Juan Carlos I se ha marchado de España. El rey emérito comunicó la tarde de este lunes a su hijo, Felipe VI, su “meditada decisión” de trasladarse al extranjero ante la “repercusión pública” de las noticias sobre sus cuentas en paraísos fiscales y “para contribuir” a que el jefe del Estado pueda desarrollar su función “desde la tranquilidad y el sosiego” que el cargo requiere, según la carta que difundió la Casa del Rey.
El comunicado se hizo público horas después de que don Juan Carlos abandonara el palacio de la Zarzuela, donde ha residido en los últimos 58 años, y cuando muy probablemente se encontraba ya fuera de España, según fuentes próximas a la Casa del Rey. El comunicado no especifica en qué país vivirá a partir de ahora el padre de Felipe VI, de 82 años de edad, y presenta su salida como una decisión voluntaria, aunque consensuada con su hijo, que le ha mostrado su “sentido respeto y agradecimiento” por el paso que ha dado.
El diario Abc asegura este martes que el rey emérito se encuentra ya en la República Dominicana, a donde habría llegado en avión procedente de Oporto (Portugal), tras pernoctar el domingo en Sanxenxo (Pontevedra). Juan Carlos I sería huésped de Pepe Fanjul, un magnate del azúcar dueño de un complejo hotelero de lujo en la isla caribeña con el que mantiene una estrecha amistad. La Casa del Rey no confirma ni desmiente esta información y fuentes próximas al padre de Felipe VI señalan que el país donde pase las próximas semanas no tiene por qué ser su residencia definitiva.
Para dejar claro que la marcha de don Juan Carlos no supone un intento de eludir la acción de la justicia (la Fiscalía del Tribunal Supremo español y también la de Suiza están investigando sus cuentas en el extranjero, aunque ninguna de ellas lo ha imputado), su abogado, Javier Sánchez-Junco, ha hecho pública una nota en la que asegura que su cliente “permanece a disposición en todo momento del Ministerio Fiscal para cualquier trámite o actuación que se considere oportuna”.
Finalmente, Juan Carlos I no perderá el título honorífico de rey, que le fue concedido por un real decreto de junio de 2014, pocos días antes de su abdicación. El padre de Felipe VI se había negado a renunciar voluntariamente a este título, que no conlleva ningún privilegio asociado, y su hijo no ha querido despojarlo del mismo contra su voluntad, como hizo con su hermana Cristina a raíz del caso Urdangarin.