Por JUAN T H
“Entre individuos, como entre naciones, el respecto al derecho ajeno es la paz”. Benito Juárez
¿Con qué derecho Estados Unidos interviene política, económica y militarmente en todos los países del mundo? ¿Quién lo designó gendarme del mundo? ¿Quién le otorgó el derecho de imponer por la fuerza el sistema político que deben adoptar los demás países del globo?
El derecho internacional, la autodeterminación de los pueblos, no son más que sofismas cuando se trata de los intereses estadunidenses. El derecho internacional existe cuando le conviene o le interesa al Coloso del Norte. En nombre de Dios, de la democracia y de la libertad, históricamente se han cometido los mayores crímenes contra la humanidad.
Estados Unidos ha instalado alrededor de mil bases militares en todos los continentes, con sus armas letales dispuestas para actuar en cualquier momento sin que nadie se le oponga. ¿Con qué derecho? ¿Qué tal si Rusia, China o la India decidieran colocar sus bombas y sus misiles, de corto, mediano y largo alcance en Brasil, Cuba, Venezuela, Chile, Nicaragua, Canadá, México o Argentina, apuntando hacia territorio estadounidense? ¿Lo permitiría? ¿Qué ocurrió en 1962 durante la llamada “crisis de los misiles” en territorio cubano que provocó casi una guerra nuclear entre la desaparecida Unión Soviética y Estados Unidos que “defendió” con uñas y garras su “traspatio”. Por qué ahora Rusia no puede defender el suyo cuando Estados Unidos y la Unión Europea arman hasta los dientes con mísiles y bombas a Ucrania para usarla en su contra?
Ninguna intervención militar de ningún país sobre otro tiene justificación ética hoy día, pero ¿por qué justificar y aplaudir una invasión, mientras otra la maldecimos y la condenamos? ¿Por qué Estados Unidos y sus socios europeos pueden rodear a Rusia con sus bombas nucleares, sus bombas de neutrones, sus drones asesinos, sus misiles, sus aviones de combate, sus tanques mortíferos, sus armas químicas, etc., sin recibir una respuesta similar para defender su vasto territorio?
¿Significa que Estados Unidos puede defender con las armas lo que considera suyo fuera de sus fronteras, (América Latina, por ejemplo) pero Rusia no puede hacer lo mismo?
La OTAN es en Europa, lo mismo que la OEA en América Latina para Estados Unidos: ministerios de colonias contemporáneas.
¿Díganme, con qué derecho Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas en Japón matando en segundos a más de 200 mil seres humanos sin contar las secuelas que aún persisten?
¿Con qué derecho -insisto- Estados Unidos ha intervenido en Argentina, México, Nicaragua, Uruguay, Paraguay, Nueva Granada, Chile, Cuba, Haití, Puerto Rico, Guatemala, Panamá, África del Norte, Japón, Hawái, China, Indonesia, Angola, Líbano, Libia, Somalia, Sudan, Yugoslavia, Filipinas, Irak, Vietnam, Yemen, Pakistán, Siria, República Dominicana, Brasil, entre muchos otros? La mayoría de los países centroamericanos y caribeños han sido intervenidos militarmente dos, tres y hasta cuatro veces. Casi todos nuestros países han sido víctimas de golpes de Estado para instaurar dictaduras sangrientas, violadoras de todos los derechos humanos, siempre con el patrocinio de Estados Unidos. No fue casual que en la reunión con su homólogo Joe Biden, el presidente José Manuel López Obrador recordara la famosa frase del dictador Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Y tenía razón, pues su país se vio obligado a ceder más de la mitad de su territorio (poco más de dos millones de kilómetros cuadrados) al terminar la guerra de dos años entre ambos con la firma del tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848; una guerra totalmente desigual, mostrando las garras del imperialismo estadounidense que se expandiría por todo el planeta hasta nuestros días, dejando una estela de muerte y destrucción no sólo de la fauna y la flora, sino de la propia raza humana.
La asamblea general de las Naciones Unidas ha votado mayoritariamente en contra del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos contra Cuba desde hace años. En la última asamblea el rechazo logró 184 votos en contra de la medida. Sin embargo, Estados Unidos lo mantiene, sin que haya consecuencias en su contra, sin que haya sanciones. Lo mismo pasó con las armas químicas de destrucción masiva que sirvió de excusa para destruir la milenaria ciudad de Bagdad, la capital de Irak. Las armas no existieron nunca. Ese país no le pidió permiso a nadie para invadir Yugoslavia, Libia, Siria y Afganistán, donde gastaba 300 millones de dólares diarios durante 20 años, para finalmente salir derrotado, dinero que bien pudieron invertir para terminar con la pobreza de los 50 millones de habitantes de esa nación, en Haití o en áfrica. Como dijera fray Antón Montesino en su sermón de adviento en 1511, “con que autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacificas…? “…decid, ¿con qué derecho y con qué justicia?”.