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Por JUAN T H

Altice

Estar en la oposición siempre será más fácil que estar en el poder, aunque los beneficios sean distintos, sobre todo en el marco de la cultura política de un país subdesarrollado, con un promedio de educación general que apenas sobrepasa el sexto grado.

La postura del principal opositor al gobierno del Partido Revolucionario Moderno que encabeza Luís Abinader, el expresidente constitucional durante tres periodos, Leonel Fernández, carece de inteligencia política y hasta emocional, lo que, en su afán de retornar algún lejano día al poder, se olvida, con un alzhéimer antojadizo, de su paso por el Estado.

El expresidente Fernández me recuerda un chiste de un comediante chileno que afirma haberse casado con “doña razón”. Lo que no sabía, añada, es que su segundo apellido era “siempre”.

Estamos ante una oposición mediocre, que no le aporta nada a la búsqueda de soluciones ante los graves problemas nacionales. Una oposición que en el debate no ofrece soluciones, es una oposición sin futuro, que se deshace a sí misma en su propio laberinto.

El principal, y único, dirigente del Partido Fuerza del Pueblo, candidato sempiterno, conocido también como “el conceptualizador”, ante la falta de conocimiento y estudios de los demás políticos del país y del universo, se cree, no un “semidiós”, como el dramaturgo Giovanny Cruz, sino un Dios, algo así como “Zeus” en el Olimpo, infalible, por supuesto.

Al parecer todo cuanto hizo el presidente Fernández durante sus tres periodos fueron maravillosos, sin errores de ninguna naturaleza. Fueron gobiernos perfectos, que prefirió “pagar para no matar”, envilecer y corromper a todo un pueblo comprando su conciencia.

El expresidente Danilo Medina, su compañero, amigo y socio durante décadas, le siguió los pasos en materia de envilecimiento y corrupción, intentando romper su récord, algo que no logró por no tener la capacidad para tantos desmanes y atropellos a la ciudadanía.

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La oposición sigue siendo la misma de siempre gracias a la indulgencia, al clientelismo político que aún persiste en la justicia dominicana, porque buena parte de la oposición debería estar ejerciendo su derecho a la libre expresión del pensamiento desde “la voz del 15 de Azua”, “la voz de la Victoria” o cualquier otra señal radiofónica.

La oposición al gobierno del presidente Abinader existe porque el Sistema de Justicia fue secuestrado justamente por los políticos corruptos que hoy se oponen a la Reforma Fiscal y la Reforma Constitucional, sin ningún argumento sólido que lo justifique.

Tanto Leonel Fernández como Danilo Medina, junto a sus colegas, debieron, en cualquier caso, presentarle al país una contra reforma, y someterla al debate público. Pero no, se oponen por oponerse. Tanto Fernández como Medina, deberían recoger sus palabras de cuando gobernaban el país. Danilo dijo que, si no se producía una reforma integral, el próximo gobierno no podría gobernar con éxito, que era absolutamente necesaria la reforma fiscal. Leonel hablaba en términos similares. Esos dos charlatanes de feria, ahora dicen todo lo contrario.

El país precisa de una oposición, seria, sensata, coherente, que no se oponga a todas las medidas sugeridas o aplicadas por el gobierno, sin argumentos de peso. El “gabinete de la sombra” que prometieron crear para el debate democrático, no lo han hecho, ni lo harán, al parecer.

Nunca hubo más condiciones para reafirmar el Estado democrático de derechos en el país a través del dialogo, respetuoso y libre, donde las discusiones sobre los problemas nacionales se diluciden con argumentos para que triunfe la verdad para de ese modo lograr una conciliación o consenso amplio y participativo.

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No es posible que Leonel Fernández, en más de cuatro años, no le haya hecho un solo reconocimiento al gobierno de Luís Abinader, lo que, en cambio, si han hecho presidentes de otros países y organismos internacionales por la forma valiente y tesonera como enfrentó, por ejemplo, la pandemia del coronavirus, recuperó el turismo, las zonas francas, los empleos, las finanzas públicas, etc.

Qué mezquino -señores- ha sido Leonel Fernández.

Qué mezquino -amigos- ha sido Danilo Medina.

Todo cuanto ha hecho el presidente Luís Abinader ha sido rechazado, criticado y condenado por ambos expresidentes de la Republica. Si el gobierno del presidente Abinader no hubiera sido exitoso, no es verdad que el pueblo lo reelegiría dándole el poder en los municipios, distritos municipales y el Congreso.

Las reformas planteadas por el gobierno constituyen un trago amargo, es cierto, pero necesario. Es como un purgante, que a nadie le agrada, pero necesario para recuperar la salud. Veamos la reforma de ese modo y recuperemos la salud financiera del Estado que el PLD de Leonel y Danilo dejaron prácticamente en quiebra. Si ellos hubieran actuado con responsabilidad, como verdaderos estadistas, no como políticos mediocres corrompidos, la historia fuera otra, hoy no estaríamos hablando de reforma fiscal.

Nada, absolutamente nada, es tan, pero tan malo, que no tenga nada bueno; de la misma manera que nada pueda sea tan malo, que no tenga nada bueno. Y eso, amigos, es dialectico.

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