Antes de probar el Samsung Galaxy Z Flip, no le veía sentido. Tampoco al Motorola Razr, que llegó unos días antes con el mismo factor de forma. El Fold, el primer plegable de Samsung, tenía una ventaja clara: era un teléfono que cabía en el bolsillo y al mismo tiempo podía convertirse en una pequeña tablet con las virtudes de una pantalla grande, como abrir tres aplicaciones a la vez. El Flip, el segundo plegable de Samsung, pierde esa ventaja. No es una tablet: es un teléfono grande que puede plegarse por la mitad, como los antiguos flip phones. Todas las veces que se filtró, me pregunté qué valor aportaba, aparte del chute de dopamina nostálgica que nos produce cerrar físicamente un teléfono a los que llevamos dos décadas usando móviles. Ahora lo entiendo mejor.
La propia Samsung lo dijo en el evento de presentación: el Galaxy Z Flip está hecho “para gente que quiere destacar”. Es un teléfono poderosamente atractivo con una pantalla espectacular que, por encima de todo eso, tiene una capacidad única: abrirse en cualquier ángulo, como un diminuto ordenador portátil o un espejo de bolsillo. El nombre interno del Flip era Galaxy Bloom, lo que sugiere que el dispositivo está fuertemente orientado al público femenino y, en general, a cualquier persona preocupada por su imagen. Y eso funciona. Anoche, en el evento, mientras los de prensa buscábamos diferencias entre la nueva pantalla de vidrio ultra-delgado y la pantalla de plástico del Fold, una chica con un bolso de Balenciaga abrió mucho los ojos al desplegar por primera vez un Flip.
El teléfono lleva un procesador del año pasado y está un paso por debajo de los nuevos Galaxy S20 en casi todo, pero eso no importa, porque cualquiera que use la cámara frontal para retocarse la cara o lleve un bolso diminuto en el que normalmente no cabría una pantalla de 6,7 pulgadas pensaría que el Flip es un teléfono superior. No es un teléfono para mí, y quizá no sea un teléfono para ti tampoco, pero es un teléfono único, y es el primer plegable que (influencers mediante) podría ser un éxito de ventas entre la gente que busca diferenciarse.
Diseño
El Galaxy Z Flip cabe en la palma de la mano cuando está plegado. Tiene un cuerpo de vidrio con efecto espejo que brilla elegantemente bajo cualquier luz, pero puede ser un imán para las huellas. Cuando lo despliegas, es de todo menos compacto. La pantalla flexible, de 6,7 pulgadas, tiene una relación de aspecto de 21.9:9, lo que significa que puede ser demasiado alta para llegar con comodidad a los botones de arriba. Samsung ha optimizado la interfaz de One UI 2.0 para que la zona de interacción de las aplicaciones esté abajo, pero en aplicaciones de terceros podría ser un problema. Claro que eso es justo lo que esperamos de los plegables: que nos permitan tener pantallas grandes en diseños más portátiles.
El Flip tiene cuatro mejoras fundamentales para evitar que se repita el lanzamiento interruptus del Galaxy Fold. La primera es que la pantalla está recubierta de una especie de cristal muy delgado que no se marca con cualquier arañazo, como pasaba en el Fold. La segunda es su nueva bisagra, llamada Hideaway Hinge, que queda oculta al usuario y permite usar el teléfono en cualquier ángulo entre 0 y 180 grados. La tercera son unas fibras de nailon de unas pocas micras que evitan la entrada de suciedad y polvo en el mecanismo de la bisagra. La cuarta son dos simples paragolpes en las esquinas inferiores de la pantalla que evitan impactos bruscos al cerrar la “tapa” del teléfono.
No es un teléfono endeble, y se nota, pero eso tiene una ventaja y una desventaja. La ventaja es que el mecanismo parece más robusto y duradero que el del Fold o el Motorola Razr. La desventaja es que hay que hacer un poco de fuerza para desplegarlo. De hecho, desplegarlo con una sola mano puede ser difícil, lo que rompe las ilusiones de los nostálgicos de los móviles-almeja. La bisagra no hace ruido como en el Razr, pero el pliegue se percibe al tacto. No es algo molesto, aunque queda por ver si causa arrugas visibles a largo plazo.
Hardware
El Flip no es un teléfono modesto, pero como digo, está un paso por debajo de los nuevos Galaxy S20. Su pantalla Infinity Flex Display usa un panel AMOLED flexible de 2636 x 1080 píxeles. En cuanto a colores y brillo, me pareció excelente, pero habría que ver cuánto aguanta encendida una pantalla tan grande con una batería de apenas 3300 mAh (teniendo en cuenta que Samsung no se caracteriza por hacer los teléfonos más eficientes en consumo de energía).
Por su procesador Snapdragon 855+ y sus 8 GB de RAM, podríamos decir que el Flip tiene un hardware del año pasado. La CPU cuenta con ocho núcleos Kryo 485 de 2,95 GHz, 2,41 GHz y 1,78 GHz, y la GPU es una Adreno 640 de 700 MHz. La memoria interna de 256 GB es UFS 3.0. No hay puerto para tarjetas microSD, como tampoco hay toma de auriculares de 3,5 mm. Tiene auriculares estéreo, carga rápida de 15 W y un sensor de huellas capacitivo en un lateral. La posición del lector de huellas es terrible, y asumo que la gente acabará usando el reconocimiento facial, que no es tan seguro, pero sí bastante rápido.