Aumentar nuestros ingresos sin incrementar nuestro patrimonio suele llevar a un bienestar de corto plazo.
Algunos se han empeñado en gastar de una forma que muestre lo que ganan. ¿Qué pasa si dejo de ganarlo? Ya sé, en ese momento me quejo del gobierno… todo solucionado.
Como el humano está programado en primer lugar para subsistir, cuando siente que en el futuro inmediato no tendrá inconvenientes para lograrlo, intuitivamente descuida la construcción de una mejor vida más adelante.
Sí, no aumentar nuestro patrimonio neto tiende a llevarnos a una vida futura llena de inseguridades.
No saber cómo mantendremos la calidad de vida si algo pasara con nuestra fuente de ingresos nos mueve el piso.
Ya sé: “la vida es ahora y el destino está escrito”. Me dicen algunos.
A los ricos les dicen tacaños: Mientras más tienen, más acumulan. Sin embargo, muchos quieren vivir sin las precariedades que ellos viven. ¿Por qué la dicotomía?
Algunos no se ocupan de su futuro. Ya sea por su programación genética, o por la adquirida en sus años de evolución individual.
Hoy nos gusta medirnos por la cantidad de dinero que ingresamos. Y peor, como no vamos a publicar el número en la red buscamos algunas formas de hacerlo saber. El teléfono que usamos, el vehículo que conducimos, los lugares que visitamos, etc. Es una forma de demostrar nuestra bonanza.
Esto se complicó a partir de cuando, por ejemplo, para comprar el vehículo no hace falta haberse ganado el dinero. Aparentar un salario que no tenemos es hoy más fácil, un préstamo y ya está. Si lo combinamos con tarjetas de crédito que no sabemos manejar lleva al desastre financiero de muchos aparentadores.
Hasta hemos llegado al punto que demostrar que tenemos préstamos es un símbolo de estatus.
El problema financiero se siente, pero no se muestra. Cuando el dinero no alcanza para la vida de apariencias que hemos construido, la solución es reducir los gastos que de verdad mejoran la calidad de vida. Restricciones en el supermercado, reajuste del uso de energía, reducimos las inversiones en capacitación, etc. ¿Qué pasa con las apariencias? Esas no las dejan.
Llega un punto que debemos preguntarnos si en verdad ganar más es lo que mide mi bienestar. O si la acumulación de patrimonio es un mejor índice. ¿Patrimonio?
Mi vivienda propia e inversiones son ejemplos de ello.
Algunos me dirán que si se mueren no habrán disfrutado de sus inversiones. Por lo tanto, es mejor gastar lo que se recibe. La verdad es que cada vez más personas llegan al futuro.
¿Vive mejor alguien que ganando lo mismo ha acumulado patrimonio o el que tiene deudas no productivas?
Ya sé, me dirán que el que acumuló patrimonio no disfrutó la vida. Y sigo considerando que disfrutar la vida es algo más amplio que gastar todo el dinero y construir deudas que no producen.
- Es sentir tranquilidad por no tener preocupaciones financieras.
- Es comprar lo que uno desea cuando lo desea, no cuando alcance el dinero.
- Es planificar unas vacaciones con el dinero ya ganado.
- Es comprar un vehículo sin necesitar comprometer futuros ingresos.
- Es no tener que pensar en cómo enfrentar un inconveniente financiero.
- Es no tener fondo de emergencias porque con el patrimonio o una buena imagen crediticia pueden afrontar situaciones adversas.
- Es usar todo su ingreso para aumentar su calidad de vida.
- Es saber que al momento del retiro no será una carga para nadie.
- Es tener la convicción de que vivirá mejor cuando deje de trabajar.
- Es vivir mejor cada día…
La filosofía de vida de pensar que el ingreso mensual es lo importante es demasiado inmediatista. Cuando valoramos el patrimonio acumulado logramos más con nuestros ingresos.
Por Diego A. Sosa