Por Carlos R. Fondeur Moronta (Morontica)
Recuerdo aquellos días maravillosos de mi vida. Entrar al periódico La Información, hablar con el linotipista, comprarles el desayuno a los periodistas, pasar de La Información a Radio Libertad, dirigida por el Padre Benzán, entrar al Departamento de Prensa, dirigido por Héctor García, tomar una maquinilla para escribir en cuartillas desechadas; era la época de oro de mi vida. Corrían los años 1975-1982. Yo tenía apenas 15 años cuando entraba temprano a Radio Cibao.
Conocer a Adriano de la Rosa, Carlos Ramírez Báez, Hipólito Adames, Carlos Cepeda, Marcos Tulio Cepeda, Pedro López (casi tan joven como yo, no pudo descollar a causa de su prematura muerte en la Sección Jacagua), José Cabral (Chelo), Román Franco Fondeur (primo de mi padre, Luis Fondeur Santos), y otros grandes del empresariado de la comunicación y periodistas, fue para mi persona una experiencia única, a sabiendas de que, con solo 15 años de mi vida, era una parte histórica. Una marca indeleble.
Nunca hablé, ni vi de cerca, al laureado periodista y locutor Ramón de Luna. Una estrella que brillará para siempre en nuestro firmamento. Hipólito Adames marcó mi vida. Osvaldo Nelson Hernández, la tercera etapa de ella en el periodismo, o al menos, en su momento, ya que Adames, atendiendo a una sugerencia de ayuda de Adriano de la Rosa, me facilitó una maquinilla Hermes, muy antigua, sin palanca, en la cual llegué a redactar muchas noticias para Cibao Informativo.
Alejandro García Ramírez, Narciso González, Adalberto Hernández, Juan La Mur, Ricardo Rodríguez Rosa, José Madera, Carlos Cepeda, entre muchos otros, crearon una especie de mundo periodístico en la ciudad corazón, llegando a competir en calidad y cantidad, a pesar de la diferencia poblacional, con los periodistas de Santo Domingo, letra aparte, nuestro periodismo nació, creció y desarrolló sin importar las ideas impuestas por la guerra fría.
Los teletipos sonaban afanosamente. AP, AFP, EFE, REUTER, PRENSA LATINA, TASS. Sobraban noticias, que subrepticiamente, cada cual mostraba sus intereses políticos y, los más aguzados, tomaban de ese pastel lo que les apetecía. Los locutores de tanto leer noticias, se convirtieron en redactores. Era la era de 1960-1980. El Parque Duarte estaba ahí, impasible, con mil líneas entrecruzadas por donde pasábamos todos, los periodistas, los locutores, los políticos, el Servicio Secreto de la Policía, los organismos de seguridad del Estado, los espías, los homosexuales, las prostitutas, los cambiadores de divisas, los curas de la Catedral, los devotos, los profesores y estudiantes del Liceo Benigno Filomeno de Rojas, los actores e instrumentalistas del centro de la cultura, los historiadores y nosotros, los periféricos del periodismo. Epifanio Rodríguez, Gregorio García Castro (Goyito), el periódico El Sol en la Avenida Central (hoy 27 de Febrero), Radio Mil Informando, Américo Rodríguez Arlequin en voz informativa desde RadioLandia, yo seguía corrigiendo estilo de las noticias de los teletipos y Osvaldo seguía escribiendo con sus dedos hinchados. Era un acabose.
A veces me creía que sobraban periodistas. No era así. Faltaban. Me lo dijo Ramón Monsanto un día. Y confieso que no le creí. Fueron desapareciendo paulatinamente los medio iconos del Cibao y sus espacios informativos, como Radio Mil Informando, Periódico El Día, Periódico YA, 60 Minutos con Adriano de la Rosa,
La Situación Mundial, desapareció Radio Ritmo y su pléyade periodística focal; desapareció Ondas del Yaque, Radio Éxitos y todo se volvió un caos. El periodismo parcialmente murió con la época.
Y murió Osvaldo y sus dedos agrandados no pudieron seguir más. Y han fallecidos muchos otros y otros volverán en forma diferente, con enfoques diferentes y mentalidades condicionadas y otros independientes, pero será como un reciclaje que nunca volverá a ser como aquella época desde 1960 hasta 1982. Loor a esos periodistas mártires. La historia espera impasible y juzgará.
Por sobre todas las cosas, es incalculable el valor dado por el periódico La Información, donde desde su fundación en el 16 de noviembre del año 1915 por Luis A. Franco Olavarrieta, J. Armando Hungría, Pedro M. Hungría, y donde el presidente Dr. Joaquín Balaguer fue otrora su director, por donde han pasado y seguirán pasando las luminarias de la prensa de la ciudad, de la región y por ende, del país.