Por HUMBERTO CONTRERAS VIDAL
Existen muchas páginas en internet que muestran al dióxido de cloro (ClO2) como una sustancia milagrosa que cura el autismo, el COVID-19 y hasta el cáncer. Sin embargo, la realidad es que a la fecha no existe ninguna evidencia científica que sirva de apoyo a estas creencias.
Lo que sí es cierto es que, durante la pandemia del COVID-19 ocurrieron intoxicaciones en numerosas personas que lo consumieron.
El dióxido de cloro es un gas altamente soluble en agua. Se ha demostrado que en solución acuosa es eficaz y eficiente para la desinfección de agua y de toda clase de superficies. Es más estable que otras sustancias químicas que contienen cloro, por cuya razón sus efectos desinfectantes son más duraderos. No es el cloro que se vende en los colmados. No es el cloro que se vende en los supermercados. No es el cloro que se vende en las ferreterías. No, no lo es.
Nótese que el dióxido de cloro es una excelente sustancia química para desinfectar superficies en hospitales, clínicas, potabilización del agua y desinfección de vegetales y productos alimentarios. Lo que no se debe hacer es consumirlo. No se debe ingerir por la boca directamente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE. UU. (FDA) han emitido alertas sobre los riesgos para salud que tiene el consumo del dióxido de cloro. Asimismo, hay países en que se ha prohibido por ley su consumo en humanos.
Una revisión bibliográfica sobre el tema reveló que algunos productos comerciales ni siquiera contenían dióxido de cloro como principio activo. Que lo que realmente estaban utilizando era clorito de sodio o ácido clorhídrico diluido al 3%.
El clorito de sodio se utiliza como agente químico específico para controlar malos olores y el crecimiento de algas en el tratamiento de agua de las piscinas. El clorito de sodio, junto al hipoclorito de sodio y otras sustancias forman parte de los productos de cloro que son utilizados para matar los microorganismos que se desarrollan en las aguas de una piscina.
El ácido clorhídrico comercialmente lo conocemos como ácido muriático. El mismo ácido que se utiliza para limpieza profunda de superficies que se comercializa en ferreterías y supermercados a una concentración aproximada de un 10 %. Este es el ácido que naturalmente se produce en el estómago (jugo gástrico) y que suele tener una concentración de entre 0.1 y 0.5 %.
Esto quiere decir que las personas que están consumiendo productos con “dióxido de cloro” deben atender las recomendaciones de los organismos oficiales. Literalmente pudieran estar consumiendo un producto de limpieza no apto para el consumo humano.
Si existiera alguna experiencia personal satisfactoria de quien lea este texto, debe comunicarlo al personal de salud que sea de su confianza. También puede comunicarse con un profesionalnde la química, un organismo oficial de salud o con la Asociación Química Dominicana (AQD). De esta manera, se podrá documentar su caso para describir químicamente el producto específico está utilizando para beneficio de toda la humanidad.
En síntesis, no existen evidencias científicas de que la utilización de dióxido de cloro cura ninguna enfermedad y; por el contrario, además de la OMS y la FDA, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios junto a las agencias sanitarias de otros países, emitieron alertas avisando de los potenciales riesgos para la salud a nivel gastrointestinal, de la sangre, y del riñón que puede causar el consumo de dióxido de cloro.
Estos profesionales de la salud, señalaron la necesidad de hospitalizar algunos casos debido a la toxicidad aguda que sufrió el hígado y la disminución excesiva de la presión sanguínea después del consumo de dióxido de cloro.