, en Santo Domingo, Distrito Nacional. En las familias se resumía el ambiente nacional, el hombre impone; la mujer dispone. El trujillismo impulso la cultura del culto al hombre, copiado de “el hombre de la casa” ,que con el devenir democrático o cuasi democrático del país, se ha logrado insertar a la mujer en la obra-país de la República Dominicana. El Hombre Entero es el producto de la irracionalidad que existía en su máximo apogeo en la era de Trujillo. No habrá espacio para modificar el ritmo de la historia para caer en más de lo mismo; No basta leyes que la suprima. A diario uno se abruma escuchando a los que poseen cerebro sin amueblar decir: “tan bien que se vivía cuando Trujillo”. Noes lo mismo llamar al diablo, que verlo llegar.