Reynaldo Peguero
En República Dominicana, las enfermedades transmisibles disminuyeron drásticamente. Se incluyen, difteria, polio, rubeola, tos ferina, tétano, dengue, malaria, leptospirosis, rabia, COVID, cólera, meningitis y más. Los informes objetivos, así lo ratifican.
El ministerio de salud, ministro, viceministros y especialistas, hacen el trabajo. Transforman la vigilancia en eficiente y resolutivo «sistema de inteligencia epidémica». La situación de salud de Haití también se examina. Los boletines epidemiológicos, son activos, críticos y autocríticos.
Hace tiempo que el concepto «vigilancia» fue sustituido por «inteligencia epidémica». Un sistema integral que proporciona conocimiento precoz, resultado de recolectar y procesar información, sobre riesgos, sospechas o amenazas, para actuar sobre ellas y evitar que se transformen en brotes o epidemias.
El concepto de vigilancia epidemiológica fue expuesto inicialmente, por el Centro de Enfermedades Transmisibles de EUA, en 1955. También por el Instituto de Microbiología de Praga, 1968. Alcanzó su mayoría de edad en 1968, en la 21 Asamblea Mundial de Salud en Ginebra, Suiza.
Inteligencia epidémica es el ciclo de recolección sistemática, análisis, interpretación de información y actuación de todas las fuentes para detectar, verificar, investigar y operar sobre potenciales amenazas. Fue formulado por los norteamericanos Joseph Mountin y Alexander Langmuir.
El último intento de trastocar la inteligencia epidémica nacional, se frustró el 10 de abril 2022, cuando técnicamente fueron avasallados, unos especialistas temerarios que denunciaban apócrifamente, que eran 20,800, los supuestos fallecidos por COVID, y no los 4,375 que se reportaban oficialmente.
Hace 20 años, en mis cátedras de epidemiología, citaba el caso de un médico que anunció en periódicos, una epidemia de tuberculosis. Cuando fuimos a confirmar, respondió con la majadería típica del tigeraje dominicano: “es que acabo de comprar un equipo de rayos x, y necesitaba que la gente lo utilice”.
Una nueva generación de ciudadanos, comunicadores y médicos, más preparados, dejó de crear alarmas sombrías, anunciar brotes y epidemias al por mayor. Con más formación académica, presión de activas redes sociales, información de plataformas digitales e inteligencia artificial, al fin lo logramos.
Por más que se escarbe, ni viruela del mono, araña marrón, bacteria carnívora y otras especies inverosímiles, volverán a generar las mismas alarmas de antes.
Hoy, estamos amenazados por la pandemia del siglo XXI, las enfermedades no transmisibles, que incluyen accidentes y violencias. Que acumulan más del 70% de los 65 mil fallecidos cada año. Es ahí donde debemos concentrar la gestión.
Con un especial sistema de inteligencia epidémica, estamos conminados a proteger la vida de hipertensos, diabéticos, obesos, fumadores, alcohólicos y otros grupos de riesgo.