El libro negro de la humanidad (2-3)
POR JUAN PABLO BOURDIERD
En esta segunda parte de su obra, Matthew White se sumerge en el núcleo de su proyecto: el análisis detallado de las 100 atrocidades más letales de la historia. A lo largo de unas 700 páginas, el autor presenta cada episodio con datos precisos, contexto histórico, estimaciones numéricas y reflexiones críticas.
El enfoque sigue siendo cuantitativo, pero no ignora el drama humano. Cada atrocidad —guerra, genocidio, limpieza étnica o hambruna inducida— se narra con claridad: quién la ordenó, cuándo ocurrió, cómo se ejecutó y cuántas víctimas dejó.
White clasifica los eventos según el número de muertos, no por orden cronológico. En los primeros puestos aparecen tragedias como:
- La Segunda Guerra Mundial (~66 millones de muertos)
- La conquista mongola (~40 millones)
- Las hambrunas de Mao en China (~40 millones)
- El régimen de Stalin (~20 millones)
- La colonización europea en América (~15 millones)
- La rebelión Taiping en China (~20 millones)
- El genocidio de Ruanda (~800,000 en pocas semanas)
- Las guerras napoleónicas (~4 millones)
- El genocidio armenio (~1.5 millones)
Cada caso incluye una ficha técnica: nombre del evento, fecha, ubicación, responsables, tipo de atrocidad y una estimación de víctimas, con márgenes alto y bajo.
El análisis revela patrones inquietantes:
- La mayoría de los eventos más letales no son ni occidentales ni modernos.
- Religiones, ideologías y potencias aparecen reiteradamente.
- Desde el siglo XIX, los civiles superan en número a los soldados entre los muertos.
- Muchas atrocidades surgen en contextos de caos, más que bajo regímenes autoritarios.
White evita juicios simplistas. Expone, por ejemplo, que el imperio mongol fue tan brutal como eficiente; que Mao causó más muertes que Hitler por decisiones internas; o que el colonialismo europeo exterminó más por negligencia y hambre que por masacres sistemáticas.
También desmitifica el concepto de “genocidio típico”. Algunos son rápidos y organizados (Ruanda); otros, lentos y burocráticos (el Holodomor); y algunos se disfrazan de guerra, como la limpieza étnica en los Balcanes.
El autor desafía al lector: no todo genocidio necesita cámaras de gas ni toda guerra frentes definidos. A veces, el hambre administrada es el arma más eficaz.
Frases como este resumen su perspectiva:
- “Las ideologías matan, pero las excusas matan más.”
- “Ningún continente ha escapado de la atrocidad.”
- “No importa si se mata por odio, fe o cálculo. El resultado es el mismo.”
Además, White se detiene en los debates sobre cifras: ¿cuántos mató Pol Pot? ¿Cuántos murieron por el colonialismo británico en India? ¿Qué tan fiables son los censos postconflicto?
El libro también rescata tragedias olvidadas:
- La rebelión de An Lushan (siglo VIII, China)
- La guerra de los Treinta Años
- La conquista del Congo por Leopoldo II
- La represión otomana en los Balcanes
- El genocidio herero en Namibia
Este catálogo, lejos de ser un frío recuento, es un llamado a mirar el pasado con honestidad. White no acusa ideologías, pero deja claro que ninguna queda exenta.
A pesar de que cada entrada es autónoma, el efecto acumulativo del conjunto es abrumador. El lector queda con la conciencia sacudida: este no es un libro de historia militar, sino una historia del sufrimiento humano en manos humanas.
En definitiva, esta sección nos obliga a reconsiderar lo que creemos saber de la historia. No es una crónica de héroes, sino de víctimas; de sistemas colapsados, de regímenes que se nutren del miedo, y de silencios que repiten el horror.
Las 100 atrocidades más letales no constituyen un ranking del mal, sino un espejo en el que toda civilización debería atreverse a mirarse.
Periodista. Reside en Santiago Rodríguez.