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Diego A. Sosa

Altice

Dicen que el tiempo está hecho, y también dicen que el tiempo es oro y el que lo desperdicia es un tonto. ¿Por qué entonces la escasez de tiempo se ha convertido en una epidemia?

En otros artículos he hablado de la forma de conseguir tiempo. En mi libro ¿No tienes tiempo? entrego mi método completo para tener todo bajo control haciendo las cosas de una manera diferente. Hoy me referiré a una actitud de vida, más que la aptitud con relación al manejo del tiempo.

Muchas veces nuestros allegados requieren de nosotros y la respuesta es “No tengo tiempo”. También los hijos, la pareja, nuestros padres y la persona más importante en nuestra vida… “Migomismo”. Esa personita siempre nos está pidiendo tiempo: Nos vemos al espejo y nos damos cuenta que necesitamos hacer ejercicios; vemos nuestros ingresos y nos percatamos que necesitamos ingresar más dinero; queremos crecer y nos cercioramos de que sin asistir a un curso o leyendo libros no lo lograremos; queremos pasar más tiempo con nuestros relacionados, pero… ¿Qué nos falta? Claro está, “Tiempo”.

“Lo haré mañana”, “Iniciaré el lunes”, “Lo hacemos en las vacaciones”, etc. Las excusas que no llegan a disculpas siempre serán suficientes para mantenernos ocupados, pero sin lograr lo que queremos.

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La realidad es que mañana habrá 24 horas más. Podemos asignar unas cuantas horas a nuestras actividades obligatorias, pero hay demasiadas horas que no las asignamos y por eso se nos van volando. Terminamos haciendo cosas que no estaban planificadas, que no resultan ser importantes y que en realidad no las hubiéramos hecho de tenerlas que planificar… Sin embargo, las que decimos que son importantes para nosotros… no las hacemos. ¡Qué paradoja!

No leer un libro por falta de tiempo es una humilde disculpa.
Calcule cuántas horas se pasó en el último mes viendo televisión o sentado hablando con personas que no le aportan y que en realidad no quería hablar (no me refiero a lo que es la obligación del trabajo).

Lo que quiero decir es que dar una disculpa no es la solución. Lo que tiene que hacer es decidir lo que es importante para usted y asignarle tiempo. Si decidió que ver televisión es lo importante, entonces, nunca se queje de la falta de tiempo para leer un libro, compartir con sus seres queridos, asistir a un curso, o cualquier otra cosa que quizá hoy lo tiene abrumado por no poder hacerlo. No se queje, sea responsable de cómo repartió sus horas y viva esa vida que usted construye día a día. Disfrute lo que decide hacer.

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La segunda parte para conseguir tiempo es la autodisciplina.
Una vez marcó en su día lo que quiere hacer, pocas cosas deben desviarlo de ello. Los otros no son los que hacen su felicidad. Hacer felices a los demás es una bella parte, pero nunca a costa de su felicidad propia. Y es que felicidad es la suma de momentos buenos que vivimos día a día.

Tenemos tiempo de más, tanto así que lo desperdiciamos cada día. Nos damos cuenta que hemos tirado tiempo por todos lados y no le damos valor al que no le hemos dedicado, a lo que realmente es importante para nosotros.

No es de sabios quejarse, sí lo es tomar el control de lo que nos está molestando. Quejarnos y dejarle el control a lo externo no hará que nuestra vida cambie y nuestra calidad de vida aumente. Sólo nosotros podemos cambiar comportamientos y dogmas que no nos están resultando productivos.

FRASE DE LA SEMANA

“Si el tiempo no se nos ha terminado, ¿por qué protestamos por no tenerlo?”

Diego A. Sosa
Coach, Escritor, Conferencista y Consultor

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