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JUAN T H

Altice

Uno de los graves problemas de quienes hacen política hoy día lo constituye la pérdida de valores éticos y morales basándose en que lo único importante es el poder y los resultados o beneficios que de él se obtienen.

“La política no tiene ética, ni tiene moral, lo que importa en política es el resultado; si son buenos o malos para el partido y sus dirigentes”, según un viejo dirigente del Partido de la Liberación Dominicana que ocupa un cargo importante durante casi 20 años.

Tanto éxito ha tenido esa tesis de los antivalores, que un partido  que durante 23 años de oposición se presentó como el más honesto de la historia, prometiendo que ninguno de sus miembros se haría rico con los dineros del pueblo, que denunció la corrupción, el despilfarro, el endeudamiento, el narcotráfico y el crimen organizado, ha gobernado cuatro periodos, tres de forma consecutiva, sin que la honestidad haya predominado. Al contrario:  campaña sucia, fraude, uso de los recursos del Estado, trampas, zancadilla, violencia, robo de urnas, falsificación de documentos, compra de conciencia, violación sistemática de las Leyes, incluso de la Constitución; robo, saqueo, corrupción, tráfico de influencias, etc., lo han caracterizado, logrando una acumulación de dinero como nunca antes en la historia.

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Es cierto que la corrupción ha existido desde que llegó Colón a la isla en 1492, salvo una o dos excepciones, pero el PLD rompió el “corruptometro” adueñándose del Estado para lograr una impunidad que impide que se haga justicia con los depredadores que se enriquecen cada día más.

La deshonestidad reina en los gobiernos del PLD. Su “éxito” no está en la construcción de una sociedad formada en valores como la equidad social, honestidad, solidaridad, trabajo, estudio, orgullo y amor.  El PLD ha creado una sociedad donde todos mentimos, engañamos, robamos,  traicionamos, estafamos y hasta matamos, si es preciso, sin consecuencias.

En la “Era del PLD” un tránsfuga maldito (todos los son) vale más que un ciudadano leal, honesto, consecuente consigo mismo y con los demás, que respeta para que los respeten. En la “Era del PLD” gente que no vale una guayaba podrida es tratada como héroe.

Los dirigentes de los partidos tradicionales dicen en política siempre hay que “barrer hacia adentro, no hacia afuera”, premiando de ese modo el trasfuguismo, la traición y deslealtad. No importa si usted es un asesino, narcotraficante, traidor, violador,  “hay que barrer hacia adentro”. Yo creo lo contrario: “Hay que barrer hacia afuera”; botar a las ratas de dos patas; no aceptar traidores; rechazar las inconductas de aquellos que se les venden al mejor y al peor postor.

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El PLD no ha ganado, ni ganará, unas elecciones libres, transparentes, que los legitime. En todas el fraude y el dinero del pueblo han jugado un rol decisivo. Si en el país no se produjo una guerra civil cuando descaradamente se robaron las elecciones del 2008 se debió a que Hipólito Mejía no quiso provocar “un baño de sangre” llamando al pueblo  a las calles para defender la voluntad popular expresada en las urnas. (Algún día ese episodio histórico tendrá que ser narrado  detalladamente)

Hablando de valores y política; ver como Leonel Fernández aceptó de buen gusto el “apoyo” de Roberto Rosario y Mariano Rodríguez, es decepcionante. Lamento que en la foto publicada por los periódicos no aparecieran Félix Bautista y Víctor Díaz Rúa para completar un quinteto que para muchos puede ser formidable, pero para mí resultó asqueante.

Mantener al PLD en el poder más allá del año próximo, es aberrante.

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