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El balear pierde por tercera vez en 108 partidos en Roland Garros con el mismo verdugo que le apeó por última vez en los cuartos de 2015

Altice

Por JOAN SOLSONA

Los aficionados que llenaban todo lo que se podía la Philippe Chatrier estuvieron presentes hoy en un hecho histórico: Rafael Nadal volvía a perder un partido en Roland Garros seis años después y lo hizo con el que había sido su último verdugo. Uno de los dos que el manacorí ha tenido a lo largo de sus 108 duelos en la tierra de la capital gala.

Robin Söderling le había derrotado en los octavos de 2009 y Novak Djokovic en los cuartos de 2015. Repetiría el gigante serbio con una exhibición de poderio físico y tenístico que se contará en las crónicas y permanecerá en los anales del deporte de la raqueta.

El número uno mundial cerró un marcador favorable de 3-6, 6-3, 7-6(4) y 6-2, en cuatro horas y 11 minutos. Será entonces Nole quien juegue el domingo la final con el griego Stefanos Tsitsipas, verdugo de Alexander Zverev.

La semifinal había empezado casi en la sesión nocturna por las más de tres horas que necesitó Stefanos Tsitsipas para tumbar a Alexander Zverev.

Los dos fueron fieles al guión establecido por sus técnicos en los vestuarios. La final recordaba a la del pasado 11 de octubre. Es cierto que esta vez Nole se había fabricado dos opciones de rotura en el primer juego, pero no las transformó por culpa de dos saques directos del rey de la tierra, uno de ellos a 202 kilómetros por hora, cifra récord del tenista en la presente temporada.

En el segundo juego, el número uno mundial pasó de dominar por 40-15 a entregar su saque después de regalar tres remates a varios metros de la red. Volvía a abusar de las dejadas y Nadal tenía piernas suficientes para llegar a todas ellas.

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Djokovic se desesperaba porque, una vez más, no veía agujero por donde atacar. Rafa estaba en modo apisonadora. Todo iba encaminado a otro rosco para la historia. Hubiese sido el cuarto en a presente edición del torneo después de los sumados ante Richard Gasquet, Jannik Sinner y Diego Schwartzman.

El tenista de Belgrado respiraba aliviado tras estrenar su casillero a tiempo de evitar el doloroso 6-0. El 13 veces mosquetero del Bois de Boulogne era capaz de inventarse tiros imposibles ante los gritos de admiración de la grada.

Las 5.000 personas presentes en la central sonaban como 20.000 después de tantos meses de silencio con las sillas vacías por culpa de la pandemia.

Djokovic salvaría las cuatro primeras pelotas de set con un certero remate, un pasante, un globo que se marcharía largo y una derecha a la red. Pero no pudo con la quinta. Su oponente elevaba la efectividad con el primer servicio.

La sensación es que el partido se había igualado. El tenista de Belgrado se adelantaría con 2-0 en la continuación. Ahora sí se escuchaban los gritos de “Idemo” (Vamos en serbio). Dio igual porque Rafa rompería inmediatamente después.

La alegría iba por barrios. Novak confirmó que estaba en el partido con otro ‘break’, el tercero para él. Nadal estaba haciendo un despliegue físico brutal, llegando a bolas que sólo él golpea y devuelve con intención. Luego le pasaría factura. Cada juego era una especie de matanza tenística, cada uno con su estilo.

Djokovic llegaría al 5-2 arriba tras levantar tres bolas de rotura. Todo estaba igualado 1 hora y 53 minutos después.

La dinámica de la semifinal estaba un poco más del lado del tenista de Belgrado y Rafa se fue a los vestuarios un buen rato para cambiar el ritmo. El ritmo estaba siendo tan alto que los dos contendientes pedían una tregua.

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Nole buscó romper el partido en el tercer juego de la tercera manga. Tuvo dos pelotas de ‘break’, pero el manacorí las salvó. Sabía que era el momento decisivo. Otras tres opciones para el mismo jugador llegarían en el quinto asalto. A la tercera fue la vencida para él.

El campeón de 20 grandes estaba recurriendo demasiado a las dejadas porque no veía hueco, pero su espíritu de lucha siempre está ahí, nunca falta. Por eso volvió a escena y empató a tres y luego empató a cinco. Eso sí, tenía la batería bajo mínimos.

La juez de silla le pitó a Djokovic una amonestación por retrasar la puesta en escena de la pelota. Se le había escapado un 5-3 y luego un 5-4 y saque. La tensión se palpaba en el ambiente. El serbio tuvo un 30-40 para situarse una vez más por delante. Y después una ventaja. Para la videoteca el punto que dejó a las puertas del ‘break’ con un magistral globo que botó en la línea.

Nole salvó un punto de tercer set con una dejada magistral. El desenlace iba a morir en la muerte súbita mientras se acercaba la hora de desalojar la instalación por el toque de queda. El mayor espectáculo del mundo iba camino de acabar sin público. Sin embargo, hubo una concesión a última hora del Gobierno local. La gente respondió con gritos de “Gracias Macron”.

El ‘tie break’ se inició con una doble falta del español. Nadal falló una volea a medio metro de la red que le dio el 5-3 a su temible adversario. Djokovic acabaría por decantar el tercer set a su favor.

Rafa estaba física y mentalmente tocado. Empezaría el cuarto con una rotura, pero perdería esa renta en un visto y no visto. Desde el banquillo del defensor de la corona le reclamaban que siguiera comiendo para tener energías para lo que quedaba. El tenista les contestaba que ya no podía comer más. Nole fue el más fuerte. marca.com

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