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Los responsables del centro de consumo de drogas autorizado por la ciudad y justificado por el alcalde Bill de Blasio como “un refugio seguro” para los drogadictos están negando el acceso al interior a los reporteros locales.

Altice

Ayer miércoles, este reportero acudió al centro situado en el 500 Oeste (West) de la calle 180 casi con avenida Ámsterdam, y lo primero que encontró en la puerta principal de entrada fue un hombre con un chaleco verde lumínico y el emblema de la División de Seguridad Pública.

“Usted, ni ningún otro periodista pueden entrar aquí, está prohibido, esa es la orden que tenemos”, dijo el guardia civil rehusando dar más detalles sobre la negativa.

Adentro, el centro cuenta con una fila de cabinas preparadas con todos los dispositivos e insumos para consumir los psicotrópicos a  elección de los enfermos del vicio de las drogas.

Es una especie de menú como si se tratara de un restaurante cualquiera.

La foto que ilustra este reportaje tuvo que ser tomada desde el otro lado de la calle y detrás de una barrera de un edificio comercial que se le levanta del lado de la avenida Ámsterdam, por lo que el guardia no se percató de que se tomaban las imágenes, incluyendo la de él.

La apertura de los centros con otro en la calle 126 en el Este de Harlem, provocó una andanada de críticas contra el alcalde al que a partir de ayer, le queda un mes en el cargo porque entregará el primero de enero la alcaldía al electo Eric Adams.

“Estos son refugios seguros para evitar que alguien muera por sobredosis de drogas”, dijo el alcalde en una indirecta respuesta a las críticas del congresista Adriano Espaillat y la congresista republicana Nicole Malliotakis, quienes presionan al alcalde para que saque los centros de las zonas urbanas de la ciudad.

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A ellos, se ha unido el líder de la minoría republicana en el ayuntamiento del condado de Staten Island, Joe Borelli, quien calificó las cabinas de consumo como “centros de la muerte”.

Se supo que el alcalde de Nueva York intentó abrir cuatro centros durante la administración del entonces presidente Donald Trump quien se opuso coincidiendo con la oposición del gobernador renunciante Andrew Cuomo.

Los centros en el Alto Manhattan y Harlem son  los primeros que están operando en los Estados Unidos.

Espaillat cuestionó a de Blasio preguntándole porqué un mes antes de su salida del ayuntamiento, se le ocurrió la iniciativa.

Expertos en leyes federales aseguran que los centros son ilegales acorde con una clasificación de la DEA que cataloga esos espacios como “casas de seguridad” clandestinas para consumidores y traficantes de drogas, donde los adictos se forman en grupos y las consumen dando acceso a vendedores.

El martes de esta semana, primer día de apertura de los dos centros, cinco adictos sufrieron ataques por sobredosis.

“Los Centros de Prevención de Sobredosis son una forma segura y efectiva de abordar la crisis de opioides. Estoy orgulloso de mostrar a las ciudades de este país que después de décadas de fracaso, es posible un enfoque más inteligente”, dijo de Blasio en un comunicado.

Espaillat lo conminó a llevar los centros a los hospitales públicos de la ciudad y bajo control del Departamento de Salud.

New York Harm Reduction Educators y Washington Heights CORNER Project son las organizaciones que en Harlem y el Alto Manhattan están administrando los centros con fondos de los contribuyentes, por lo que se esperan protestas públicas en los próximos días.

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Kailin See, directora senior de programas de New York Harm Reduction Educators, confirmó los casos de sobredosis, añadiendo que los adictos sobrevivieron.

El dueño de una ferretería en la avenida Ámsterdam, contigua al centro del Alto Manhattan observó que alguien era sacado en ambulancia por una aparente sobredosis, pero esa versión no pudo ser confirmada porque además de negar el acceso a los reporteros, el personal tiene prohibido hablar con los medios de comunicación.

El comercian no quiso identificarse por temor a represalias de los adictos, diciendo que promover el consumo de las drogas, es horrible.

Las dos ubicaciones de Manhattan y Harlem se eligieron en función de la necesidad de salud y la profundidad de la experiencia del programa, dijo el Departamento de Salud. Los sitios proporcionarán agujas limpias y servicios sociales, pero los usuarios deben llevar  sus propias drogas.

Las estadísticas muestran que el año pasado más de 2,000 neoyorquinos murieron por sobredosis de drogas, el  número más alto desde que la ciudad comenzó a rastrear las cifras en 2000.

La droga más común involucrada en las muertes son los opioides. Entre enero y marzo de este año, otras 596 personas perdieron la vida debido a la adicción.

Según un estudio del Departamento de Salud de la ciudad los centros salvarían de la muerte por sobredosis  hasta 130 adictos al año.

Un cartel en rojo a la entrada del centro en el Alto Manhattan detalla los servicios que se ofrecen entre estos, salvar vidas de las sobredosis.

Por Miguel Cruz Tejada

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