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Por Miguel Ángel Cid Cid

Altice

Los caminantes preguntaban con asombro: ¿para qué hacen esa carpa tan grande, será que quieren meter aquí un pueblo entero? Los que dirigían la instalación respondían: “aquí van a celebrar —el fin de semana próximo— el Dominican Cigar Fest”. Hasta el presidente de la República vendrá.

En efecto, así sucedió, los días 11, 12 y 13 de noviembre los fumadores, los degustadores y los fabricantes de cigarros se dieron cita en el municipio Tamboril, provincia Santiago. Los que sienten la miel que destilan las hojas verdes del tabaco también llegaron con su atuendo dominguero. Los que siembran y cosechan el aroma humeante.

Cerca de veinte años atrás usted preguntaba: ¿cuáles son los mejores cigarros del mundo? La mayoría respondía: “los mejores cigarros del mundo son los cubanos”. Pero hoy —ante la interrogante— el gallo no canta donde cantaba.

Lo anterior resulta de una continuidad histórica. Nada de inventos, la historia del tabaco empieza con la producción de los taínos mucho antes de que llegaran las famosas carabelas.  El Almirante Cristóbal Colón contribuyó a popularizar el uso del tabaco en Europa. A poco de llegar, la hoja aromática cautivó el viejo mundo.  El fenómeno expansivo perdura hasta nuestros días.

Pero los europeos colonizaron la producción de la hoja para el beneficio imperial. Perdieron de vista que, lo dice la canción, “nada es eterno en la vida”. La plusvalía —beneficios excedentes— del tabaco comenzó la migración regresiva.  Poco a poco el tabaco esparce su aroma desde las Antillas, desde República Dominicana. Enclavado en el Primer Santiago de América.

Cierto que Cuba fue que se erigió como el gran productor de cigarros premium. Condición que mantuvo hasta hace poco. Cierto que el embargo económico impuesto por EEUU para ahogar la revolución cubana, a la larga surtió su efecto devastador. Pero había que llenar el vacío.

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Los tabaqueros y cigarreros dominicanos, ni tontos ni perezosos, armados de disciplina, método y paciencia se alzaron con la cosecha y los beneficios. Pero, no es casual que fuera la provincia de Santiago la que capitalizara la evolución del sector tabaquero. La provincia más provincia tiene dos municipios modelos en calidad tabaquera.

El municipio de Villa González, productor de las variedades de tabacos más apetecibles y envidiables por el universo de los fumadores. Y Tamboril, por su lado, fabrica los cigarros premium de mayor demanda en el mercado mundial.

En Villa González, por ejemplo, desde antes de entrar al pueblo, los visitantes comienzan a sentir la brisa que se filtra por las rendijas de las canas que cubren los ranchos del secado. El aire arrastra el aroma sutil de la hoja todavía verde, ahí comienza la degustación del aroma del tabaco.

En las calles los peatones tropiezan a cada minuto con un cosechero que viene del predio, con la ropa empapada de la pegajosa miel del tabaco.

Villa González, ubicado al pie del Pico Diego de Ocampo, en el lado sur de la Cordillera Septentrional, a 14 kilómetros al noroeste de la ciudad de Santiago de los Caballeros. Cuenta con 104.13 km² de extensión territorial. Su tabaco está entre los mejores del mundo.

Tamboril es lo contrario a Villa González. Las hojas secadas a golpe de sol y sombra, maceradas en ingredientes naturales, invaden el olfato de los visitantes y los lugareños en cada cruce de calle. La maduración transforma la naturaleza de la hoja para producir otra fragancia. Un perfume hijo del sabor verdoso original del fruto que, es la misma hoja.

La esencia final del tabaco está encarnada en la piel de los tamborileños. La que el fumador degusta cuando lleva un cigarro a su paladar. Esa experiencia degustativa se vive en cada rincón de Tamboril. Porque las pequeñas, medianas y grandes empresas cigarreras se alternan con las viviendas en el entramado urbano del poblado.

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Tamboril está localizado al nordeste de la provincia de Santiago, en la falda de la Cordillera Septentrional, a 230 metros sobre el nivel del mar, con 71.4 km² de extensión territorial.

Por todo lo anterior, Tamboril es la sede del Dominican Cigar Fest. A Francisco Matos, Ing. Agrónomo, exdiputado y propietario de Matos Cigar Company le correspondió la dirección técnica de la organización del Festival. Matos representó a la Asociación Dominicana de Cigarros y Tabaco (ADOCITAD) responsable de hacer realidad los tres días de humo aromático.

La segunda celebración de Dominican Cigar Fest contó con la participación de más de ochenta empresas cigarreras, fabricantes de cajas para empaque y, proveedores de logística aduanal. También, las empresas procesadoras de tabaco, asociaciones de cosecheros —Los Sanjuaneros, por ejemplo. Además, tiendas de accesorios —chacabanas, pintores temáticos de tabaco, vendedores de sombreros, souvenirs, etc.

Entre las empresas participantes se cuentan “Matos Cigar Company, Hojas de la Reina Tabacalera, La Galera Cigars, Tabacalera Tamboril y Tabacalera William Ventura…”.

Se destaca la presencia del Presidente de la República Luis Abinader Corona en las dos celebraciones. La ADOCITAD hace un reconocimiento especial al mandatario por propiciar la Ley que declara el tabaco y el cigarro como Patrimonio Cultural del país.

Con todo, el humo, húmedo de aroma, textura y sabor trepó al espacio para, desde arriba, arropar el resto del mundo. Recitar los misterios de la metamorfosis del tabaco y con mala fe susurrar al oído de todos que, Tamboril es la Capital Mundial del Cigarro, una marca país. 

Como clama el amigo Henry García cuando algo lo sorprende:

— ¡Detéeeenganlo!

Miguel Ángel Cid

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Twitter: @miguelcid1

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